Aristóteles: La Búsqueda de la Felicidad y el Mejor Régimen Político
Fragmento A: El Mejor Sistema Político y la Vida Feliz
A. Problema Filosófico
En este fragmento de La Política, Aristóteles aborda el problema de determinar cuál es el mejor sistema político, entendido como aquel que tiene como finalidad contribuir a alcanzar la vida feliz.
B. Tesis Fundamentales sobre la Felicidad y la Política
En relación con las tesis expuestas en el texto, pueden destacarse varias ideas fundamentales:
- Prioridad del modo de vida: Antes de decidir cuál es el mejor sistema político, es necesario establecer cuál es el mejor modo de vida, es decir, aquel que permite alcanzar la felicidad. El mejor régimen político será aquel que mejore la vida de los ciudadanos contribuyendo a su felicidad; un sistema que no favorezca la vida buena resulta carente de sentido.
- Tipos de bienes necesarios para la felicidad: La felicidad exige la posesión de tres tipos de bienes: los bienes externos, los bienes corporales y los bienes del alma o virtudes. No puede considerarse feliz quien carece de las virtudes éticas —como la fortaleza, la templanza o la justicia— ni quien carece de cualidades intelectuales propias de las virtudes dianoéticas.
- Jerarquía de los bienes: Aristóteles discute la jerarquía de los bienes. Aunque algunos defienden que la felicidad consiste principalmente en poseer abundancia de bienes externos, el filósofo sostiene que la vida verdaderamente feliz es aquella en la que el ser humano posee al máximo grado las virtudes del carácter y de la inteligencia, acompañadas de bienes externos y corporales. Argumenta que no son los bienes materiales los que producen las virtudes, sino que es gracias a estas virtudes como se adquieren y conservan los bienes externos y corporales.
C. Contexto Filosófico
Es un problema de filosofía política, que es la ciencia que se ocupa del comportamiento humano en la ciudad y que incluye la ética o ciencia del comportamiento humano individual.
La Ética y la Política en el Marco del Saber Práctico
Los Tres Niveles del Saber Aristotélico
Aristóteles distinguió tres niveles de saberes:
- Saber teórico: Cuyo objetivo es la contemplación del objeto que se ocupa.
- Saber productivo: Que se encarga de hacer o producir cosas útiles o bellas.
- Saber práctico: Que indica lo que es bueno para el individuo o la sociedad.
En Aristóteles, el saber práctico englobaba la política y la ética. La ciencia práctica suprema era la política, que se encargaba de estudiar la conducta del ser humano como ser social. La ética formaba parte de la política, y se ocupaba de estudiar la conducta individual.
Crítica al Pensamiento Político y Social de Platón
Aristóteles recibe críticamente el pensamiento político y social de Platón:
- El Bien: Platón identificaba el bien como algo único y absoluto: la Idea de Bien. Desde un enfoque más empirista, Aristóteles considera que el bien no es algo único, ya que hay muchos tipos de bienes humanos (externos, corporales, del alma).
- Intelectualismo Moral: Aristóteles rechaza el intelectualismo moral que Platón heredó de Sócrates. Para Aristóteles, el comportamiento moral depende de adquirir hábitos virtuosos.
- Política Utópica: Aristóteles también critica la concepción utópica de la política de Platón, que propone una sociedad ideal gobernada por sabios. Aunque Aristóteles también se plantea cuál es el mejor sistema político, su enfoque empirista lo lleva a investigar cuáles son las diferentes Constituciones de las polis griegas, como base para determinar de un modo pragmático cuál es el mejor sistema político.
La Ética Teleológica y la Eudaimonía
La ética aristotélica es una ética teleológica. Una cosa es moral no por ser correcta en sí misma, sino porque es capaz de dirigirnos hacia el “bien para el hombre”. Según Aristóteles, los actos del ser humano tienden a un fin (un objetivo, un para qué) que es considerado un bien. Aristóteles piensa que debe haber un fin que no sea medio para conseguir otra cosa. Ese fin último, que es el bien supremo del ser humano, Aristóteles lo llama eudaimonía (felicidad), también conocida como autorrealización, y tiene un carácter final y autosuficiente.
¿En qué Consiste la Felicidad (Eudaimonía)?
Refutación de Conceptos Erróneos de Felicidad
Aristóteles examina las respuestas comunes sobre la felicidad:
- Vida placentera: La mayoría cree que la felicidad consiste en el placer, pero Aristóteles entiende que esto esclavizaría al ser humano y lo aproximaría a los animales.
- Honor y éxito social: Otros la sitúan en el honor o el éxito social, pero esto no depende de uno mismo, sino de lo que otros individuos le otorguen.
- Riquezas: Otros la buscan en la acumulación de riquezas, pero estas son entendidas por Aristóteles como un medio para conseguir otras cosas.
No obstante, Aristóteles entiende que el placer, el honor y las riquezas, como bienes externos, son ingredientes que ayudan a alcanzar la felicidad, pero esta no puede alcanzarse únicamente con bienes externos. También se requieren bienes del cuerpo (salud) y del alma (virtudes).
La Felicidad como Actividad Racional: El Hilemorfismo
Para Aristóteles, la felicidad se encuentra en llevar una vida plenamente humana, realizando aquella actividad más propiamente humana, aquella que nos distinga del resto de seres.
Aristóteles tiene una concepción hilemórfica del ser humano: está compuesto de materia (cuerpo) y de forma (alma). Distingue tres funciones distintas del alma:
- Función vegetativa: Nutrición y reproducción (poseída por plantas y animales).
- Función sensitiva: Captar el mundo a través de los sentidos e interactuar con él (poseída por animales).
- Función racional: Hablar y razonar (exclusiva de los seres humanos).
La felicidad no consiste en el simple vivir (alma vegetativa) ni en la vida sensitiva (alma sensitiva). La característica exclusivamente humana es la actividad racional (alma racional). De ahí la definición del ser humano como animal racional. La racionalidad se usa para conocer la realidad (razón teórica) y para actuar en la vida (razón práctica). Por lo tanto, la felicidad se alcanza desarrollando dicha racionalidad.
La Virtud (Areté) como Excelencia Humana
Tipos de Virtudes y su Adquisición
Aristóteles afirma que la felicidad va en concordancia con la virtud (areté), que es la excelencia humana. Distingue dos tipos de virtudes:
- Virtudes éticas: Virtudes de carácter (fortaleza, justicia, templanza).
- Virtudes dianoéticas: Virtudes intelectuales (ciencia, técnica, prudencia).
Las virtudes son hábitos de la parte racional del alma. Para ser feliz, el ser humano debe alcanzar virtudes que desarrollen su inteligencia (dianoéticas) para pensar bien, y virtudes que ayuden a su voluntad a actuar bien (éticas).
Rechazo al Intelectualismo Moral y la Doctrina del Justo Medio
Sócrates y Platón defendían el intelectualismo moral (identificaban la virtud con el saber). Sin embargo, Aristóteles entendía que las virtudes no dependen del conocimiento, sino de la adquisición de hábitos o costumbres, mediante la repetición de actos. Requieren de la práctica, realizándolas de forma voluntaria (lo que implica deliberación racional y elección).
En la adquisición de virtudes interviene la razón para indicar la justa medida, que está en el punto medio entre dos extremos. La virtud consiste en saber escoger racionalmente ese punto medio situado entre el defecto y el exceso.
Ejemplo: La persona valiente es aquella que se sitúa entre el defecto (la cobardía) y el exceso (la temeridad).
La prudencia (phrónesis) es la virtud más importante. Consiste en saber deliberar bien acerca de cómo actuar adecuadamente en cada situación.
Reiteración de Conceptos Clave Aristotélicos
A continuación, Aristóteles se pregunta: ¿en qué consiste la felicidad? Aristóteles se dará cuenta de que existen varias respuestas para esa pregunta: Para la mayoría, la felicidad consiste en llevar una vida placentera, Aristóteles entiende que esto solo nos esclavizaría y nos aproximaría a los animales; Para otros, la felicidad se encontraría en el honor, el éxito social, pero este no depende de uno mismo, sino de lo que otros individuos le den; Para otros, la felicidad consiste en acumular riquezas; sin embargo, las riquezas son entendidas por Aristóteles como un medio para conseguir otras cosas. No obstante, Aristóteles entiende que el placer, el honor y las riquezas, como bienes externos son ingredientes que ayudan a alcanzar la felicidad, pero la felicidad no puede alcanzarse únicamente con bienes externos. También se requieren bienes del cuerpo (salud) y del alma (virtudes).
Para Aristóteles, la felicidad se encuentra en llevar una vida plenamente humana, realizando aquella actividad más propiamente humana, aquella que nos distinga del resto de seres. Aristóteles tiene una concepción hilemórfica del ser humano: el ser humano está compuesto de materia (cuerpo) y de forma (alma). Aristóteles distingue tres funciones distintas del alma: la función vegetativa (nutrición y reproducción), que ya la poseen las plantas y los animales; la función sensitiva (captar el mundo a través de los sentidos e interactuar con él), que ya la poseen los animales; la función racional (hablar y razonar), que es exclusiva de los seres humanos.
Así pues, la felicidad no consiste en el simple vivir, ya que las plantas también albergan vida (alma vegetativa). Tampoco consiste en la vida sensitiva, puesto que ya la compartimos con los animales (alma sensitiva). La característica exclusivamente humana es la actividad racional (alma racional). De ahí la definición del ser humano como animal racional. La racionalidad usada para conocer la realidad (razón teórica) y para actuar en la vida (razón práctica). La felicidad se alcanza; por tanto, desarrollando dicha racionalidad.
Por otra parte, Aristóteles afirma que la felicidad va en concordancia con la virtud (areté). La virtud es la excelencia humana (un músico virtuoso es un músico excelente; una persona virtuosa es una persona excelente, aquel que destaca por encima del resto). Aristóteles distingue dos tipos de virtudes: las virtudes éticas, que son las virtudes de carácter (fortaleza, la justicia, la prudencia). Las virtudes dianoéticas, que son las virtudes intelectuales (la ciencia, la técnica, la prudencia). Las virtudes son hábitos de la parte racional del alma. Para ser feliz, el ser humano debe alcanzar virtudes que desarrollan su inteligencia (dianoéticas), que nos ayudarán a pensar bien. Junto a ellas, será preciso desarrollar también virtudes que ayuden a nuestra voluntad a actuar bien (éticas).
Sócrates y Platón eran defensores del intelectualismo moral (identificaban la virtud con el saber, y el vicio con la ignorancia), es decir, pensaban que para actuar bien bastaba con conocer en qué consiste el bien. Sin embargo, Aristóteles entendía que las virtudes no dependen del conocimiento sino de la adquisición de hábitos o costumbres, mediante la repetición de un mismo tipo de actos. Requieren de la práctica, realizándolas de forma voluntaria (lo que implica la deliberación racional y elección). En la adquisición de virtudes interviene la razón para indicar la justa medida, que está en el punto medio entre dos extremos. Las virtudes son, para Aristóteles, ese punto medio que debe encontrar cada ser humano (pues no es el mismo para todos) en cada circunstancia (pues no vale para todas ellas, ya que cada circunstancia es diferente). La virtud consiste en saber escoger racionalmente ese punto medio situado entre el defecto y el exceso (ejemplo: la persona valiente es aquella que se sitúa entre el defecto (la cobardía) y el exceso (la temeridad). La prudencia (phrónesis) es la virtud más importante. Consiste en saber deliberar bien acerca de cómo actuar adecuadamente en cada situación.
Fragmento B: Superioridad de las Virtudes sobre los Bienes Externos
A. Problema Filosófico
En este fragmento de La Política, Aristóteles aborda la cuestión de determinar en qué consiste la vida feliz, planteándola como condición previa para decidir cuál es el mejor sistema político. Solo conociendo en qué consiste la vida buena puede establecerse qué régimen contribuye mejor a alcanzarla.
B. Tesis y Argumentos sobre la Jerarquía de Bienes
La tesis principal defendida es la superioridad de los bienes del alma (las virtudes) frente a los otros tipos de bienes (externos y corporales). Aristóteles desarrolla varios argumentos:
- Utilidad de los bienes: Los bienes externos son limitados en su utilidad y su acumulación puede ser perjudicial. Por el contrario, los bienes del alma aumentan su valor y utilidad cuanto más se desarrollan, y son dignos de admiración.
- Proporcionalidad de la perfección: Si el alma es superior al cuerpo y a los bienes externos, entonces sus excelencias (las virtudes) son igualmente superiores a las perfecciones del cuerpo y a los bienes materiales.
- Adquisición: La posesión de bienes externos depende del azar o de la suerte, mientras que las virtudes se adquieren mediante el hábito y la educación moral. Este carácter no accidental de la virtud evidencia su mayor valor.
Conclusión: La mejor ciudad será aquella en la que exista mayor felicidad —entendida como mayor virtud— junto con prosperidad material. La excelencia de la ciudad procede de la excelencia de sus ciudadanos, pues las virtudes cívicas nacen de las virtudes individuales.
C. Contexto Filosófico
Este fragmento se inscribe en el ámbito de la ética, que se centra en la eudaimonía, es decir, en la felicidad entendida como autorrealización personal mediante el ejercicio de las virtudes.
Fragmento C: La Felicidad Individual y Colectiva
A. Problema Filosófico
En este fragmento de La Política, Aristóteles discute si la felicidad individual es idéntica o distinta de la felicidad de la ciudad. Intenta aclarar cuál es el mejor sistema político, entendiendo que para determinarlo es necesario comprender previamente en qué consiste la vida feliz.
B. Tesis sobre la Felicidad Colectiva y el Mejor Régimen
1. Identidad de la felicidad individual y colectiva: La felicidad de cada ciudadano es la misma que la felicidad de la ciudad, puesto que esta última está formada por todos sus miembros. Lo que el individuo considera vida buena se proyecta sobre la felicidad colectiva:
- Si la felicidad individual es la riqueza, la ciudad feliz será la rica.
- Si la felicidad individual es el poder, la ciudad feliz será la que domine a otras.
- Si la felicidad individual es la virtud, la ciudad feliz será la ciudad virtuosa.
2. El mejor sistema político: El mejor sistema político es aquel que contribuye a que todos los ciudadanos prosperen y alcancen la virtud, es decir, que puedan ser realmente felices. El mejor régimen político es el que conduce a la vida más deseable, la vida feliz, que incluye tanto bienes externos como el ejercicio pleno de las virtudes.
Cuestión Abierta: El filósofo deja abierta la cuestión de si esta vida plenamente virtuosa debe entenderse como la vida política (que integra bienes externos y participación pública) o como la vida contemplativa (centrada en el conocimiento y menos dependiente de bienes materiales).
C. Contexto Filosófico
Se trata de una cuestión ético-política. La ética estudia la eudaimonía del individuo, pero forma parte de la política, que se ocupa de la felicidad de la comunidad. La reflexión sobre la felicidad individual no puede separarse de la reflexión sobre el sistema político.
Tomás de Aquino: Fe, Razón y la Demostración de la Existencia de Dios
Fragmento A: Objeciones contra la Existencia de Dios y Respuestas Tomistas
A. Problema Central
Tomás de Aquino presenta las objeciones de quienes niegan la existencia de Dios y expone su respuesta, recurriendo tanto a la Fe como a la Razón. El problema central es la demostración racional de la existencia de Dios frente a las críticas que la niegan.
B. Tesis y Argumentos
Tesis de quienes rechazan la existencia de Dios: Dios no existe
Esta postura se apoya en dos argumentos principales:
- El problema del mal: Si Dios existiera, no podría existir el mal en el mundo. Pero el mal existe; por tanto, Dios no puede existir.
- Principio de simplicidad: Todo lo que existe puede explicarse sin recurrir a Dios (fenómenos naturales por leyes de la naturaleza; creaciones humanas por capacidades humanas como la razón o la voluntad), por lo que Dios resulta innecesario como explicación.
Respuesta de Tomás de Aquino (Fe y Razón)
Tomás de Aquino afirma, apoyándose en la Sagrada Escritura, que Dios existe (argumento basado en la Fe). Además, ofrece respuestas racionales a las objeciones:
Respuesta a la primera objeción (El Mal)
Tesis: Dios existe, es infinitamente bueno, y aun así existe el mal en el mundo.
Argumento: Aunque Dios no quiere el mal, lo permite para obtener de él un bien mayor. La presencia del mal no contradice la existencia ni la bondad divina, sino que puede servir como medio para una finalidad superior.
Respuesta a la segunda objeción (Necesidad de Dios)
Tesis: La explicación del mundo sí requiere la existencia de Dios.
Argumentos:
- Se necesita a Dios para explicar la ordenación finalista del universo, ya que es Él quien orienta a los seres naturales hacia sus fines (Quinta Vía).
- Se necesita a Dios como Ser Necesario para explicar la existencia del mundo y las creaciones humanas (Tercera Vía). El ser humano y sus obras son contingentes (podrían no existir), por lo que requieren un ser necesario que fundamente su existencia.
C. Contexto Filosófico
Este fragmento se sitúa en el ámbito de la metafísica teológica. La teología, para Tomás de Aquino, es la ciencia que estudia a Dios, entendido como la realidad suprema y fundamento último de la realidad y del conocimiento humano.
Fragmento B: Las Primeras Vías de Demostración de Dios
A. Problema Central
Tomás de Aquino pretende demostrar racionalmente la existencia de Dios como realidad existente, recurriendo a pruebas a posteriori (las Cinco Vías) que buscan fundamentar su existencia mediante argumentos racionales accesibles al entendimiento humano.
B. Tesis y Demostraciones (Vías)
La tesis principal es que Dios existe como realidad suprema. Para justificarla, Tomás de Aquino presenta dos demostraciones:
Primera Vía: Del Movimiento
- La experiencia sensible muestra que en el mundo hay movimiento.
- Todo lo que se mueve requiere ser movido por algo que esté en acto (otro motor). Es imposible que algo se mueva a sí mismo, pues tendría que estar en potencia y en acto al mismo tiempo.
- No es posible una cadena infinita de motores. Si la hubiera, no existiría un primer motor ni motores intermedios que produjeran el movimiento observable.
- Por lo tanto, debe existir un Primer Motor Inmóvil que ponga en marcha el proceso, y este primer motor es Dios.
Segunda Vía: De la Causa Eficiente
- Los sentidos muestran un orden en el mundo en el que unas causas eficientes producen efectos.
- Nada puede ser causa eficiente de sí mismo, pues si lo fuera tendría que ser anterior a sí mismo como causa, lo cual es absurdo.
- No es posible una cadena infinita de causas eficientes. Si existiera, no habría una primera causa ni causas intermedias que produjeran efectos, y por tanto tampoco habría efectos observables.
- Debe existir, por lo tanto, una Primera Causa Eficiente que origine el resto, y esa causa primera es Dios.
C. Contexto Filosófico
El texto aborda un problema metafísico-teológico. La teología, para Tomás de Aquino, es la ciencia que estudia a Dios, considerado la realidad suprema y fundamento último tanto del ser como del conocimiento. Por ello, la demostración racional de la existencia de Dios ocupa un lugar central en su pensamiento.
Contexto Histórico y Metodología de la Demostración
La Síntesis Filosófica Medieval
La creciente influencia del cristianismo en Occidente llevó a los pensadores cristianos a confrontar y asimilar la filosofía griega, dando lugar a una filosofía de raíz teológica cuyo núcleo temático gira en torno a la relación entre Fe y Razón y al problema de la existencia de Dios.
Durante gran parte de la Edad Media predominó el pensamiento de Platón, culminado en la síntesis entre platonismo y cristianismo realizada por Agustín de Hipona (siglo V). Paralelamente, la conservación y comentario de las obras de Aristóteles por parte de los filósofos islámicos Avicena (siglo XI) y Averroes (siglo XII) permitió la transmisión del aristotelismo a Europa cristiana.
En este contexto, Tomás de Aquino (siglo XIII) llevó a cabo la gran síntesis entre cristianismo y aristotelismo. Su obra sistematiza el pensamiento aristotélico y lo corrige desde una óptica cristiana, con el objetivo de ofrecer una justificación racional de aquello que acepta previamente por la fe.
El Rechazo al Argumento Ontológico (Pruebas A Priori)
Durante la Edad Media se desarrolló la propuesta de Anselmo de Canterbury, conocida como argumento ontológico. Este argumento busca demostrar la existencia de Dios a partir de su concepto mental: entendemos a Dios como el ser mayor que podemos pensar. Si ese ser existiera solo en el pensamiento y no en la realidad, podríamos concebir otro ser aún mayor —uno que existiera tanto en la mente como en la realidad— lo cual sería contradictorio.
Tomás de Aquino objetó este razonamiento, considerando que Anselmo realiza un tránsito lógico ilícito: si las premisas parten del concepto de Dios como existente únicamente en el pensamiento, no puede deducirse de ahí su existencia real. Por ello, Tomás rechaza esta demostración a priori.
Los Preámbulos de la Fe y las Pruebas A Posteriori
Para Tomás de Aquino, el problema de la existencia de Dios constituye un “preámbulo de la fe”: una verdad que puede alcanzarse tanto por la revelación como por la razón humana. Es necesario demostrarla porque, aunque la proposición “Dios existe” es evidente en sí misma, no es evidente para nosotros, ya que en esta vida no conocemos a Dios directamente.
Tomás distingue dos tipos de pruebas:
- Pruebas A Priori: Parten de la causa para llegar al efecto (rechazadas por Tomás, ya que parten del conocimiento de la esencia divina, que escapa a la razón humana).
- Pruebas A Posteriori (Las Cinco Vías): Parten de los objetos sensibles —los efectos— para remontarse racionalmente a la causa primera, que es Dios. Estas son las demostraciones válidas para Tomás.
