Conflicto Español 1936-1939: Contexto, Batallas y Repercusiones


Introducción a la Guerra Civil Española

El ambiente social en España era tenso. La izquierda había optado por una postura revolucionaria, mientras la derecha buscaba el fin del sistema democrático. Paralelamente, la conspiración militar contra el gobierno del Frente Popular avanzaba, iniciándose contactos con Mussolini y Hitler. El 12 de julio fue asesinado el teniente Castillo por un guardia republicano. Las fuerzas de izquierda respondieron con el asesinato del líder de derechas José Calvo Sotelo. El enfrentamiento era inevitable. El gobierno de Casares Quiroga no había tomado medidas decisivas, lo que culminó el 17 de julio de 1936 con el alzamiento militar en Marruecos y la rebelión contra el gobierno de la República, liderada por Franco. El triunfo del golpe desencadenó, el 18 de julio, una guerra civil.

Desarrollo del Conflicto

El pronunciamiento se caracterizó por la declaración de estado de guerra en las principales ciudades, con las fuerzas de guarnición. En teoría, una vez ocupada Madrid, se obligaría a un cambio de gobierno para evitar la presunta revolución comunista que se estaba preparando en la República del Frente Popular. Los militares querían acabar con la experiencia republicana reformista, para lo que contaban con el apoyo de la parte más conservadora de la sociedad española. Con el tiempo, este movimiento sería denominado Alzamiento Nacional.

En cuanto a su preparación, desde comienzos de 1936, el general Mola, relegado por la República al Gobierno Militar de Pamplona, sería el director, contando con la ayuda de numerosos oficiales de la UME, distribuidos por todo el territorio, y con Sanjurjo, exiliado en Lisboa, quien tomaría el mando superior. El 12 de julio se produjo un doble asesinato político que aumentó la tensión en España: el teniente Castillo fue asesinado, y en respuesta, los Guardias de Asalto asesinaron a Calvo Sotelo.

El pronunciamiento se inició el 17 de julio en los cuarteles de Melilla y al día siguiente había triunfado en el resto del Protectorado. El 18 de julio llegó el general Franco desde Canarias y tomó el mando del Ejército de África. El mismo día 18 se sublevaron otros jefes militares (Mola en Pamplona; Queipo de Llano en Sevilla; Goded en Mallorca). El pronunciamiento triunfaba, en líneas generales, en Castilla la Vieja-León, Navarra, parte occidental de Aragón, Galicia, Baleares, Canarias y en algunas ciudades andaluzas. Sin embargo, fracasó en Cataluña, en Castilla la Nueva, Extremadura y gran parte de Andalucía. En Cataluña, la sublevación tuvo lugar el 19 de julio, debido a que el gobierno de la Generalitat pudo contar con las fuerzas del orden público: la policía y la Guardia de Asalto. Adolf Hitler y Benito Mussolini estaban dispuestos a facilitar armamento.

La situación de partida era ligeramente favorable a la España republicana, pero resultó muy negativa la división interna. El gobierno de la República actuó lentamente, mientras que el otro bando se movió con rapidez, trasladando soldados, aviones y material desde Marruecos. Los militares del bando africanista estuvieron en su mayor parte en el bando nacional.

Tras la confusión de las primeras semanas, el bando republicano se fue organizando poco a poco y se formó un gobierno presidido por el socialista Largo Caballero, con la creación de un único Ejército Popular de la República, para aunar y coordinar los esfuerzos bélicos que hasta entonces habían llevado a cabo cada partido por su cuenta. La defensa de Madrid contra el ataque de los nacionales fue un éxito de este nuevo ejército. Francia e Inglaterra, sobre todo, se mantuvieron al margen, constituyéndose en Londres un Comité de No Intervención por el que se comprometían a no enviar ni soldados ni armas a ninguno de los dos bandos. El bando republicano, por su parte, contó con la participación de las Brigadas Internacionales, tropas formadas por voluntarios de ideología izquierdista, procedentes de diferentes regiones geográficas, que vinieron a combatir el fascismo.

Fases de la Guerra Civil

1936: El inicio y la ofensiva sobre Madrid

Tras enlazar los territorios donde habían triunfado, el primer objetivo de los sublevados era ocupar Madrid, hacia donde se dirigieron dos ejércitos nacionales: uno desde el norte y otro desde el sur. En noviembre de 1936 tuvo lugar el primer asalto contra la capital, pero fracasó. Las tropas enviadas desde Cataluña hacia el frente de Aragón también fracasaron.

1937: Victorias nacionales y el bombardeo de Guernica

En 1937 tuvieron lugar las victorias nacionales en el Norte, con la conquista de Asturias, Cantabria y País Vasco, y también en el Sur, con la conquista de Málaga. Destaca el bombardeo de Guernica, localidad vizcaína, por la aviación alemana de la Legión Cóndor, que fracasaron en sus intentos de aislar Madrid.

1938: La ofensiva hacia el Mediterráneo y la Batalla del Ebro

En 1938 se produjo la ofensiva nacional hacia el Mediterráneo, lo que les permitió ocupar Vinaroz (Castellón), dividiendo así el territorio republicano y aislando a Cataluña del resto. Tuvo lugar la batalla más cruenta, la del Ebro, que duró cuatro meses y fue iniciada por el Ejército Popular Republicano, dirigido por el general Rojo. Fue la única ocasión en la que los republicanos llevaron la iniciativa, aunque el envío de refuerzos dio la victoria al bando nacional. El resultado de esta batalla fue decisivo.

1939: La caída de la República y el fin de la guerra

En 1939, las tropas nacionales ocuparon Cataluña en enero. Solo quedaban en poder de la República Madrid, la meseta Sur y el Levante. En tales circunstancias, se formó en Madrid una Junta de Defensa, dirigida por el coronel Casado, cuya única finalidad era negociar con Franco las condiciones de la rendición, a la que solo se opusieron activamente los comunistas. Franco se negó a la negociación, y la división interna en el bando republicano, entre quienes querían continuar luchando y quienes buscaban la rendición, permitió a los nacionales ocupar, sin resistencia, las últimas plazas en poder de la República. El 1 de abril, Franco firmó su último parte de guerra.

Consecuencias de la Guerra Civil Española

  • Fue un ensayo de la Segunda Guerra Mundial.
  • La posguerra fue muy dura, con la destrucción de numerosas ciudades, infraestructuras y patrimonio cultural y artístico. Además, supuso la salida de las reservas de oro del Banco de España.
  • Numerosas pérdidas humanas, tanto combatientes como no combatientes. Muchos españoles marcharon al exilio.
  • En el terreno económico, las consecuencias fueron nefastas: disminuyó la población activa, la producción y el nivel de renta.
  • La instauración de un nuevo régimen político: la Dictadura franquista, que se extendió hasta la muerte del general en 1975.
  • En el ámbito internacional, España vivió, tras la guerra, veinte años de aislamiento político, quedando fuera del fuerte impulso de progreso que se inició en Europa después de la Segunda Guerra Mundial.

El Bando Republicano: Divisiones Internas y Organización

El presidente de la República, Azaña, dimitió casi al final de la guerra, el 28 de febrero de 1939. Existía una profunda división interna entre los republicanos. Por un lado, los anarquistas de la CNT, la FAI y el POUM (partido trotskista) eran partidarios de la revolución social. Por otro, los socialistas y comunistas solo querían centrarse en ganar la guerra. Finalmente, los nacionalistas vascos y catalanes, junto a los partidos republicanos de centro e izquierda, no deseaban la revolución, sino defender el sistema democrático de la II República. Las diferencias entre estos tres sectores del bando republicano llegaron a un enfrentamiento armado, cuyo escenario fue Barcelona y cuya conclusión supuso la eliminación de los trotskistas y la pérdida de influencia de los anarquistas.

En los primeros meses de 1939 se estableció una nueva división entre quienes querían resistir y quienes pretendían negociar una paz con Franco que acabase con los sufrimientos de la población, aceptando la derrota. El Partido Comunista, cuya buena organización le llevó a aumentar el número de afiliados, ganó influencia. El PSOE, por su parte, quedó dividido, destacando el sector radical de Largo Caballero. La CNT y la FAI entraron en decadencia. En la zona republicana, especialmente en el frente de Madrid, los colectivistas intentaron tomar la propiedad de las tierras y fábricas. La gran escasez de alimentos dio lugar al mercado negro, que continuó durante la época franquista. La mujer adquirió un importante papel, pues muchas se alistaron en el ejército como milicianas. En la retaguardia, sustituyeron a los obreros en las fábricas y trabajaron en hospitales, oficinas y en la prensa, llegando algunas de ellas a ocupar cargos políticos.

El Bando Nacional: Unificación y Dictadura

Por el contrario, el bando nacional concentró todo el poder en la figura de Franco. El 1 de octubre de 1936, Franco asumió el mando militar (Generalísimo de todos los ejércitos) y político (Jefe del Estado Nacional). Reconocida su jefatura, se implantó una dictadura que se fue extendiendo por el país a medida que avanzaba la guerra.

Los grupos políticos que le apoyaron fueron los antiguos carlistas, la CEDA y otros grupos derechistas menores. Todos quedaron unificados en 1937 bajo la jefatura de Franco en un único partido denominado Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET y de las JONS), conocido también como Movimiento Nacional. La Iglesia se convirtió en aliada del nuevo régimen. El resto de partidos políticos fueron ilegalizados. El papel de la mujer se centró en las labores del hogar, la actuación en hospitales y en la distribución del avituallamiento. La FET y de las JONS creó la Sección Femenina.

Conclusión

La España de 1939, terminada la Guerra Civil, era una nación arrasada en la que se construiría un nuevo Estado caracterizado por la centralización absoluta del poder en manos del general Franco. La dictadura se extendería casi durante cuarenta años (1939-1975). A lo largo de esos años, experimentó una evolución, adaptándose a diferentes coyunturas internacionales: el alineamiento con el fascismo en los primeros años de la Segunda Guerra Mundial (al principio) y, al final del conflicto, una cierta neutralidad y su consecuente condena por parte de la Asamblea General de la ONU; el aislamiento de la posguerra; y su alianza con los Estados Unidos y la admisión en la ONU por su anticomunismo radical durante la Guerra Fría.

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