El Sistema Político y los Nacionalismos en la España de la Restauración (1875-1902)


La Oposición al Sistema Político y los Nacionalismos Periféricos en la España de la Restauración

La Oposición al Sistema Político

El sistema político de la Restauración se caracterizó por la exclusión de diversas fuerzas que cuestionaban su legitimidad o buscaban transformaciones profundas. Entre los principales grupos de oposición se encontraban:

  • Los Carlistas: Marginados del sistema tras su derrota en 1876, su influencia política disminuyó considerablemente, en parte debido al apoyo de la Iglesia a la monarquía de Alfonso XII.
  • Los Republicanos: Marcados por el fracaso de la Primera República, su presencia en el panorama político fue limitada, obteniendo escasos escaños en el parlamento.
  • Los Anarquistas: Constituyeron una corriente fundamental del movimiento obrero decimonónico. La llegada de Fanelli en 1870 propició la creación de la sección española de la AIT (Asociación Internacional del Trabajo). Profundamente antiestatistas, su implantación se concentró en los obreros catalanes y campesinos. Se afiliaron a la Federación de Trabajadores de la Región Española, dirigida por Anselmo Lorenzo, y experimentaron una división interna:
    • El anarquismo urbano e industrial (Madrid y Barcelona) evolucionó hacia la renuncia de la destrucción del Estado y la priorización de la huelga como herramienta de lucha.
    • El anarquismo andaluz se organizó en sociedades secretas y recurrió a la lucha armada, con episodios notorios como los crímenes atribuidos a la Mano Negra en Jerez, Sevilla y Cádiz.
  • Los Socialistas: El marxismo representó la otra gran tendencia del movimiento obrero. Surgido en Madrid, tuvo como figura clave a Pablo Iglesias, quien presidía la Asociación del Arte de Imprimir. En mayo de 1879, fundó el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) con los siguientes objetivos:
    • La toma del poder por los obreros.
    • La sustitución de la propiedad privada por la propiedad colectiva.
    • La enseñanza para todos.
    • La eliminación de las clases sociales en favor de una sociedad de trabajadores.
    • La consecución de derechos básicos: reunión, asociación, libertad de imprenta, sufragio universal y la jornada laboral de ocho horas.

Su principal implantación se dio en Madrid, Extremadura, Castilla la Nueva y Vizcaya. En 1886, vio la luz El Socialista, periódico oficial del partido. En agosto de 1888, coincidiendo con el Primer Congreso del PSOE en Barcelona, se fundó la UGT (Unión General de Trabajadores).

Los Nacionalismos Periféricos

A lo largo del siglo XIX, surgieron y se consolidaron movimientos nacionalistas en las regiones periféricas de España, impulsados por factores históricos, culturales y económicos:

  • El Catalanismo: Sus raíces se remontan a los Decretos de Nueva Planta de Felipe V (1716), que abolieron las instituciones catalanas. A mediados del siglo XIX, la Renaixença, un movimiento cultural que promovió el uso del catalán, revitalizó la conciencia nacional. La burguesía catalana se aglutinó en torno a este movimiento, reclamando la descentralización y la defensa de sus intereses económicos.
    • 1880: Primer Congreso Catalanista en Barcelona.
    • 1882: Fundación del Centre Català, de carácter autonomista.
    • 1885: Presentación del Memorial de Greuges, exigiendo una política proteccionista para la industria catalana.
    • 1887: Fundación de la Lliga de Catalunya por los sectores más conservadores, que abogaba por un regionalismo fiel a la monarquía.
    • 1891: Enric Prat de la Riba fusionó el Centre Catalá y la Lliga de Catalunya en La Unió Catalana.
    • 1892: La primera asamblea de La Unió Catalana elaboró el programa catalanista conocido como las Bases de Manresa.
    • 1901: Junto a Cambó, se fundó la Lliga Regionalista, un partido católico y burgués defensor de la autonomía y la industria catalanas.
  • El Nacionalismo Vasco: La aprobación de la ley de 1876, que suprimió los fueros tras la Tercera Guerra Carlista, provocó dos reacciones distintas:
    • La burguesía urbana e industrial transigió y obtuvo beneficios económicos.
    • El mundo rural, de pequeños propietarios, tradicional y católico, se mostró intransigente en la defensa de la identidad vasca.

El principal impulsor del nacionalismo vasco fue Sabino Arana. El 31 de julio de 1895, fundó el primer Partido Nacionalista Vasco con el lema «Dios y Ley Vieja», y formuló un discurso antiespañol que abogaba por la independencia de Euskadi, la promoción del euskera y las costumbres vascas. A principios del siglo XX, el partido incorporó a la burguesía urbana e industrial, que lo financió, imponiendo una línea autonomista «nueva». El PNV adoptó una política moderada, considerando la vía gradual hacia la independencia del País Vasco.

El Gallecismo: El atraso de Galicia dificultó la aparición de un movimiento nacionalista consolidado, que se inició como un movimiento literario: el Rexurdimento, con figuras como Rosalía de Castro. A finales del siglo XIX, surgió un regionalismo gallego conservador y católico, impulsado por la obra de Alfredo Brañas, El Regionalismo, que reclamaba la autonomía. Ya en el siglo XX, emergió una corriente más radical liderada por el escritor y político Rodríguez Castelao. La Conciencia Andaluza: El primer acto de regionalismo andaluz tuvo lugar en Antequera en 1883, conmemorando el centenario de la Primera República. Sin embargo, no derivó en un partido andalucista burgués, ya que estos solían alinearse con la oligarquía madrileña. En 1915, Blas Infante, con El Ideal Andaluz, sentó las bases del Andalucismo Histórico.

La Evolución del Régimen de la Restauración

a. Reinado de Alfonso XII (1875-1885)

Los primeros años del reinado estuvieron marcados por el gobierno del partido conservador, que, además de aprobar la Constitución de 1876, tuvo que hacer frente a dos graves conflictos:

  • La Tercera Guerra Carlista (1872-1876): Iniciada en Navarra, se extendió a las provincias Vascongadas y Cataluña, alentada por Carlos VII. La ofensiva de Martínez Campos en el frente del norte culminó en febrero de 1876 con la caída de Estella y el exilio de Carlos VII.
  • La «Guerra Grande» de Cuba (1868-1878): Las tropas españolas se enfrentaron a los rebeldes cubanos. La intervención de un potente ejército enviado por Martínez Campos condujo a la derrota del movimiento independentista y al fin de la guerra con la Paz de Zanjón (10 de febrero de 1878), que prometía autonomía administrativa y amnistía para los insurrectos.

El gobierno conservador de Cánovas impulsó una intensa labor legislativa, caracterizada por medidas restrictivas que reforzaban el control del Estado sobre los derechos ciudadanos. Se estableció el sufragio censitario y se limitaron las libertades de cátedra y de prensa. En cuanto al centralismo, se abolieron los fueros vascongados tras la guerra carlista. No obstante, para reconciliarse con la burguesía vasca, Cánovas concedió autonomía fiscal a las diputaciones forales. En los ayuntamientos de ciudades con más de 30.000 habitantes, los alcaldes eran de designación real y los presupuestos aprobados por el gobierno; en poblaciones menores, el nombramiento de alcaldes correspondía a los Gobernadores Civiles.

Entre 1881 y 1883, el poder pasó al partido liberal de Sagasta, que restableció las libertades básicas de cátedra, reunión y expresión (con la ley de prensa de 1883). Los conservadores recuperaron el poder en 1883 hasta la muerte del rey en 1885.

b. La Regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902)

Alfonso XII, nacido en 1857, falleció de tuberculosis el 25 de noviembre de 1885. Se había casado en primeras nupcias con su prima María de las Mercedes, quien murió meses después, y en segundas nupcias en 1879 con María Cristina de Habsburgo-Lorena, sobrina del emperador de Austria. María Cristina asumió la Regencia con el apoyo de los dos partidos dinásticos. Sus líderes, Cánovas y Sagasta, firmaron el Pacto del Pardo para mantener la monarquía, respetar los turnos de gobierno y conservar las leyes aprobadas. Se otorgó el poder al partido Liberal, que gobernó hasta 1890, periodo conocido como el «Parlamento Largo».

En la década de 1890, gobernaron los conservadores, destacando su política proteccionista con la aprobación del Arancel de 1891, que defendía de la competencia exterior a la industria vasca y catalana, así como a los terratenientes cerealistas castellanos. En 1894, se aprobó una ley antiterrorista contra el anarquismo. Sin embargo, el gran problema de la Restauración fue la guerra de Cuba (1895).

El 3 de agosto de 1897, Cánovas fue asesinado por el anarquista italiano Michele Angiolillo en el balneario de Santa Águeda de Mondragón (Guipúzcoa). Le sucedió al frente del partido conservador Francisco Silvela. A pesar de ello, fue Sagasta quien gobernó, aunque la pérdida de Cuba y Filipinas en 1898 supuso un gran desprestigio. Silvela presidió el gobierno en 1899 y se alternó con Sagasta hasta la muerte de este último en 1903. El final de la Regencia de María Cristina tuvo lugar el 12 de mayo de 1902, cuando su hijo alcanzó la mayoría de edad (15 años) y subió al trono como Alfonso XIII.

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