España en el Siglo XX: Conflicto, Dictadura y Consolidación Democrática


La Sublevación Militar de 1936 y la División de España

Tras la victoria del Frente Popular, un grupo de generales comenzó a tramar una insurrección armada contra el Gobierno. El jefe de la conspiración en España era el general Mola. Sanjurjo, desde Portugal, sería el jefe supremo. El golpe fue financiado por la oligarquía y contó con el apoyo de fascistas y requetés (carlistas). El asesinato del teniente Castillo el 12 de julio y, como respuesta, el del líder de derechas Calvo Sotelo el día 13, aceleraron la intervención militar.

El 17 de julio de 1936, el Ejército de África se sublevó en Marruecos. Al día siguiente, Franco volaba desde Canarias a Marruecos para ponerse al frente de las tropas de África. Entre los días 18 y 20, la sublevación militar se extendió por todo el territorio español. El golpe fracasó en la mayoría de las grandes ciudades del norte, centro y este de la península, manteniendo la República el control de Madrid, la Cornisa Cantábrica, Cataluña, Castilla-La Mancha, Levante y la mayor parte de Andalucía y Extremadura.

El presidente Casares Quiroga dimitió y le sucedió Martínez-Barrio, quien fue sustituido por Giral, que procedió al reparto de armas entre los miembros de las milicias populares. España quedaba dividida en dos zonas enfrentadas y comenzaba una cruel Guerra Civil.

Desde los primeros movimientos, quedaron establecidas dos zonas en España: la España republicana, que durante la guerra significó la legalidad constitucional. En el bando republicano estaban representados socialistas, izquierda burguesa, comunistas, anarquistas y nacionalistas. Sin embargo, se caracterizó por el desorden, la falta de autoridad y el predominio de los grupos más exaltados y radicales (comunistas y anarquistas) que aprovecharon para llevar a cabo la revolución social. Se colectivizaron fábricas y se ocuparon tierras. Además, se llevó a cabo una dura represión contra religiosos, afiliados a partidos de derechas, la oligarquía, etc. El Gobierno republicano se vio desbordado porque el poder político se desplazó hacia los comunistas y anarquistas, que actuaban con enorme autonomía a través de juntas y consejos. Poco a poco, los Gobiernos republicanos fueron incrementando su poder y terminaron controlando a las fuerzas revolucionarias.

El bando nacional se caracterizó durante toda la guerra por un orden y una organización firme y sin fisuras. El bando sublevado, también llamado «nacional», representaba a monárquicos, carlistas, falangistas, republicanos de derechas y, sobre todo, a un sector del Ejército que fue el que organizó el golpe de Estado. Desde los primeros momentos, se institucionalizó una dictadura militar con el apoyo de la Iglesia, que calificó la sublevación de «cruzada». Sanjurjo y Mola murieron en accidentes de aviación y el 1 de octubre de 1936, Franco fue designado Jefe del Gobierno del Estado español y Generalísimo de los Ejércitos, concentrando todos los poderes. En adelante, Franco estableció una dictadura personal basada en un régimen militar. La Constitución fue suspendida y los partidos políticos y sindicatos, prohibidos. En 1937, por el «Decreto de Unificación», se unificaron todas las fuerzas políticas que apoyaban a Franco.

Asimismo, en la zona nacional se llevó a cabo una represión institucionalizada y sistemática durante todo el conflicto. Además, la Guerra Civil saltó al plano internacional. En agosto de 1936, se formó en Londres un Comité de No Intervención impulsado por Francia y el Reino Unido. Sin embargo, ambos bandos recibieron ayuda exterior. La República recibió únicamente el apoyo de la URSS y las «Brigadas Internacionales» (voluntarios extranjeros europeos y norteamericanos, unos 35.000). El bando sublevado contó con la ayuda de la Alemania nazi, la Italia de Mussolini y Portugal, quienes utilizaron la Guerra Civil como campo de prueba del nuevo armamento que luego usarían en la Segunda Guerra Mundial.

El Inicio de la Guerra Civil Española: Fases Clave

Primera Fase: La Batalla por Madrid (Julio 1936 – Marzo 1937)

El primer hecho militar importante fue el paso del Estrecho del Ejército de África, comandado por Franco con el apoyo de la escuadra italiana a principios de agosto. El objetivo de los sublevados era la conquista de Madrid para poner fin a la guerra. Las tropas de Mola avanzaron desde el norte y los legionarios bajo el mando de Franco desde el sur. Frente al Ejército Nacional, la República solo contaba con una mezcla de fuerzas: militares, fuerzas de orden público y milicias populares.

En su avance hacia Madrid, entre agosto y octubre de 1936, Franco ocupó gran parte de Andalucía Occidental y Extremadura, uniendo las dos zonas sublevadas (en Badajoz, las tropas de Franco llevaron a cabo una cruel represión). En septiembre, Franco ocupó Toledo, liberando a los sublevados refugiados en el Alcázar y alcanzando los alrededores de Madrid a finales de octubre.

Mientras, el general Mola conquistaba San Sebastián e Irún en la frontera franco-española, lo que dejaba aislada la zona norte dominada por la República. En septiembre, tras la dimisión de Giral, el socialista Largo Caballero asumió el Gobierno, paralizó la revolución, restableció el poder y marcó como objetivo principal ganar la guerra. Ante el avance de Franco, el Gobierno abandonó la capital y se trasladó a Valencia, quedando Madrid a cargo del general Miaja.

En noviembre se inició la conquista de MadridBatalla por Madrid»): batallas de Casa de Campo y Ciudad Universitaria en 1936, y del Jarama y de Guadalajara en 1937. Después de varios meses de duros combates, Madrid consiguió resistir. El frente en torno a Madrid se mantendría sin grandes variaciones hasta el fin de la guerra. Mientras, los nacionales tomaron Málaga con ayuda italiana en febrero de 1937.

Segunda Fase: El Frente del Norte y Ofensivas Republicanas (Marzo – Octubre 1937)

Las tropas franquistas desistieron de ocupar Madrid y se centraron en la conquista de la Cornisa Cantábrica, la «Batalla del Norte» (marzo-octubre de 1937). Aquí tuvo lugar el bombardeo de Guernica por aviones de la Legión Cóndor alemana (26 de abril). Con la conquista de Asturias en octubre, se liquidaba el frente norte.

En la zona republicana, los enfrentamientos entre anarquistas y comunistas en Barcelona en mayo («sucesos de mayo de 1937») provocaron la dimisión de Largo Caballero. El Gobierno pasó a manos del socialista Negrín, quien trasladó el Gobierno a Barcelona. Durante el verano de 1937, los republicanos realizaron una serie de ofensivas para intentar aliviar la presión franquista sobre Madrid y en el norte: batallas de Brunete (Madrid) y Belchite (Aragón).

Tercera Fase: El Frente del Este y la Batalla del Ebro (Noviembre 1937 – Diciembre 1938)

En diciembre de 1937, los republicanos lanzaron una nueva ofensiva, comenzando la Batalla de Teruel (toma de Teruel en diciembre); sin embargo, la ciudad volvió a caer en manos de las tropas franquistas en febrero de 1938. A continuación, los franquistas lanzaron una ofensiva sobre Aragón y el 15 de abril, las tropas de Franco alcanzaron el Mediterráneo por Vinaroz, quedando la zona republicana partida en dos y Cataluña aislada. Negrín intentó llegar a un acuerdo con Franco para terminar la guerra («Trece Puntos de Negrín»).

Franco rechazó el acuerdo. En julio de 1938, la República lanzó su última gran ofensiva: la Batalla del Ebro, la más sangrienta de toda la guerra. Tras unos éxitos iniciales, la ofensiva quedó detenida y los nacionales pasaron a la contraofensiva, siendo el Ejército republicano derrotado a mediados de noviembre. El número de pérdidas humanas fue muy elevado en ambos bandos. El 18 de julio, Azaña había pronunciado su discurso: «Paz, Piedad y Perdón». Sin embargo, la suerte de la guerra estaba ya echada. A mediados de diciembre comenzaba la ofensiva de las tropas nacionales sobre Cataluña.

Cuarta Fase: El Fin de la Guerra Civil y la Caída de la República (Diciembre 1938 – Marzo 1939)

Entre diciembre de 1938 y febrero de 1939, los franquistas ocuparon toda Cataluña mientras medio millón de personas marchaban hacia el exilio. El presidente de la República, Manuel Azaña, con la mayoría del Gobierno y miembros de las instituciones republicanas, se exiliaron a Francia.

En Madrid aparecieron divisiones internas: Negrín y los comunistas eran partidarios de prolongar el máximo tiempo posible la resistencia a la espera de que estallase un conflicto internacional (Segunda Guerra Mundial), mientras que socialistas y anarquistas querían rendirse de forma más o menos pactada. En marzo, el coronel Casado, partidario de una rendición pactada, se sublevó contra el Gobierno de Negrín y formó una Junta de Defensa. Casado intentó negociar una paz honrosa con Franco, pero este no aceptó la propuesta de negociación y exigió la rendición incondicional. El 28 de marzo, Madrid se rindió y las tropas franquistas entraron en la capital. En los días siguientes, el resto del territorio republicano fue ocupado y el 1 de abril de 1939, Franco emitía el último parte de guerra. La guerra había terminado.

El Primer Franquismo: Dictadura y Aislamiento (1939-1959)

Características Fundamentales del Régimen Franquista

El franquismo fue una dictadura personal y un régimen militar en el que Franco concentró todos los poderes del Estado. El sistema político del franquismo se configuró como una dictadura con características fascistas: concentración de todos los poderes en Franco, supresión de la democracia representativa, supresión de derechos y libertades, y una concepción unitarista y centralista del Estado. Se apoyó en un partido único, Falange Española Tradicionalista y de las JONS o «Movimiento Nacional», creado en 1937, en plena Guerra Civil, mediante el «Decreto de Unificación» (que unificaba todas las fuerzas políticas que lo apoyaban).

El régimen fue apoyado por los grandes empresarios, propietarios agrícolas, el Ejército, la Iglesia y algunos sectores de las clases medias y urbanas. Otros sectores sociales se limitaron a aceptar el franquismo. Su ideología se basaba en la defensa de la unidad de la patria, la religión, la familia católica, la propiedad privada, el anticomunismo y la exaltación de un pasado glorioso. Tradicionalmente, se suele considerar que el franquismo tuvo dos grandes etapas.

Los Primeros Años de la Dictadura y la Posguerra (1939-1945)

Desde 1939 hasta 1959 aproximadamente (años 40 y 50), el Primer Franquismo puede subdividirse en varias fases. Se caracterizó por el intento de establecer un régimen totalitario inspirado en el fascismo y una autarquía económica en el país. Los primeros años de la dictadura estuvieron marcados por la reconstrucción del país en la posguerra y la Segunda Guerra Mundial. Los años 40 o posguerra fueron los más duros de la dictadura (pobreza y hambre).

En estos años, se institucionalizó políticamente la dictadura bajo la influencia de los totalitarismos fascistas de Italia y Alemania. Las primeras instituciones de la dictadura se habían implantado ya durante la Guerra Civil en las zonas controladas por los sublevados. Se aprobaron una serie de leyes que organizaron jurídicamente el Estado franquistaLeyes Fundamentales») en lugar de una constitución, y el Fuero del Trabajo (1938). Tras la guerra, se extendieron a toda España. Además, se aprobó la Ley de Cortes (1942), que establecía unas Cortes unicamerales y meramente consultivas (1943). Otras leyes fueron el Fuero de los Españoles y la Ley de Referéndum (1945). Todo ello se denominó «Democracia Orgánica».

La represión fue muy intensa y dura. En 1939 se decretó la «Ley de Responsabilidades Políticas» y la «Ley contra la Masonería y el Comunismo», por las que se ejecutaba y encarcelaba a sospechosos de haber colaborado con la República, y se depuró a funcionarios. Hubo miles de presos políticos, muchos de los cuales terminaron en campos de concentración y obligados a trabajos forzados para la construcción de obras públicas. La dictadura, apoyada por la Iglesia Católica, impulsó una férrea censura sobre los medios de comunicación y el adoctrinamiento de la sociedad valiéndose de la educación. Se encuadró a la sociedad en organizaciones dentro del Movimiento Nacional: trabajadores en los Sindicatos Verticales; estudiantes y jóvenes en el Frente de Juventudes; y las mujeres en la Sección Femenina.

Económicamente, la dictadura impuso un sistema económico autárquico (autoabastecimiento). Su resultado fue un completo fracaso, por lo que se hubo de recurrir al racionamiento de productos, lo que dio lugar al desarrollo del mercado negro (estraperlo). Respecto a la Segunda Guerra Mundial, la posición de Franco fue oscilando a lo largo de la guerra en función de su desarrollo. Así, pese al apoyo del régimen a las potencias del Eje, Franco se declaró neutral, luego no beligerante y, de nuevo, neutral. En 1940 se produjo la entrevista de Hendaya entre Hitler y Franco. España no participó en la Segunda Guerra Mundial, pero envió la «División Azul».

El Aislamiento Internacional tras la Segunda Guerra Mundial (1945-1947)

Tras la Segunda Guerra Mundial y la victoria aliada, la ONU condenó el régimen de Franco y decidió el aislamiento diplomático de España. Se impidió la entrada de España en la ONU, los países miembros retiraron sus embajadores y Francia cerró la frontera. Las únicas excepciones a este aislamiento fueron las relaciones con Portugal (Pacto Ibérico de 1942) y Argentina (visita de Eva Perón, importaciones argentinas). En 1948, España quedó excluida del Plan Marshall. Por otro lado, por la Ley de Sucesión, España se constituía en reino y Franco, jefe del Estado con carácter vitalicio y poder para proponer a las Cortes a su sucesor a título de rey en cualquier momento. Las conversaciones entre Franco y D. Juan de Borbón se concretaron en un acuerdo para que la educación del príncipe D. Juan Carlos se realizara en España.

La Guerra Fría y el Aperturismo Internacional (1947-1959)

La Guerra Fría benefició al régimen franquista por el carácter anticomunista de la dictadura. Aunque se mantuvieron las condenas verbales al franquismo, poco a poco se dio paso a la aceptación internacional del régimen. Estados Unidos consideró al país como una baza estratégica contra los soviéticos, urgiendo a sus aliados a la apertura económica y política. Se reabrió la frontera francesa y los embajadores extranjeros regresaron a Madrid. A partir de 1950, España ingresó en diversas organizaciones internacionales (FAO, OMS, UNESCO).

En 1953, el régimen obtendría un definitivo reconocimiento internacional con la firma de dos importantes acuerdos internacionales: el Concordato con la Santa Sede y un acuerdo con Estados Unidos por el que este país prestaba ayuda económica y material de guerra a cambio del establecimiento de bases militares en territorio español (Torrejón de Ardoz, Rota). Todo ello culminó con el ingreso de España en la ONU en 1955. Además, en 1956 se producía la independencia del protectorado de Marruecos y en 1959 el presidente estadounidense Eisenhower visitaba España.

El Segundo Franquismo: Desarrollismo y Transformación (1959-1975)

La segunda etapa del franquismo se gestó en la década de los 50 y se desarrolló en las décadas de los 60 y 70. Se caracterizó por la atenuación de los rasgos fascistas y un periodo de intenso desarrollo económico y modernización social.

El Plan de Estabilización y el Desarrollismo de los Años 60 (1959-1973)

Desde mediados de los años 50, los Gobiernos franquistas dejaron de estar influidos por las ideas falangistas para ser sustituidos por una serie de ministros tecnócratas próximos al Opus Dei (López Rodó, Ullastres, Navarro Rubio). Estos tomaron una nueva dirección con el fin de favorecer el crecimiento económico. Se abandonó la autarquía y en 1959 se decretó el «Plan de Estabilización», que liberalizaba la economía, devaluaba la peseta e impulsaba la industrialización del país, atrayendo así las inversiones extranjeras. Desde 1964 se establecieron una serie de Planes de Desarrollo cuatrienales según el modelo francés para impulsar el crecimiento económico. Los planes tenían también como objetivo la creación de los denominados «polos de desarrollo», nuevas áreas geográficas para la localización de actividades industriales, principalmente en La Coruña, Sevilla, Zaragoza y Valladolid. Se fundamentaban en una combinación de financiación pública y capital privado. No obstante, los resultados de los planes fueron escasos.

Durante los años sesenta, el país vivió un notable crecimiento económico, que fue producto del aumento de las inversiones extranjeras, el crecimiento del turismo, la modernización progresiva de la agricultura y la emigración a Europa de más de un millón de españoles (Alemania, Francia, Suiza). Varios sectores industriales experimentaron un crecimiento espectacular y España se incorporaba al reducido número de países industriales. La posguerra quedaba definitivamente atrás. Este desarrollo económico se convirtió en un arma propagandística del régimen. El crecimiento económico determinó una profunda transformación de la sociedad española, pasando de una sociedad tradicional y rural a otra moderna y urbana. Se redujo el analfabetismo y aumentó la clase media (sociedad de consumo). No obstante, el régimen siguió siendo una dictadura que no permitía el normal desarrollo de las libertades básicas y que reprimía con dureza cualquier tipo de oposición («Tribunal de Orden Público»).

Hubo solo unas tímidas reformas: la Ley de Prensa, la Ley Orgánica del Estado y la Ley de Libertad Religiosa. En estos años, la oposición al régimen se reorganizó en el extranjero y también en el interior clandestinamente (PCE, universidad, movimientos sociales y vecinales, obreros organizados en sindicatos ilegales, ciertos sectores de la Iglesia, nacionalistas catalanes y vascos). También surgieron organizaciones terroristas como ETA o GRAPO. En 1968 se produjo la independencia de la colonia de Guinea Ecuatorial y en 1969, Franco nombró al príncipe Juan Carlos de Borbón su sucesor a título de rey.

Los Últimos Años del Franquismo y el Fin de la Dictadura (1973-1975)

En 1973, Franco nombró presidente del Gobierno al almirante Carrero Blanco, pero ese mismo año fue asesinado por la banda terrorista ETA. Franco nombró entonces a Arias Navarro. En los últimos años, ante el aumento de la oposición al régimen, la dictadura, en un intento de perpetuarse, se endureció con un aumento de la represión. En septiembre de 1975, Franco firmó sus cinco últimas sentencias de muerte. El rey de Marruecos organizó la Marcha Verde e invadió el Sáhara español (última colonia española). Finalmente, el 20 de noviembre de 1975, Franco fallecía, dejando un panorama de incertidumbre sobre el futuro.

La Transición Española a la Democracia (1975-1982)

Tras la muerte de Francisco Franco en 1975, España inició un proceso de cambio profundo para convertirse en una democracia moderna. Juan Carlos I fue proclamado rey en noviembre de ese mismo año y, desde el principio, su papel fue fundamental para guiar al país en esta Transición. Aunque al principio apoyó a Arias Navarro como presidente del Gobierno, pronto quedó claro que era necesario un liderazgo más abierto y reformista para afrontar los cambios que España necesitaba. En 1976, Juan Carlos I decidió nombrar a Adolfo Suárez como presidente del Gobierno.

Suárez fue una figura clave en la Transición, ya que promovió reformas importantes para democratizar el país. Una de las primeras acciones fue aprobar una ley que permitía votar en un referéndum para decidir sobre la forma de Estado y la legalización de partidos políticos, incluyendo el Partido Comunista, que había sido ilegal durante la dictadura. En 1977, se celebraron las primeras elecciones democráticas desde 1936, en las que ganó la Unión de Centro Democrático (UCD), liderada por Suárez. Estas elecciones marcaron un paso decisivo hacia la consolidación de la democracia en España.

Poco después, en 1978, se aprobó la Constitución Española, que estableció un sistema democrático, los derechos y libertades de los ciudadanos, y reconoció las regiones como Comunidades Autónomas, permitiendo que las distintas nacionalidades y regiones tuvieran un mayor grado de autogobierno. Durante estos años, España enfrentó varias amenazas y dificultades, como intentos de golpes de Estado y violencia de grupos extremistas. Uno de los momentos más críticos fue el intento de golpe de Estado en 1981, conocido como el 23-F, cuando un grupo de militares intentó tomar el control del país. Sin embargo, gracias a la rápida actuación del rey Juan Carlos I y las fuerzas democráticas, el golpe fue detenido y la democracia se fortaleció aún más.

En los años siguientes, se llevaron a cabo más elecciones y se consolidaron los partidos políticos. En 1979, se realizaron las primeras elecciones municipales democráticas y, en 1982, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ganó las elecciones generales, marcando un cambio en el liderazgo político del país. La victoria del PSOE significó que España había finalizado la Transición y había establecido un sistema democrático estable y duradero. A lo largo de estos años, España también avanzó en la integración europea y en el desarrollo económico y social, logrando una mayor estabilidad política y social. La Transición fue un proceso complejo y a veces difícil, pero gracias a la voluntad de sus líderes y a la participación activa de la ciudadanía, España logró convertirse en una democracia moderna y consolidada, que continúa siendo un ejemplo en la historia moderna.

La Constitución Española de 1978: Pilares de la Democracia

Tras las elecciones de junio de 1977, las primeras elecciones libres desde 1936, se constituyeron unas Cortes democráticas que se abrieron en julio. Su principal tarea fue la de elaborar una nueva Constitución democrática. Esta fue redactada por una comisión de siete miembros que representaban a UCD, PSOE, PCE, AP y nacionalistas catalanes, y conocidos como los «padres de la Constitución». El objetivo era que en el texto constitucional prevaleciera el consenso sobre una ideología concreta.

Para la elaboración de la Constitución de 1978, los «padres de la Constitución» se inspiraron en varios documentos, como:

  • La «Declaración Universal de Derechos Humanos» de 1948.
  • Otras constituciones españolas históricas anteriores.
  • Constituciones extranjeras de otros países de nuestro entorno: la Constitución de la República Federal Alemana de 1949Ley Fundamental para la República Federal de Alemania de Bonn de 1949»), la Constitución italiana de 1947, la Constitución francesa de 1958 o la Constitución portuguesa de 1976.

La Constitución recogía los principios fundamentales de los sistemas democráticos:

  • Establecía la monarquía parlamentaria y democrática como forma de Estado.
  • Proclamaba la soberanía nacional y la separación de poderes.
  • El poder legislativo está representado en las Cortes Generales, organizadas en dos cámaras (Congreso y Senado), elegidas por sufragio universal directo (mayores de 18 años). Son depositarias de la soberanía nacional y elaboran las leyes.
  • El poder ejecutivo está representado en el Gobierno, formado por un presidente y los ministros. Dirige la política y controla el funcionamiento de la administración.
  • El poder judicial está constituido por jueces y magistrados que administran la Justicia y es independiente.
  • Se recoge una amplia declaración de derechos y deberes individuales y colectivos: reunión, asociación, expresión, enseñanza, huelga. También recoge el pluralismo político, la igualdad de todos los españoles ante la ley y la aconfesionalidad del Estado, pero se tienen en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española de mayoría católica.
  • Como novedad, reconocía el derecho de las nacionalidades y regiones a constituirse en Comunidades Autónomas, conjugado con la indisoluble unidad de la Nación española. Sin embargo, la Constitución no estableció un mapa autonómico cerrado. Las Comunidades Autónomas se fueron constituyendo entre 1979 y 1983.

En octubre de 1978, las Cortes aprobaron la nueva Constitución. El 6 de diciembre fue sometida a referéndum, siendo aprobada mayoritariamente por el pueblo español. El 27 de diciembre, el rey Juan Carlos I firmaba la Constitución y esta entró en vigor el día 29 de diciembre. Una vez proclamada la Constitución de 1978, se disolvieron las Cámaras y se convocaron nuevas elecciones.

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *