El Reformismo de Maura
Tras el desastre del 98, los líderes políticos intentaron modernizar el sistema de forma gradual. Antonio Maura, desde el Partido Conservador, impulsó el proyecto reformista más ambicioso con el objetivo de ampliar la participación ciudadana, acabar con la corrupción electoral y mejorar la administración estatal. También promovió la descentralización para calmar a los catalanistas y modernizar la economía.
Entre sus reformas, destacan:
- Impulso a la inamovilidad de los funcionarios.
- Establecimiento de exámenes por oposición.
- Promulgación de la Ley de Descanso Dominical.
En su gobierno (1907-1909), estableció el voto obligatorio, creó el Instituto Nacional de Previsión para pensiones de jubilación y los Consejos de Conciliación para evitar conflictos laborales. Además, reorganizó la Policía, redujo impuestos y fortaleció la industria nacional. Legalizó el derecho a huelga, aunque muchas propuestas no prosperaron, como la reforma agraria y la mejora del sistema judicial. Su fracaso se debió a la resistencia del sistema caciquil, la falta de apoyo de Alfonso XIII y su dura represión durante la Semana Trágica, lo que le llevó a perder el respaldo político.
La Semana Trágica de 1909
Tras la Conferencia de Algeciras (1906), España obtuvo un protectorado en el norte de Marruecos. La resistencia de las tribus rifeñas obligó a un incremento militar en la zona, lo que llevó al envío de reservistas, muchos de ellos casados, generando malestar social. En Barcelona, la salida de tropas provocó protestas que derivaron en una huelga general convocada por anarquistas, socialistas y republicanos. La revuelta se descontroló, con saqueos y enfrentamientos violentos. El gobierno declaró el estado de guerra y usó el ejército para reprimir la insurrección, resultando en 104 civiles muertos y miles de detenidos.
La ejecución del pedagogo anarquista Francisco Ferrer Guardia generó protestas internacionales y debilitó a Maura, quien perdió el respaldo del rey. Su caída supuso una crisis en el bipartidismo de la Restauración y fortaleció la oposición republicano-socialista.
Canalejas y la División de los Partidos
José Canalejas, presidente en 1910, intentó regenerar la política con medidas progresistas, aunque sin romper con el uso del ejército en la represión. Impulsó la Ley del Candado para limitar la expansión de órdenes religiosas en España, enfrentándose a la Iglesia. También intentó reemplazar el impuesto de consumos con un sistema progresivo según la riqueza, lo que generó rechazo en la alta burguesía.
Su asesinato en 1912 truncó sus reformas y aceleró la fragmentación política. Los conservadores se dividieron entre mauristas y datistas, mientras que los liberales se fracturaron en varias facciones personalistas. En 1913, Eduardo Dato asumió el gobierno en un contexto de tensión social y la inminente Primera Guerra Mundial, con España manteniéndose neutral.
La Crisis de 1917
En 1917, España enfrentó una crisis múltiple con conflictos en el ejército, el ámbito político y el mundo laboral. Los oficiales, descontentos con sus salarios y ascensos, crearon las Juntas Militares de Defensa, que lograron imponer sus demandas al gobierno. Paralelamente, la negativa del gobierno a convocar Cortes llevó a una Asamblea de Parlamentarios en Barcelona, impulsada por republicanos, socialistas y nacionalistas catalanes, que exigían reformas democráticas. Sin embargo, la Lliga pactó con el gobierno y la iniciativa fracasó.
En agosto, la inflación y el desempleo generaron una huelga general liderada por la UGT y la CNT, paralizando el país. La respuesta del gobierno fue declarar el estado de guerra y reprimir con dureza, dejando miles de detenidos y varios condenados a cadena perpetua.
Entre 1917 y 1919, los intentos de democratización fracasaron por la resistencia conservadora y el miedo a una revolución proletaria tras las huelgas de 1919. A esto se sumó la derrota militar en Annual (1921) y la escalada del terrorismo sindical y patronal. Los constantes estados de excepción y la inestabilidad gubernamental reforzaron el poder del ejército. Finalmente, en 1923, Alfonso XIII respaldó el golpe de Estado de Primo de Rivera, instaurando una dictadura y poniendo fin al sistema de la Restauración.
La Situación Previa al Golpe de Estado
Antes del golpe de Primo de Rivera, España atravesaba una profunda crisis política, social y militar.
Los Partidos de la Oposición
Había tres principales fuerzas opositoras. El Partido Republicano Radical de Lerroux perdió apoyo obrero y se inclinó al conservadurismo. El Partido Reformista de Melquíades Álvarez, republicano y anticaciquil, se alejó del socialismo y se acercó al liberalismo. El Partido Socialista (PSOE) creció, pero sufrió una escisión cuando un sector apoyó la revolución bolchevique, fundando en 1920 el Partido Comunista Español (PCE).
La Lucha Sindical
La CNT creció, especialmente en Andalucía, donde la miseria llevó a revueltas campesinas que fueron reprimidas por el gobierno. En Barcelona, la lucha entre la patronal y los sindicatos se radicalizó: los empresarios contrataron pistoleros para eliminar a líderes sindicales, mientras grupos anarquistas como Los Solidarios respondieron con atentados. Hubo más de 800 asesinatos en este período. En 1919, una huelga paralizó el 70% de la industria catalana.
El Problema de Marruecos
La guerra en Marruecos, impulsada por intereses económicos, generó rechazo entre las clases populares. En 1921, el Desastre de Annual dejó 13.000 soldados españoles muertos. Esto provocó una crisis política y la creación del Expediente Picasso, que señalaba la responsabilidad de altos mandos militares y del propio Alfonso XIII.
El Golpe de Estado de Primo de Rivera
El 12-13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado. Alfonso XIII aceptó sus exigencias y le entregó el poder. Primo de Rivera justificó el golpe alegando la necesidad de regeneración nacional, eliminar la corrupción y evitar una revolución social.
La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1931)
El Directorio Militar (1923-1925)
Primo de Rivera estableció un gobierno exclusivamente militar. Suspendió la Constitución de 1876, disolvió el Congreso y el Senado, prohibió partidos y sindicatos, y destituyó autoridades locales. En 1924 creó la Unión Patriótica, partido único que defendía el nacionalismo centralista, el catolicismo y la monarquía. Aunque prometió acabar con el caciquismo, muchos oligarcas se integraron en el nuevo sistema.
El Directorio Civil (1925-1930)
Intentó institucionalizar el régimen creando una Asamblea Nacional en 1927 para redactar una nueva constitución, que nunca entró en vigor. En Marruecos, tras el desembarco de Alhucemas (1925), logró derrotar a los rifeños, lo que le dio gran popularidad.
Política Económica y Social
Aprovechando un contexto económico favorable, impulsó obras públicas (pantanos, carreteras, ferrocarriles), lo que generó crecimiento pero también un gran déficit estatal. Creó la Organización Corporativa Nacional para regular relaciones laborales, con apoyo de la UGT y oposición de la CNT. También promovió la construcción de viviendas sociales.
Oposición a la Dictadura
A partir de 1927, la oposición creció: republicanos (Alianza Republicana), anarquistas (CNT y FAI), comunistas (PCE), intelectuales (Unamuno, Ortega y Gasset), sectores del ejército y, desde 1929, el PSOE, que se declaró a favor de la República.
La Caída de la Dictadura y la Llegada de la Segunda República
La dictadura perdió apoyo, incluido el de Alfonso XIII. Primo de Rivera dimitió en enero de 1930 y fue sustituido por el general Berenguer, quien intentó restaurar el régimen constitucional, pero sin éxito. Su gobierno, apodado la «Dictablanda«, fracasó. En agosto de 1930, republicanos, socialistas y catalanistas firmaron el Pacto de San Sebastián para preparar la instauración de la República.
El levantamiento militar de Jaca (diciembre de 1930), liderado por los capitanes Galán y García Hernández, fracasó y sus líderes fueron ejecutados, lo que aumentó el apoyo popular al republicanismo. Berenguer dimitió y fue reemplazado por el almirante Aznar, quien convocó elecciones municipales en abril de 1931. Aunque la monarquía ganó en votos totales, en las ciudades triunfaron los republicanos. Alfonso XIII abdicó y el 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República.