La Segunda República Española (1931-1936)
El Bienio Reformista (1931-1933)
Tras la caída de Primo de Rivera, Alfonso XIII dispuso el restablecimiento de la Constitución de 1876. En un intento de retornar al sistema constitucional anterior a 1923, el Gobierno nombrado por Alfonso XIII convocó elecciones municipales. Sin embargo, los políticos de los antiguos partidos dinásticos, apartados del poder en 1923, no colaboraron con el monarca, a quien consideraban cómplice de la dictadura.
La proclamación de la República
En agosto de 1930, los partidos de la oposición política (socialistas, republicanos y nacionalistas) firmaron el Pacto de San Sebastián para instaurar la República, que era considerada la única solución a los problemas del país. El Gobierno programó un retorno gradual a la “normalidad” constitucional anterior a 1923, por lo que convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. Estos comicios fueron planteados por la oposición como un referéndum sobre la monarquía. En la mayoría de las ciudades, triunfaron las candidaturas republicanas y socialistas. Sin apoyos, Alfonso XIII abdicó y abandonó el país. El 14 de abril se proclamó la República.
El gobierno de Azaña y sus reformas
Entre diciembre de 1931 y junio de 1933, gobernó una coalición de centro-izquierda encabezada por Manuel Azaña. Esta primera etapa política republicana se conoce como bienio reformista, por los proyectos de reforma que inició. Sin embargo, su programa de modernización contó con la oposición de la extrema derecha y de la extrema izquierda. Los primeros, en 1932, protagonizaron un golpe de Estado militar encabezado por el general Sanjurjo (la “sanjurjada”). Los segundos, que consideraban insuficientes las reformas, promovieron acciones de masas, como huelgas u ocupaciones de tierras.
Medidas reformistas del Gobierno de Azaña
- Reforma militar: Su objetivo era profesionalizar y modernizar las Fuerzas Armadas y asegurar su fidelidad al nuevo régimen democrático. Estas reformas provocaron el malestar de los oficiales y los mandos monárquicos.
- Reforma agraria: Buscaba modernizar el sector y lograr un mayor aprovechamiento de las tierras mediante la eliminación de los latifundios. Esta medida fracasó y provocó el descontento de los campesinos.
- Reforma religiosa: Tenía como fin reducir la influencia de la Iglesia y promover una sociedad laica. La Iglesia se alineó contra la República.
- Reforma social: Su objetivo era establecer una educación gratuita, laica y obligatoria que ayudase a reducir el elevado porcentaje (30 %) de población analfabeta. Se llevaron a cabo mejoras laborales, pero no se consiguió combatir el paro.
- Cuestión autonómica: El reconocimiento de las autonomías en la Constitución de 1931 significó la instauración de una nueva organización territorial del Estado.
El Bienio Conservador y el Frente Popular (1933-1936)
El 19 de noviembre de 1933 se celebraron las segundas elecciones generales de la República, las primeras en la historia de España en que las mujeres pudieron ejercer el derecho al voto.
El Bienio Conservador (1933-1936)
Las elecciones de 1933 configuraron una inestable mayoría conservadora en torno a la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) de José M.ª Gil-Robles, el Partido Radical de Alejandro Lerroux y otros partidos menores. En noviembre de 1933 se inició el bienio conservador, que duró hasta febrero de 1936. Esta etapa también es conocida como bienio negro, debido a la anulación de las reformas sociales, económicas y autonómicas promovidas durante el bienio anterior. Los gobiernos radical-cedistas, bajo la dirección de Lerroux, ejecutaron una política revisionista que revirtió muchas de las medidas reformistas del período anterior. Esta política provocó un gran descontento social. Las organizaciones obreras convocaron una huelga general el 5 de octubre de 1934; el detonante fue la incorporación al Gobierno de la CEDA (un partido que no se había definido como republicano, pero que había ganado las elecciones). La huelga fue rápidamente reprimida y el Gobierno declaró el estado de guerra. En Cataluña y Asturias, sin embargo, triunfó momentáneamente, pero la intervención del Ejército aplastó el movimiento y causó miles de muertos. La radicalización política y la descomposición de la mayoría conservadora en las Cortes precipitaron la crisis del Gobierno y el presidente de la República convocó nuevas elecciones para febrero de 1936.
El Gobierno del Frente Popular (febrero-julio de 1936)
En las elecciones de febrero de 1936 ganó el Frente Popular, una gran coalición de partidos republicanos de centro y de izquierdas. Manuel Azaña fue elegido presidente de la República y Santiago Casares Quiroga asumió la presidencia del Gobierno. Este nuevo Gobierno reinició la acción reformista:
- Decretó una amnistía para los represaliados de la Revolución de octubre de 1934.
- Alejó de Madrid a los generales más reaccionarios del Ejército.
- Reanudó la reforma agraria y reactivó otras iniciativas autonomistas.
Los sectores conservadores reaccionaron con el cierre de fábricas y el terrorismo de grupos extremistas. La violencia en las calles, la agitación revolucionaria, la radicalización del enfrentamiento político y la incapacidad de llevar a cabo una modernización tensaron el ambiente político y social y provocaron la división del país. La violencia política extrema se materializó en el asesinato del capitán José Castillo por parte de falangistas. Como respuesta, un grupo de miembros de las fuerzas de seguridad mató al diputado ultraderechista José Calvo Sotelo. En este contexto de violencia, se produjo un golpe de Estado en julio de 1936 que, al fracasar, derivó en la Guerra Civil.
