Artes decorativas del románico


La diversidad de la arquitectura ROMánica


A pesar de la unidad de rasgos que intervienen en la configuración de la arquitectura ROMánica, presenta también numerosas variantes regionales y nacionales, que evidencian al tiempo su generalización por toda Europa y la dificultad de definición del estilo. Precisamente fueron las rutas de peregrinación las que favorecieron el intercambio del mismo pero también la intervención de tradiciones locales en la concreción de las diferentes escuelas.Francia es el país donde se manifiesta más claramente dicha variedad. En Borgoña, la influencia de Cluny se hace presente en una tipología de iglesias majestuosas, cuyo ejemplo más singular es Sta. Magdalena de Vezelay. En el Perigord, el ROMánico se mezcla con influencias bizantinas en iglesias con planta de cruz griega cubiertas por cúpulas como Saint Front de Perigueux. En el Poitou, las pequeñas construcciones enfatizan preferentemente la fachada mediante torrecillas circulares con cubiertas escamadas y una decoración escultórica profusa que cubre la totalidad de la portada (Notre Dame de Poitiers). En el norte, Normandía y Bretaña, las iglesias se elevan en altura, siendo un claro precedente del gótico; ascienden en altura hasta tres pisos, sustituyendo la tribuna por un ándito y sobre éste un claristorio de iluminación (San Esteban de Caen). En Provenza, la presencia romana se hace notar a través de la utilización de elementos de tradición clásica: columnas corintias, frontones, fachadas en arco de triunfo, etc. (San Trófimo de Arlés).El ROMánico en Italia también evoluciónó atendiendo a tradiciones locales, siendo evidentes las influencias clásica y bizantina. En el norte se mantuvieron las carácterísticas lombardas junto con el desarrollo de porches columnados y flanqueados por animales como en la catedral de Módena. En Toscana, se desarrolló un estilo muy rico y elocuente, al mantener la tradición paleocristiana de baptisterio, campanile e iglesia independientes y exentos, con cubiertas artesonadas y revestimientos marmóreos a la manera romana, en el que sobresale el conjunto del Duomo de Pisa.Los ejemplos españoles se enmarcan entre la influencia ROMánica del primer ROMánico, las aportaciones francesas procedentes de Cluny a través de la ruta jacobea y la inevitable influencia islámica procedente de Al-Ándalus. La catedral de Jaca integra perfectamente estas tres aportaciones, San Martín de Fromista se convierte en el modelo de perfección estilística castellana y San Isidoro de León en la síntesis evolutiva del estilo a lo largo del tiempo. En el Siglo XII otras alternativas regionales enriquecen el panorama ROMánico, como las iglesias segovianas con sus pórticos de arquerías al sur (San Millán), las iglesias navarras de planta central (Eunate), las sorianas con fachada decorada (Sto. Domingo) o las leonesas con cúpulas bizantinizantes (catedral de Zamora). Sin embargo, es la catedral de Santiago de Compostela la obra culminante del ROMánico nacional, iniciada en tiempos del obispo Diego Peláez y bajo la dirección de maestros de origen francés (Esteban), presenta soluciones procedentes de otras edificaciones del Camino. Por ultimo, no debemos olvidar la peculiar situación de peninsular durante los siglos XI y XII, y la población musulmana que, en convivencia pacífica, se incorporó a los territorios cristianos. Iglesias de Toledo, Sahagún o Teruel tuvieron una mano de obra musulmana introduciendo nuevos materiales y técnicas sobre una base constructiva ROMánica y después gótica, respondiendo a un modelo estético conocido como arte mudéjar.

LAS ARTES PLÁSTICAS, ESCULTURA Y PINTURA


Las carácterísticas esenciales que definen las artes figurativas del periodo son su finalidad catequética y su relación con lo arquitectónico, especialmente en el caso de la escultura.La primera resulta evidente si partimos de la necesidad de constituir un recordatorio para el pueblo analfabeto y peregrino acerca de las creencias cristianas, la obligatoriedad de la penitencia y los peligros del mundo. Responde, por tanto, a la imposición teológica de una serie de directrices dogmáticas y a una iconografía esencialmente escatológica (creencia de ultratumba).
A falta de una tradición definida, los artistas realizarán una labor de síntesis de las más variadas formas y procedencias: orientales, árabes, bizantinas, europeas…, gracias a la movilidad de las personas y de las influencias del momento.Si el artista se sometíó a unas normas ideológicas, también tuvo que hacerlo a los límites que permitía la arquitectura. La ley del marco le obligó a deformar las figuras para acoplarlas al tímpano semicircular de las fachadas o a las carácterísticas de los capiteles, que como vimos se convierten en elementos esenciales de la simbología de los edificios ROMánicos. Tuvo pues que aprovechar al máximo el espacio e invadirlo todo con su talla (horror vacui), prescindiendo de la belleza formal en aras al mensaje que debían proyectar los relieves. La talla y el modelado suelen ser toscos, con una fuerte carga de hieratismo y frontalidad. La composiciones carecen de perspectiva y no existe una lógica espacial.

En definitiva se trata de representaciones ajenas a la realidad pero cargadas de emotividad; imágenes tópicas y estereotipadas que no debemos entender como el fruto de una ausencia de técnica, sino de su propia concepción y funcionalidad: el cometido del escultor es evocar las verdades de la fe, no representarlas. En este sentido, estamos un arte conceptual y expresivo, que sin renunciar al Naturalismo no se preocupa por representar la realidad.
Al final del periodo ROMánico el escultor empieza a liberarse del marco y transmitir dicha libertad a sus obras. La simple caracterización de un rostro da paso a un estudio de los rasgos faciales y el tratamiento de la figura comienza a adquirir valores táctiles, como observamos en el Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago, obra del maestro Mateo en la transición al gótico.

Arquitectura y escultura se mezclan para construir el escenario ideal agustino: El Camino de Salvación, jerarquizando a lo largo del mismo la presencia de los distintos personajes bíblicos: Cristo, la Virgen, el tetramorfos, los apóstoles, los santos… Por ello los temas más usuales son el Juicio Final, Cristo en majestad (Pantocrátor) o la Virgen entronada. También abundan las vidas de santos, escenas de las escrituras o de los evangelios apócrifos e incluso temáticos profanos y malignos –al exterior de los templos- que contribuyen a crear el escenario temible y mágico de la salvación que el fiel debe conocer.

La escultura exenta es mucho más reducida y se concreta en objetos de uso personal –asociada a los grandes personajes políticos o religiosos- o litúrgico. Cristo Crucificado y la Virgen Trono son los temas más representados en relación con la superación de la muerte y la salvación, y como sedes sapientiaes respectivamente. Casi siempre se trataba de esculturas talladas en madera y policromadas con vivos colores que junto con sus actitudes hieráticas y formalistas aluden a una cierta influencia bizantinizante.

Muchos de los caracteres de la escultura son aplicables a la pintura ROMánica, que decoró frontales de tabla y, sobre todo, los grandes muros, bóvedas y ábsides de las iglesias de la época. Es una pintura al fresco, realizada al temple, de gran cromatismo, de colores planos y vivos, con una clara tendencia a perfilar con trazo oscuro y grueso los contornos; carente de profundidad y perspectiva, pero de una gran expresividad que recuerda con frecuancia al arte de la miniatura.Al igual que en la escultura, los temas preferidos son el Pantocrátor, de clara inspiración bizantina, o la Virgen Trono, fruto de la consideración de la divinidad mariana frente a algunas elegías milenaristas. En ocasiones, se introducen también escenas cotidianas, donde el paisaje o los elementos naturales contribuyen a la creación de ambientes.En España, en pintura mural se distinguen dos estilos diferenciados: el catalán, de influencia italobizantina y fuerte carga simbólica (San Clemente de Tahull), y el castellano, en relación con el Camino de Santiago, emparentado con lo francés y más cercano a lo cotidiano (San Isidoro de León).En menor medida se pintan frontales de altar y retablos, ejecutados con técnica de temple sobre tabla. Destacan en ellos los temas hagiográficos, de carácterísticas similares a la pintura mural.

LA PINTURA GÓTICA: GIOTTO Y LOS PRIMITIVOS FLAMENCOS


Supone un cambio radical respecto a la ROMánica en la búsqueda de nuevos soportes, los retablos, que sustituyen a los muros de las iglesias; la técnica utilizada es temple al huevo y no existen caracteres generales sino escuelas representativas en relación con el proceso evolutivo de las artes figurativas antes comentado. Así: *La Escuela Franco-gótica
. Se centra en la miniatura y concede una importancia fundamental a la línea y el dibujo. Valoración de los tonos planos, sin volumen ni sombras. En España sobresale la figura de Andrés Sánchez de Segovia: Catedral Vieja de Salamanca.* La Escuela Italo-gótica.
Se advierten en ella dos tendencias: Sienesa. Caracterizada por su naturalidad, delicadeza y elegancia; sinuosidad de sus formas. Sobresalen autores como Duccio y Simone Martini. Influye en la pintura catalana a través de autores como Jaume y Pere Serrá. Florentina. De acusada monumentalidad y volumetría. Destacan autores como Cimabue y, muy especialmente, Giotto di Bondone.
La obra de este último supuso un punto de inflexión en el arte gótico. Muy influido por el espíritu franciscano,  aportó un nuevo valor a la naturaleza y situó al ser humano en una nueva dimensión. La introducción del paisaje de fondo, la corporeidad de los personajes, la preocupación por las composiciones y la observación del natural son elementos que anticipan la pintura del Renacimiento (tal y como podemos ver en los frescos de la capilla Scrovegni de Padua).* El Estilo Internacional
. Típico del Siglo XV. Se caracteriza por su eclecticismo y un mayor amaneramiento de las formas. En España, responden a esta tendencia los catalanes. Luis Borrasa y Bernardo Martorell. *Finalmente, la Escuela flamenca.
Desarrollada a lo largo del Siglo XV, supone para muchos autores una transición al Renacimiento por sus logros técnicos y visuales. Se trata de una pintura eminentemente burguesa caracterizada por un extremado detallismo y Realismo, así como por una especial valoración de la luz y del espacio mediante el uso de la perspectiva y las gradaciones de color en el paisaje. Entre sus logros se encuentra el desarrollo del retrato y la sistematización de la técnica al óleo (pigmentos aglutinados con aceite). Sus autores principales se reparten en varias generaciones, destacando: Van Eyck (autor del retablo del Cordero Místico de la catedral de san Bavón en Gante), Hans Memling, Van der Weyden (autor del descendimiento del Museo del Prado, caracterizado por su gran expresividad) Van del Goes, Joaquín Patinir o Hieronimush Bosh (El Bosco), este último autor de una pintura muy singular, compleja y misteriosa, que algunos autores han querido ver como precursora -muchos siglos antes- del Surrealismo.

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