Qué implicación tiene la aceptación del sur sufragio universal para la burguesía


Etapas del reinado de Isabel II.

Durante la minoría de edad de Isabel II asistimos al periodo de regencias de su madre Mª Cristina (1834-1840) y del general
Espartero (1840-1843). Es un periodo de gran inestabilidad por la lucha violenta entre las dos familias políticas del liberalismo, moderados y progresistas, en el que se van desmantelando las estructuras del Antiguo Régimen. Terminó en 1843 con una revuelta militar encabezada por el moderado
Narváez que hizo caer al gobierno progresista de Espartero. En este momento se declaró la mayoría de edad de Isabel II y da comienzo su reinado en el que podemos distinguir tres grandes etapas. Durante la Década moderada (1844-54) el general Narváez sentó las bases del nuevo Estado moderado. Con métodos dictatoriales creó una serie de instituciones de control, manteniendo una ficción de parlamentarismo:

● La Constitución de 1845 recoge los principios del liberalismo doctrinario: soberanía compartida, ampliación de los poderes del ejecutivo y disminución de las atribuciones de las Cortes y exclusividad de la religión católica.

● Control de las provincias mediante la figura del gobernador civil, representante político y administrativo del Gobierno en la provincia.

● Control de los Ayuntamientos mediante la Ley de Administración Local de 1845, por la que los alcaldes de los municipios de más de 2000 habitantes son nombrados por la Corona y los de menos de 2000 por el Gobernador Civil.

● Control del orden público mediante la Guardia Civil (1844).

● Control de las elecciones mediante un sufragio censitario muy restringido y los caciques rurales.

● Política de orden, con fuerte restricción de las libertades.


Narváez mejoró las relaciones con la Iglesia mediante la firma del Concordato de 1851,y continuó la obra de creación de un modelo de Estado centralizado: reforma fiscal y de Hacienda en 1845, Código Penal de 1851, unificación del sistema de pesos y medidas en torno al Sistema Métrico Decimal y regulación del sistema de instrucción pública.

El Bienio progresista (1854-56) se inicia con la revolución de 1854 provocada por el descontento con los moderados y el proyecto de Bravo Murillo de reformar la Constitución en un sentido aún más autoritario. La revolución comienza con un pronunciamiento militar protagonizado por O´Donnell en Vicálvaro donde emitíó el Manifiesto de Manzanares. La reina designa un gobierno progresista dirigido por Espartero que realizó la siguiente obra:


● Reanudación de la desamortización con la Ley de Desamortización General del navarro Pascual Madoz, conocida como segunda desamortización que se centró, sobre todo, en los bienes comunales, en manos de los Ayuntamientos.

● La Ley General de Ferrocarriles, que significó el inicio del tendido ferroviario en España.

● La Constitución nonnata de 1856, que no llegó a entrar en vigor.


La corta duración del bienio se debe a la conflictividad social que estalla ahora al amparo de las mayores libertades: en Barcelona tiene lugar la primera huelga general y en el campo castellano y andaluz tienen lugar asaltos a fincas y destrucción de cosechas.

El temor al Cuarto Estado asusta a la burguésía y la reina aprovecha la situación para apartar a Espartero y confiar el gobierno a O´Donnell, que había fundado la Uníón Liberal. O’Donnell reprime el levantamiento popular y vuelve al conservadurismo, dando lugar a un nuevo periodo el de la Uníón Liberal y la vuelta al moderantismo (1856-68).

Esta etapa se caracteriza por la vuelta a los métodos e instituciones de gobierno de la década moderada, y se turnan en el gobierno el Partido moderado (Narváez) y la Uníón Liberal (O´Donnell). Se trata de un periodo estable, por la favorable coyuntura económica. En estos años se practica una política exterior de prestigio y agresiva, con intervenciones militares en Indochina, México y Marruecos. Desde 1866 inicia la crisis final del reinado: crecen las aspiraciones de libertad y derechos políticos negados por un régimen autoritario y excluyente, y la crisis económica de 1866 aumenta el descontento social. El Partido progresista abandona la vía parlamentaria y opta por la insurreccional: en 1866 progresistas, demócratas y un sector de unionistas firman el Pacto de Ostende, de carácter antiisabelino y democrático, con dos compromisos: derrocar a Isabel II y convocar Cortes

constituyentes por sufragio universal.
Por otro lado, las actuaciones represivas desprestigian al régimen y a la reina: destitución de profesores universitarios republicanos, represión de la revuelta estudiantil de Madrid (noche de San Daniel), fusilamiento de los sargentos pronunciados en el cuartel de San Gil. En este contexto la revolución de 1868 pone fin a este periodo.


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