Intereses del Estado en la Educación: Perspectivas Históricas
Para comprender los intereses del Estado en la dirección de la educación, analizaremos tres contextos nacionales clave: Francia, Alemania e Italia.
Francia: La Educación como Pilar de la Ciudadanía y la Fortaleza Nacional
Tras la Revolución Francesa de 1789, la educación se convirtió en una herramienta fundamental para moldear al pueblo conforme a la nueva organización política del país. En este período revolucionario de grandes cambios, la estabilidad era una necesidad imperante.
- Condorcet contribuyó con sus ideas a la educación durante la Revolución Francesa, proponiendo planes de instrucción pública. Su objetivo era formar un modelo de ciudadano crítico, obediente y entregado a la patria, educando en la virtud cívica y vinculando a los individuos con la nación y sus leyes. Se apostaba firmemente por la educación cívica para formar ciudadanos comprometidos.
- Ya en el siglo XIX, específicamente en 1870, la derrota francesa ante Prusia impulsó una mejora significativa en el sistema educativo del país, buscando fortalecer la nación. Las leyes de Jules Ferry, un conjunto de normativas francesas, establecieron primero la educación gratuita (1881) y, posteriormente, la educación laica y obligatoria. Así, Ferry consolidó una educación accesible, universal y secular.
Alemania: La Educación como Motor de Resurgimiento Nacional
En 1800, la derrota alemana a manos de los franceses generó un profundo sentimiento de fracaso y la necesidad de un “renacimiento” nacional. El país era percibido como un “organismo enfermo” y la educación, la “medicina” para su curación. En este contexto, Fichte y Humboldt replantearon la importancia del interés del Estado en la educación.
- Por una parte, Fichte animó al pueblo alemán a despertar y a fortalecer su identidad nacional a través de la educación, con la finalidad de recuperar la grandeza y el triunfo.
- Por otra parte, Humboldt propuso una educación pública que fomentara un ambiente de tranquilidad, unión y conciliación, contribuyendo además a modelar las costumbres de la sociedad.
Italia: La Educación como Instrumento de Unificación Nacional
Italia, en su proceso de unificación, emergió como un nuevo Estado que necesitaba superar su división interna y consolidarse como una unidad nacional, un período conocido como el “Risorgimento”.
- Mazzini propuso que la educación nacional era el instrumento esencial para formar la conciencia nacional, inculcando en todos los italianos el sentido de pertenencia a una misma patria.
Nuevas Concepciones Pedagógicas: El Niño y el Maestro
La evolución del pensamiento pedagógico trajo consigo una redefinición fundamental de la educación y del rol del maestro, con figuras como Rousseau y Pestalozzi a la vanguardia.
Jean-Jacques Rousseau: La Educación Centrada en la Libertad y la Naturaleza del Niño
El pensamiento pedagógico de Rousseau se centra en las necesidades e intereses intrínsecos de los niños. Afirma que estos deben desarrollarse según sus propias leyes internas, sin imposiciones externas. El fin principal de la educación, para Rousseau, es la libertad: que el niño o la niña tenga la posibilidad de desarrollar autonomía personal para pensar, opinar y razonar, desenvolviéndose libremente para adquirir conocimientos. Esto implica facilitar la espontaneidad del niño.
El Proceso Educativo según Rousseau:
- Maduración y Ritmo Natural: Rousseau sostiene que se debe dejar madurar la infancia, evitando actuar prematuramente. Es crucial esperar a que el niño desarrolle la atención, el interés y las capacidades para formar juicios. No hay que apresurarse; el desarrollo debe seguir el ritmo de la naturaleza (naturalismo pedagógico).
- Respeto a la Individualidad: Se debe respetar la forma peculiar de ser del niño, su carácter y su personalidad. La enseñanza debe basarse en el interés natural del niño, no en un esfuerzo artificial.
El Papel del Maestro según Rousseau:
- El maestro debe conocer a su alumno y ser un observador atento.
- Debe buscar “al niño” en su esencia actual, reconociendo que se le educa para un futuro incierto.
- Es fundamental adaptarse al alumno, conocer sus gustos y motivaciones para despertar su interés.
- El proceso educativo debe ser evolutivo, permitiendo que el niño se desarrolle y progrese, y diferencial, reconociendo que cada alumno es único y no se puede generalizar.
Johann Heinrich Pestalozzi: La Educación Social y la Motivación Activa
El pensamiento pedagógico de Pestalozzi concibe la educación desde un punto de vista social, con el objetivo de preparar al niño para su rol en la sociedad. Para él, el medio principal del conocimiento es la creación de motivación, generando un impulso, ya sea positivo o negativo.
A diferencia de Rousseau, Pestalozzi consideraba que el niño no se desarrolla por sí mismo ni espontáneamente. Es necesario adaptarse a sus intereses y dificultades, aprovechando sus propias experiencias como estímulo. Propuso el uso de imágenes y, sobre todo, que los niños estuvieran activos. Se debe despertar su intuición, creatividad y actividad. En cuanto al proceso, este debe ser gradual, estructurado mediante cursos y ciclos.
La Pedagogía del Siglo XX: El Surgimiento de la Escuela Nueva
A principios del siglo XX, emergió un movimiento pedagógico transformador conocido como la Escuela Nueva. Sus proponentes denunciaron las deficiencias de la educación tradicional, caracterizada por la pasividad, la centralización en el programa y el profesor, la superficialidad, el enciclopedismo y el verbalismo.
Principios Fundamentales de la Escuela Nueva: El Niño como Centro
La Escuela Nueva introdujo una concepción fundamentalmente diferente: el niño se convirtió en el eje central del proceso educativo. Se buscaba una educación activa que preparara para la vida real y que partiera de los intereses genuinos del alumno. Se promovía un alumnado participativo, capaz de explorar sus propios intereses dentro del aula, tanto como persona como en su rol de niño. Para la Escuela Nueva, no hay aprendizaje efectivo que no emane de una necesidad o interés del estudiante; este interés debe ser el punto de partida de toda educación.
Transformación del Rol del Maestro y los Métodos de Enseñanza
La relación maestro-alumno también experimentó una profunda transformación en la Escuela Nueva. La nueva función del maestro es orientar, apoyar y crear recursos. La dinámica de poder-sumisión, propia de la Escuela Tradicional, fue reemplazada por una relación basada en el afecto y la colaboración. La autodisciplina y el autoaprendizaje adquirieron gran importancia; el maestro delegaba poder a sus alumnos, fomentando el autogobierno para que comprendieran la necesidad de elaborar y observar reglas.
Con el cambio en los contenidos, también se hizo imperativo un cambio en la forma de transmitirlos, dando lugar a nuevos métodos pedagógicos. Ahora, se consideraban las características individuales del sujeto, reconociendo que no existe un alumno universal ni una metodología única. Se introdujeron actividades libres para desarrollar la imaginación, el espíritu de iniciativa y la creatividad.
El objetivo no era solo que el estudiante asimilara conocimientos preexistentes, sino que se iniciara en el proceso de conocer a través de la búsqueda y la investigación, respetando siempre su individualidad. Esto exigía un conocimiento más profundo de la inteligencia, el lenguaje, la lógica, la atención, la comprensión, la memoria, la invención, la visión, la audición y la destreza manual de cada alumno, para adaptar el trato a sus aptitudes específicas.
Nuevas Tendencias y Fines Educativos
Las nuevas tendencias educativas de la Escuela Nueva se enfocaron en potenciar la acción y la voluntad. Se abandonó el conocimiento universal para centrarse en saberes más concretos, transitando del saber científico al saber práctico.
Principales Aportaciones de los Autores de la Escuela Nueva
La Escuela Nueva fue enriquecida por las contribuciones de varios pedagogos influyentes que moldearon sus principios y prácticas.
Édouard Claparède: La Pedagogía Funcional y la Escuela Activa
Édouard Claparède es una de las figuras más destacadas de la Escuela Nueva y el autor de la “pedagogía funcional”, basada en las necesidades e intereses del niño. Para él, la infancia es la edad propia del juego y la plasticidad. Claparède planteó la necesidad de promover la actividad del niño en el aula, enfatizando que estas actividades debían ser útiles para la vida diaria, de modo que los alumnos las realizaran por interés y motivación propios. Para que estas actividades fueran efectivas, el niño debía tener:
- Deseo de realizarlas.
- Disciplina interior.
- Consentimiento.
- Libertad para llevarlas a cabo.
Claparède fue un ferviente defensor de la “escuela activa”, argumentando que para centrarse en los intereses del niño y lograr una enseñanza y aprendizaje más eficaces, la escuela debía aplicar el principio de actividad, movilizando toda la actividad psicomotora del alumno. Su visión, ligada a la Escuela Nueva, culminó en la creación de un “colegio a la medida del alumno”.
John Dewey: El Interés, la Actividad y la Dimensión Social en la Educación
John Dewey fue otra figura crucial, para quien toda actividad educativa está determinada por el interés. Dewey criticó a la escuela tradicional por haber olvidado el interés vital, ofreciendo conocimientos desvinculados de la realidad, un aprendizaje sin motivos y una didáctica rutinaria. Propuso que la escuela debía crear intereses, estímulos y orientaciones para superar estas deficiencias.
Además, Dewey señaló que la escuela tradicional había descuidado la actividad, y que los alumnos debían aprender haciendo, de manera activa y práctica, partiendo de problemas reales. También destacó el olvido de la dimensión social, política y ciudadana en la educación. Para remediarlo, abogó por transformar la escuela en una experiencia de convivencia, donde los alumnos participaran, eligieran y tuvieran más tiempo para la experiencia social en el aula.
Célestin Freinet: Crítica, Pedagogía Popular y la Escuela por el Trabajo
Célestin Freinet fue una figura muy importante en la Escuela Nueva. Realizó una crítica contundente a la escuela tradicional, señalando aspectos como el método verbalista, el olvido del interés del niño, la enseñanza autoritaria y el fracaso en la educación moral.
Aunque sus teorías y aplicaciones se enmarcan en la Escuela Nueva, Freinet les confirió un carácter más democrático y social. Por ello, también criticó ciertos defectos que percibía en la propia Escuela Nueva y que, a su juicio, debían corregirse:
- La necesidad de pasar de la teoría a la aplicación práctica, ya que los maestros carecían de recursos formativos y materiales.
- El abandono de la dimensión política de la educación, argumentando que los problemas del aula no son solo pedagógicos, sino también políticos.
- La deficiencia en la formación del ciudadano políticamente consciente, lo que resultaba en una escuela injusta y desigual que moldeaba a los ciudadanos en el conformismo en lugar de prepararlos para ser críticos.
En resumen, Freinet dedicó su vida a crear una escuela diferente que interesara a los niños: una escuela moderna adaptada a las necesidades del sujeto, una “escuela por la vida, para la vida y por el trabajo”. La libertad del trabajo del niño fue uno de sus principios fundamentales, defendiendo que el niño debía disponer de los medios para ejercer su libertad. Desarrolló una pedagogía realista y práctica.