Introducción al Reinado de Isabel II
El reinado de Isabel II fue un período convulso que se caracterizó por las diferentes constituciones promulgadas, constantes pronunciamientos militares y la alternancia en el poder entre moderados y progresistas. Las diferencias fundamentales entre estas dos corrientes políticas eran las siguientes:
Partido Moderado
- Soberanía compartida entre el Rey y las Cortes, con amplios poderes para el monarca: iniciativa legislativa, nombramiento y cese de ministros, capacidad para disolver las Cortes.
- Cortes bicamerales: el Congreso de los Diputados elegido por sufragio censitario muy restringido (solo tenían derecho de voto los ciudadanos con rentas muy altas) y el Senado, con amplios poderes, de nombramiento real y carácter vitalicio.
- Sufragio censitario muy restringido.
- Confesionalidad católica del Estado y ausencia de libertad religiosa.
- Declaración de derechos y libertades limitada.
- Política económica proteccionista.
- Los alcaldes de las grandes ciudades eran nombrados por el Gobierno.
Estos aspectos quedaron reflejados principalmente en la Constitución de 1845.
Partido Progresista
- Soberanía nacional (el poder reside en la Nación, de la que emanan todos los poderes).
- Cortes: Su aspiración inicial eran las Cortes unicamerales, pero debido a que gobernaron en períodos muy breves, acabaron aceptando las Cortes bicamerales. Buscaron que los senadores fueran electivos y no de nombramiento real.
- Sufragio: Su objetivo era el sufragio universal masculino, pero como paso previo propusieron ampliar el sufragio censitario existente.
- Ampliación de la declaración de derechos y libertades: libertad de reunión, expresión, imprenta, igualdad ante la ley, etc.
- Aconfesionalidad del Estado y defensa de la libertad religiosa.
- Política económica librecambista.
- Todos los alcaldes debían ser elegidos por los ciudadanos con derecho a voto.
Estos principios se plasmaron en la Constitución non nata de 1856 (que no llegó a entrar en vigor).
La Década Moderada (1844-1854)
Durante diez años gobernaron los moderados, con el general Narváez frecuentemente como presidente del gobierno. La influencia de la camarilla palaciega continuó siendo notable. En esta etapa se desarrolló una amplia labor legislativa, destacando leyes como:
- Creación de la Guardia Civil en 1844, con el objetivo de velar por el orden público, especialmente en el medio rural.
- Reforma universitaria (Plan Pidal), que centralizó la enseñanza y, aunque mantuvo la influencia de la Iglesia, sentó las bases de la universidad moderna.
- Reforma Tributaria de Alejandro Mon (1845), que buscó racionalizar y centralizar el sistema fiscal.
- Concordato con la Santa Sede de 1851 (negociado por Bravo Murillo): Tras la desamortización de Mendizábal, el Vaticano había roto relaciones con España. Con este concordato, se retomaron las relaciones diplomáticas; el Papado aceptó las tierras desamortizadas a cambio del compromiso del gobierno español de sostener el culto y al clero, y la Iglesia obtuvo importantes competencias en educación y censura.
- La ley más importante del período fue la Constitución moderada de 1845 (cuyas características principales ya se han mencionado).
El Bienio Progresista (1854-1856)
El desgaste y el autoritarismo de los últimos gobiernos moderados, junto con el descontento de amplios sectores liberales, desembocaron en La Vicalvarada (junio de 1854), un pronunciamiento militar liderado por el general Leopoldo O’Donnell. Este evento, que contó con apoyo popular, permitió la formación de un gobierno progresista encabezado por el general Baldomero Espartero, apoyado por los progresistas y el emergente Partido Demócrata. Paralelamente, un grupo de intelectuales, entre ellos Antonio Cánovas del Castillo, redactó el Manifiesto de Manzanares, en el que se reclamaban reformas políticas profundas, un régimen representativo y el cumplimiento de la Constitución.
En este corto período se aprobaron una serie de leyes importantes:
- Desamortización General de Madoz (1855): Afectó a bienes de la Iglesia, del Estado, de los municipios (bienes de propios y comunes) y de otras instituciones.
- Ley General de Ferrocarriles (1855): Buscó impulsar la construcción de la red ferroviaria en España, atrayendo capital extranjero.
- Como ley básica, se elaboró una nueva constitución, la Constitución de 1856, conocida como non nata porque, aunque fue aprobada por las Cortes, nunca llegó a entrar en vigor (sus principios ya fueron mencionados).
La crisis económica, la conflictividad social (huelgas obreras, motines de subsistencia) y las tensiones políticas, exacerbadas por la aplicación de leyes como la desamortización, llevaron a que la reina, con el apoyo de O’Donnell, destituyera a Espartero. O’Donnell, una figura más moderada que había fundado el partido Unión Liberal (una formación política a medio camino entre moderados y progresistas), fue nombrado Primer Ministro. Este fue un breve período de transición antes de que los moderados, liderados por Narváez, recuperaran nuevamente el poder.
Crisis del Moderantismo: Gobiernos Moderados y Unionistas (1856-1868)
Retorno Moderado y la Ley Moyano (1856-1858)
Tras la caída del Bienio Progresista, Narváez volvió a la jefatura del Gobierno. Durante estos dos años, se restableció la Constitución de 1845, se suspendió la desamortización de Madoz y se anularon las medidas más avanzadas del bienio anterior. Como nueva legislación destacada, se promulgó la Ley de Instrucción Pública de 1857, conocida como Ley Moyano, que reguló el sistema educativo español en sus distintos niveles (primaria, secundaria y universitaria) y que tendría una larguísima vigencia.
El «Gobierno Largo» de la Unión Liberal (1858-1863)
Desde 1858 hasta 1863, O’Donnell, al frente de la Unión Liberal, dirigió el gobierno en el período conocido como el «Gobierno Largo». Fueron años de relativa estabilidad política y expansión económica, impulsados por la coyuntura internacional favorable y las inversiones en obras públicas (ferrocarriles). Se desarrolló una activa y agresiva política exterior que buscaba recuperar el prestigio internacional perdido, con acciones como la Guerra de África (que culminó con la ocupación de Tetuán) o las intervenciones, finalmente infructuosas, en México (junto a Francia y Reino Unido) y en la Cochinchina (actual Vietnam).
Inestabilidad Final y Caída de la Monarquía (1863-1868)
El desgaste político de O’Donnell y la falta de cohesión interna de la Unión Liberal llevaron a su dimisión en 1863. A partir de entonces, se sucedieron en el poder gobiernos moderados y unionistas cada vez más inestables y autoritarios. Los últimos años del reinado de Isabel II se caracterizaron por una extrema inestabilidad política, manifestada en la rápida sucesión de gobiernos de muy corta duración, la creciente impopularidad de la reina (debido a su injerencia en la política y su vida personal) y una crisis generalizada en el país: crisis financiera (caída de las acciones ferroviarias y bancarias), crisis de subsistencias (malas cosechas y aumento de precios) y crisis política (agotamiento del sistema moderado y creciente oposición).
En estas circunstancias, la oposición al régimen se intensificó. En junio de 1866, se produjo en Madrid la sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil que, a pesar de contar con cierto apoyo popular y la participación de progresistas y demócratas, fue duramente reprimida y fracasó. Ese mismo año, en agosto, progresistas y demócratas firmaron el Pacto de Ostende (Bélgica) con el objetivo de derrocar a Isabel II e implantar un nuevo régimen político (monarquía o república, a decidir por unas Cortes Constituyentes elegidas por sufragio universal). A este pacto se uniría posteriormente la Unión Liberal, tras la muerte de O’Donnell en 1867 y la de Narváez en 1868, lo que dejó al régimen isabelino sin sus principales sostenes.
Esta confluencia de factores (crisis económica, inestabilidad política, desprestigio de la monarquía y unión de las fuerzas opositoras) desembocó, en septiembre de 1868, en la sublevación militar iniciada en Cádiz por el almirante Topete, a la que se sumaron los generales Prim (progresista) y Serrano (unionista). Esta fue la llamada «Revolución Gloriosa» o «Septembrina», que triunfó rápidamente y obligó a la reina Isabel II a marchar al exilio. Se conformó entonces un Gobierno Provisional, presidido por Serrano, dando inicio al período conocido como el Sexenio Democrático o Revolucionario (1868-1874).