Santo tomás de aquino antropologia


Teoria del conocimiento:


Para Tomás de Aquino la filosofía y el resto de las ciencias descansan solamente en la luz natural de la razón.
El filósofo utiliza principios que son conocidos por la razón humana y saca conclusiones que son fruto del razonamiento. El teólogo, por el contrario, aunque utiliza su razón, acepta sus principios de la autoridad, de la fe en la Revelación.

Algunas verdades son propias de la teología, puesto que no pueden ser demostradas racionalmente y son conocidas sólo por la Revelación (los artículos de fe, como el dogma de la Trinidad, por ejemplo), mientras que otras verdades son propias sólo de la filosofía o de la ciencia, en el sentido de que no han sido reveladas (las verdades de razón, como los teoremas de la geometría, por ejemplo). Pero hay también algunas verdades que son comunes a la teología y a la filosofía, puesto que han sido reveladas, aunque al mismo tiempo pueden ser establecidas por la razón. A estas verdades comunes las denomina Santo Tomás preámbulos de la fe (la existencia de Dios, por ejemplo).

La teoría del conocimiento de Santo Tomás está tomada de Aristóteles. El hombre, para conocer las cosas, usa los sentidos y también el entendimiento.
Los sentidos captan las cosas individuales (compuestas de materia y forma). La percepción sensible deja impresa en la memoria una imagen o fantasma del objeto. El entendimiento activo o agente despoja a la imagen de sus elementos individuales y abstrae la especie o esencia universal.

Santo Tomás adopta la distinción aristotélica entre la sustancia y los accidentes, la doctrina de las categorías.
Acepta también la doctrina aristotélica de la composición hilemórfica (los seres físicos son compuestos de materia y forma). Pero la composición hilemórfica es limitada por santo Tomás al mundo corpóreo. No se extiende a la creación incorpórea, a los ángeles, por lo que debemos hacer una distinción más fundamental para expresar la composición de los seres creados. Tal distinción es la de esencia (potencia)
Y existencia (acto)
. En los ángeles no hay materia, pero no por ello deja de haber potencialidad. La esencia de un ser corpóreo es la sustancia compuesta de materia y forma, mientras que la esencia de un ser finito inmaterial (ángeles) es la forma sola.

Podemos distinguir un orden ascendente en la serie de las formas, desde las formas de las sustancias inorgánicas, pasando por las formas vegetativas, las formas sensitivas irracionales de los animales, y el alma racional del hombre, hasta el Acto puro e infinito (Dios); pero en esa jerarquía se advierte una laguna: El alma racional del hombre es creada, finita y encarnada (corpórea), mientras que Dios es un espíritu puro, increado e infinito: es, pues, perfectamente razonable suponer que entre el alma humana y Dios hay formas espirituales finitas y creadas, pero sin cuerpo: los ángeles.

En todos los seres creados (seres finitos) se da una cierta inestabilidad, una contingencia o falta de necesidad. Su existencia les viene dada desde fuera por alguna causa exterior. La existencia es el acto, distinto de la potencialidad a la que actualiza. Solamente en Dios son idénticas la esencia y la existencia.


Según Santo Tomás, la naturaleza del hombre está constituida por alma y cuerpo.
Santo Tomás sigue a Aristóteles al afirmar la unidad de la sustancia humana:
El alma es el acto (forma sustancial) del cuerpo, aquello que le da a éste la perfección: del mismo modo que el ojo tiene en potencia la capacidad de ver y el ver es su acto o perfección, ciertos cuerpos tienen en potencia la vida, tienden a realizar actividades vitales -crecer, percibir, sentir- y el alma es lo que les permite actualizar o hacer reales dichas capacidades.
Siguiendo a Aristóteles, Santo Tomás considerará que hay tantos tipos de almas como tipos generales de actividades vitales. Cada función superior incluye siempre las inferiores, y hay una escala o jerarquía en los seres vivientes de acuerdo con la realización de esas funciones. Las plantas tienen sólo alma vegetativa, que permite las actividades vitales más básicas como la reproducción, el crecimiento y la nutrición; los animales, alma sensitiva, que permite el conocimiento inferior o sensible (la percepción) y el apetito inferior (los deseos y apetitos que tienen que ver con el cuerpo) y el movimiento local; los seres humanos poseen alma intelectiva cuyas actividades vitales propias son la voluntad (apetito superior) y el intelecto o entendimiento (conocimiento superior).
En cuanto a la inmortalidad del alma humana, Santo Tomás presenta varias pruebas, aunque la más comprensible se refiere al deseo: todas las cosas desean naturalmente mantenerse en el ser, seguir existiendo. Los seres dotados de conocimiento sensible no conocen más que lo actualmente existente y presente ante sus sentidos; sin embargo los que tienen conocimiento intelectual conocen la existencia sin la limitación del tiempo y del espacio, de ahí que deseen de forma natural existir siempre. Como la naturaleza no da ningún deseo que no se pueda cumplir de alguna manera, Santo Tomás concluye que toda substancia intelectual (alma) es incorruptible.
La teoría del conocimiento de Santo Tomás está tomada de Aristóteles. El hombre, para conocer las cosas, usa los sentidos y también el entendimiento.
Los sentidos captan las cosas individuales (compuestas de materia y forma). La percepción sensible deja impresa en la memoria una imagen o fantasma del objeto. El entendimiento activo o agente despoja a la imagen de sus elementos individuales y abstrae la especie o esencia universal.

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