Razón ilusión Kant


Kant se encuentra en el cruce de distintas corrientes antagónicas: Racionalismo, Empirismo, Ilustración y crítica de ésta (Rousseau). Cada una propone una interpretación diferente sobre la natura-leza, la tarea y el alcance de la razón, que imponen, según Kant, la necesidad de que la razón realice una crítica de sí misma para averiguar sus usos y limitaciones. Esta tarea crítica de la razón viene exi-gida, además, por el modo no ilustrado, esto es, de minoría de edad intelectual, en que viven sus con-temporáneos y tiene como objetivo primordial la realización de la libertad. Este proyecto exige que la filosofía responda a las tres cuestiones siguientes: ¿qué puedo saber?, ¿qué debo hacer? Y ¿qué me cabe esperar? , que se resumen en una cuarta: ¿qué es el hombre?La respuesta a la 1ª pregunta la da en la Crítica de la razón pura, donde Kant estudia el cono-cimiento, es decir, el uso teórico de la razón. Esa respuesta implica señalar los principios que hacen posible un conocimiento científico de la naturaleza y los límites dentro de los cuales se mueve tal cono-cimiento. Pero, la cuestión más importante que se plantea en esta obra es si la metafísica es una cien-Cía. Para responderla, parte de lo que denomina el hecho de la razón pura, que es la ciencia físico-matemática de Newton, que toma como modelo de lo que debe ser el conocimiento. Kant examina las condiciones de estas ciencias ya constituidas, para después ver si las cumple también la metafísica. Encuentra que ambas son ciencias, porque son capaces de formular juicios sintéticos a priori:
Estos juicios son sintéticos porque amplían nuestro conocimiento, y, al mismo tiempo, son a priori porque son universales y necesariamente verdaderos, su validez no se limita a una experiencia concreta. Se trata-rá, por tanto, de averiguar si este tipo de juicios son posibles en la metafísica.Esto significa que aunque todo nuestro conocimiento empieza por la experiencia, no todo él procede de ella, sino que ha de haber unas formas puestas por la mente del sujeto.
Kant consigue así sintetizar el Empirismo y el Racionalismo en el idealismo trascendental: la sensibilidad ofrece al enten-dimiento un material dado por los sentidos que la mente del sujeto organiza mediante estructuras a priori. En esto consiste el giro copernicano de Kant, quien, frente a las filosofías anteriores, sostiene que lo decisivo en el conocimiento es la mente del sujeto que organiza los datos de los sentidos y no tanto el objeto.Kant divide la Crítica de la razón pura en tres apartados que denomina estética trascendental, analítica trascendental y dialéctica trascendental y que se ocupan respectivamente de las tres faculta-des que distingue en el hombre: sensibilidad, entendimiento y razón; y de los tres tipos de conocimiento que le interesan: el matemático, el físico y el metafísico: en las dos primeras para investigar cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en ellas y en la última para ver si son posibles o no.En el proceso de conocimiento primero interviene la sensibilidad, que mediante las intuiciones puras del espacio y del tiempo organiza el caos de las sensaciones, constituyendo nuestra representa-ción mental del objeto, el fenómeno. A continuación el entendimiento, con sus conceptos puros a priori (conceptos que no proceden de la experiencia, sino que los produce el propio entendimiento), las cate-gorías, organiza el caos fenoménico permitíéndonos conocer las leyes de la naturaleza. Sensibilidad y entendimiento se complementan mutuamente, de forma que, para conocer un objeto, deben darse los fenómenos de la experiencia por un lado, y las categorías del entendimiento, por otro. Si alguno de ellos falta el conocimiento resulta imposible.

 A partir de lo dicho Kant señala que únicamente nos es dado conocer las manifestaciones sensibles de la naturaleza, los fenómenos, porque están organiza-dos en el espacio-tiempo y podemos aplicarles las categorías; en cambio las cosas en sí mismas, los noúmenos, pueden ser pensados, pero jamás conocidos, porque no tenemos experiencia de ellos y, por tanto, no pueden aplicárseles las categorías.La última facultad que interviene en el conocimiento es la razón, que nos impulsa a buscar le-yes cada vez más generales y capaces de explicar un número mayor de fenómenos. Pero esa tenden-Cía le lleva inevitablemente a traspasar los límites de la experiencia, en busca de lo incondicionado y a unificar los distintos fenómenos por medio de las tres ideas de la razón: el alma, el mundo y Dios. Ahó-ra bien, éstas ideas se refieren a noúmenos, acerca de los cuales no tenemos conocimiento alguno. Cuando la razón trata de conocerlos cae en contradicciones consigo misma. Las ideas de la razón marcan, por tanto, el límite de nuestro conocimiento, con lo que se concluye que la metafísica no es una ciencia y debe abandonarse.La respuesta a la 2ª pregunta la aborda Kant en la Fundamentación de la metafísica de las cos-tumbres y en la Crítica de la razón práctica, dónde se ocupa de la ética, es decir, del uso práctico de la razón. En este caso, Kant parte de lo que denomina el hecho de la moralidad, que consiste en que todos los hombres nos sentimos obligados a hacer determinadas cosas, es decir, tenemos obligaciones o deberes morales. Se tratará entonces de analizar cómo son posibles esos deberes, cuál es su fun-damento. Las éticas anteriores han sido incapaces de encontrar ese fundamento del deber, porque formulaban imperativos hipotéticos, que sólo tienen validez condicionada a la consecución de algún fin exterior al sujeto. Frente a ellas, Kant propone una ética formal, que tenga valor universal. Para Kant todas las éticas tradicionales son materiales ya que determinan el fin último del hombre y establecen los medios para conseguirlo, esto es, un conjunto de normas. Las éticas materiales son empíricas y a posteriori, con imperativos hipotéticos y condicionados, como se acaba de señalar, y son heterónomas, ya que en ellas el sujeto depende de un fin externo y, por tanto, no se da sus propias normas. Una ética universal y racional como la kantiana ha de ser a priori, esto es, independiente de la experiencia; cate-górica: sus imperativos mandan de un modo absoluto, sin poner ninguna condición; y autónoma: es el sujeto el que se da las normas a sí mismo; y una ética así sólo puede ser formal, es decir, carente de contenido alguno. Este tipo de éticas nos dicen cómo debemos obrar, pero no qué debemos hacer. Eso lo establece la razón (a priori) de cada uno. Un hombre actúa moralmente cuando actúa por deber, es decir, cuando hace aquello que su razón le dice independientemente de la utilidad o la satisfacción que le pueda proporcionar. De acuerdo con esto, Kant distingue tres tipos da acciones: contrarias al deber, conformes al deber y por deber. Sólo estas últimas tienen valor moral.
La exigencia de obrar moralmente se expresa en un imperativo categórico, que Kant formula así: “Obra según una máxima tal que puedas querer que al mismo tiempo se torne ley universal”. Este imperativo tiene dos carácterísticas fundamentales: la formalidad (nos dice cómo debemos obrar, no qué debemos hacer) y la universalidad (debe valer para todos los hombres). Además, solo una norma así utiliza a la humanidad como fin y no como medio (2ª formulación). El imperativo categórico presu-pone la libertad (en el ámbito moral, no en el fenoménico) y la autonomía del sujeto, porque sólo un ser dotado de voluntad libre puede darse a sí mismo una ley moral, esto es obedecerse a sí mismo.La virtud es la voluntad de actuar siempre por deber. Una conducta virtuosa exige respetar a todas las personas porque se trata de seres racionales, es decir, morales y libres. Éstos forman parte del reino de los fines, esto es, de la esfera de las relaciones morales entre sujetos racionales que se deben respeto mutuo.Su ética culmina con la formulación de los tres postulados de la razón práctica: 1) la libertad del sujeto, exigida por la existencia de la ley moral; 2) la inmortalidad del alma, garantía de que tras esta vida será posible un progreso infinito hacia la virtud; 3) la existencia de Dios, garantía de que nuestra virtud será recompensada con la felicidad. Estos tres postulados muestran qué puede esperar el hom-bre, respondiendo así a la 3ª pregunta, y muestran también el verdadero significado de las ideas de la razón: en la Crítica de la razón pura, Kant demostró que se trata de noúmenos, impenetrables para el conocimiento científico, pero ahora sabemos que el verdadero sentido de estas ideas no es en absoluto teórico sino práctico o moral.

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