Niveles Inductores del Dimorfismo Sexual y la Pauta Femenina Endógena en la Especie Humana
Definiciones Fundamentales: Dimorfismo Sexual, Sexo y Género
El dimorfismo sexual se define como las variaciones en la fisonomía externa (como forma, coloración o tamaño) referidas al sexo, entre machos y hembras de una misma especie. Este dimorfismo tiene implicaciones significativas en los conceptos de sexo y género en la especie humana.
El sexo es una variable que implica procesos de diferenciación sexual que se extienden a lo largo de todo el ciclo vital. En estos procesos participan factores biológicos, psicológicos y sociales en mutua y permanente interacción, dando lugar a lo que denominamos varones, mujeres o personas con situaciones de ambigüedad sexual.
Por otro lado, el género hace referencia a aquellas características consideradas socialmente apropiadas para mujeres y varones en cada sociedad determinada (Fernández, 1996).
Los componentes de ambos conceptos, sexo y género, se han ido desvelando a lo largo del tiempo, incluyendo: la determinación genética, el condicionamiento hormonal, el control cerebral, los mecanismos de la tipificación sexual y el impacto de lo social, por destacar solo algunos de los que han recibido más atención por parte de los investigadores (Money y Ehrhardt, 1972).
Niveles de Comprensión de Sexo y Género
Para un adecuado entendimiento de ambas realidades, sexo y género, es posible establecer un triple enfoque o nivel (Fernández, 1991):
- Nivel estructural: Permite un estudio detallado de los componentes de cada uno de los dominios, gracias a las aportaciones de disciplinas como la genética, endocrinología, neurología, psicología, sociología, antropología y sexología.
- Nivel funcional: Desde este nivel se pueden integrar los conocimientos del nivel anterior, que ordinariamente aparecen yuxtapuestos.
- Nivel interactivo: Busca materializar la idea general de estos conceptos y destaca la necesaria interacción de ambos dominios (sexo y género) en la evolución del individuo.
Desarrollo Sexual Prenatal: Fases Clave
El desarrollo del sexo durante los períodos prenatales se realiza en tres fases o niveles principales: genético, gonadal y genital.
Fase Genética o Cromosómica
El desarrollo humano comienza con la fertilización de los gametos, cuando un gameto o célula sexual masculina penetra en la membrana de un gameto femenino. Cada gameto contiene la mitad de la información genética del progenitor del que procede. Cada ser humano tiene 46 cromosomas, 23 heredados de cada progenitor. El par cromosómico 23 determina el sexo biológico del individuo. El cariotipo es 46,XY en varones y 46,XX en mujeres. Por ello, la madre siempre transmite un cromosoma X, mientras que el padre puede transmitir un cromosoma X o uno Y, lo cual determina el sexo del feto.
Fase Embrionaria y Desarrollo Gonadal
Esta fase abarca desde la fecundación hasta la sexta o séptima semana. Durante este período, el desarrollo es inicialmente igual para las configuraciones XX y XY. El embrión presenta un par de gónadas primitivas (indiferenciadas), que se transformarán en testículos u ovarios, y dos sistemas de conductos sexuales que coexisten: los conductos de Wolff y los conductos de Müller, precursores del tracto reproductor masculino y femenino, respectivamente. A partir de la sexta semana, si no hay alteraciones, se inicia una morfogénesis que implica la regresión de uno de estos sistemas de conductos y la persistencia y diferenciación del otro. El cromosoma Y, y específicamente una entidad genética localizada en él conocida como el Factor de Diferenciación Testicular (FDT), promoverá que la gónada primitiva se transforme en testículo.
Fase Hormonal y Diferenciación Genital
El testículo fetal comienza a sintetizar una serie de hormonas, principalmente andrógenos, que actúan como inductores de la diferenciación somática masculina. Las más importantes de estas hormonas son la testosterona, que provocará la maduración de los conductos de Wolff, y una sustancia inhibidora de Müller (SIM o AMH, hormona antimülleriana), que causará la regresión de los conductos de Müller. La maduración de los conductos de Wolff dará lugar a las vesículas seminales, la próstata y los conductos deferentes. La testosterona es también responsable del desarrollo de los genitales externos masculinos: pene y escroto.
La Pauta Femenina Endógena en Humanos
La pauta femenina endógena en la especie humana se refiere a la tendencia natural hacia un desarrollo femenino por defecto. En ausencia del cromosoma Y, o si este es defectuoso (por ejemplo, si no se encuentra el FDT), la gónada indiferenciada tiende a desarrollarse como ovario.
Es importante destacar que, para este desarrollo femenino, no es necesaria la intervención de hormonas específicas que induzcan activamente el proceso. Así, a partir de las gónadas primitivas se forman los ovarios, y de los conductos de Müller se desarrollan las trompas de Falopio, el útero y el tercio externo de la vagina.
Puede darse el caso, pues, de que un individuo con cromosoma Y presente una apariencia femenina si no se ha formado el testículo o debido a otras causas. Si en la semana 12 de gestación no ha habido diferenciación testicular, aun existiendo el cromosoma Y, el embrión generalmente evolucionará hacia un fenotipo femenino. Por tanto, se podría considerar que la configuración XY es, en cierto modo, la «fórmula frágil» en cuanto al desarrollo sexual, lo que sugiere una mayor robustez intrínseca en el desarrollo embriológico femenino.
Esta perspectiva se contrapone con la teoría freudiana del psicoanálisis, que promulgaba un supuesto «complejo de castración» en las mujeres, como si les faltara algo que el hombre sí poseía. A raíz de investigaciones posteriores, sin embargo, se ha llegado a plantear que el pene podría considerarse una hipertrofia del patrón de desarrollo básico, que es el femenino.
Dimorfismo Sexual Cerebral e Influencias Hormonales
A nivel cerebral, el dimorfismo sexual tiende a ser mayor en especies más evolucionadas. Así, en experimentos con animales se descubrió el efecto organizador de los andrógenos en la diferenciación sexual del cerebro y el comportamiento. Si bien la aplicación de testosterona a hembras después del nacimiento no tenía un efecto masculinizante relevante en ciertos aspectos, cuando se inyectaban andrógenos a madres gestantes (como en los experimentos de Phoenix, 1959), las crías hembra de ratas mostraban una reducción en conductas típicamente femeninas (como la lordosis) y un aumento en conductas típicamente masculinas (como la de monta).
Asimismo, Whalen (1963) comprobó que la administración neonatal de estradiol a hembras genéticas suprimía la ovulación y los patrones de conducta femenina. Esto se debe, en parte, a que la testosterona, al llegar al cerebro de roedores, puede ser convertida (aromatizada) en estradiol, y este estradiol es el que, paradójicamente, sería responsable de la masculinización y desfeminización del cerebro en estas especies.
Androgenización y Comportamiento en Humanos
Estudiar la androgenización prenatal en el ser humano es complejo; solo se ha podido realizar en casos excepcionales, como la exposición accidental a progestina sintética, una hormona suministrada en los años 50 a mujeres gestantes para prevenir abortos y que luego fue prohibida debido a sus efectos virilizantes.
La progestina produjo una androgenización en fetos XX durante el embarazo. Aunque generalmente no afectó la identidad o el rol de género de estas niñas, sí se observaron ciertos matices en su comportamiento posterior:
- Mayor actividad física intensa (descritas como físicamente más fuertes).
- Mayor participación en juegos bruscos y competitivos.
- Menor interés en juegos con muñecas.
- Menor preferencia por ropa tradicionalmente femenina.
- Menos énfasis en el cuidado del aspecto personal.
Condiciones Específicas: Síndrome de Insensibilidad a los Andrógenos (SIA)
Por otro lado, existe el Síndrome de Insensibilidad a los Andrógenos (SIA), que afecta a individuos con fórmula cromosómica XY. Estos individuos carecen de receptores funcionales para los andrógenos que sus propios testículos producen. A pesar de tener testículos que segregan testosterona y hormona antimülleriana (lo que significa que genéticamente son masculinos y los conductos de Müller regresionan), sus cuerpos no pueden responder a los andrógenos. Como resultado, el desarrollo físico externo sigue una pauta femenina. En la pubertad, desarrollan mamas y tienen una apariencia típicamente femenina; sin embargo, carecen de útero y trompas de Falopio, y la vagina suele ser corta o estar ausente en sus dos tercios internos (solo cuentan con el tercio más externo, de origen distinto). Sus rasgos fenotípicos son femeninos, pero genotípicamente son masculinos (XY).
Consideraciones sobre la Orientación Sexual
“La orientación sexual no se elige, se eligen las experiencias sexuales. Hay pocas personas exclusivas en algo respecto a la orientación”.
—Torres (clases de Grado de Psicología, 2010)