La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930): Contexto, Etapas y Fin en España


La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930): Contexto, Etapas y Legado

En septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, llevó a cabo un pronunciamiento militar que contó con el apoyo del rey Alfonso XIII. Este golpe de Estado se justificó por una profunda crisis que afectaba a España en múltiples frentes, tal como se reflejaba en el discurso del propio Primo de Rivera:

  • Crisis social: Caracterizada por la «indisciplina social, que hace el trabajo ineficaz y nulo, precaria y ruinosa la producción agrícola e industrial».
  • Crisis económica: Evidenciada por la «depreciación de moneda; francachela de millones de gastos reservados».
  • Miedo revolucionario: Ante la «impune propaganda comunista».
  • Amenaza separatista: Con una «descarada propaganda separatista».
  • Violencia política: Manifestada en «asesinatos (…) y audaces e impunes atracos».
  • Fracasos en Marruecos: Y el «profundo malestar del ejército por las críticas recibidas tras el desastre del Annual», lo que generó «rastreras intrigas políticas tomando como pretexto la tragedia de Marruecos».

Primo de Rivera percibía una España sumida en la anarquía y la decadencia, buscando «liberarla de los profesionales de la política, de los hombres que … ofrecen el cuadro de desdichas e inmoralidades que empezaron el año 98 y amenazan a España con un próximo fin trágico y deshonroso».

La indecisión del Gobierno y la falta de confianza del rey Alfonso XIII en el sistema constitucional de la Restauración, desprestigiado y en profunda crisis, facilitaron que el golpe militar no encontrara prácticamente oposición. Además, contó con el apoyo de la burguesía y de la Iglesia, mientras que la opinión pública lo acogió favorablemente o se mostró pasiva.

Imbuido de un espíritu regeneracionista, Primo de Rivera presentó la dictadura como un régimen transitorio, cuyo objetivo era extirpar los males del país para luego retornar a la normalidad constitucional. Su intención inicial era establecer un «directorio inspector militar con carácter provisional» en Madrid, remontando el origen de la crisis española al desastre de 1898.

Etapas de la Dictadura de Primo de Rivera

La dictadura de Primo de Rivera se dividió en dos etapas principales:

  1. El Directorio Militar (1923-1925)
  2. El Directorio Civil (1925-1930)

El Directorio Militar (1923-1925): Orden y Regeneración

Durante esta primera etapa, los objetivos principales de Primo de Rivera fueron el restablecimiento del orden público, la regeneración de la vida política y la resolución del problema de Marruecos.

Medidas para el restablecimiento del orden público:
  • Decretó el estado de guerra durante dos años.
  • Disolvió las Cortes y suspendió la Constitución.
  • Prohibió las actividades de partidos políticos y sindicatos.
  • Aplicó duras medidas represivas, especialmente contra la CNT, el PCE y el catalanismo.
  • Extendió el Somatén, una milicia originaria de Cataluña, a todo el país para el mantenimiento del orden.
  • Sustituyó a los gobernadores civiles por militares.
  • Disolvió los ayuntamientos y los reemplazó por juntas formadas por los mayores contribuyentes de cada localidad.

Estas medidas lograron diluir la violencia sociopolítica que había caracterizado el periodo final de la Restauración, lo que le granjeó al dictador una fuerte simpatía entre las clases medias y altas.

La regeneración de la vida pública y el caciquismo:

Primo de Rivera acometió la liquidación del caciquismo mediante una reforma de la Administración. Sin embargo, la aprobación del Estatuto Municipal (1924) dio paso a una nueva administración local controlada y centralizada, que perpetuó un nuevo tipo de caciquismo, ahora adicto a la dictadura. En Cataluña, el Estatuto Provincial (1925) supuso la desaparición de la Mancomunidad, lo que potenció el nacionalismo radical e incluso separatista, agravado por la prohibición del uso del catalán.

Solución al problema de Marruecos:

El éxito más notable de esta etapa fue la resolución del conflicto en Marruecos. La cooperación hispano-francesa, materializada en el desembarco de Alhucemas en 1925 y la derrota de Abd el-Krim, permitió someter todo el Protectorado tras dominar los últimos focos de resistencia. La guerra terminó en julio de 1927, consolidándose como el logro más destacable de la dictadura y contribuyendo significativamente a la popularidad del dictador.

El Directorio Civil (1925-1930): Institucionalización y Desarrollo Económico

Una vez resueltos los problemas de orden público y la cuestión marroquí, Primo de Rivera sustituyó el Directorio Militar por un Directorio Civil. Su intención era permanecer en el poder e intentar sustituir el régimen de la Restauración por un sistema corporativo, inspirado en la Italia fascista. Para ello, impulsó desde el poder:

  • Un partido único, la Unión Patriótica, que funcionó más como un movimiento de colaboración y propaganda que como un partido político tradicional.
  • La Asamblea Nacional Consultiva (1926), de carácter corporativo y función consultiva, encargada de elaborar una nueva constitución que, ante la falta de apoyo, fue finalmente retirada.
Política económica y social: Intervencionismo y Nacionalismo

La segunda etapa de la dictadura se caracterizó por una activa y exitosa política económica y social, basada en el intervencionismo y el nacionalismo económico. Sus principales líneas de acción fueron:

  • Impulso a la industria: Mediante políticas proteccionistas.
  • Fomento de obras públicas: Con la construcción de carreteras, pantanos y tendidos eléctricos, que dinamizaron la economía. Los datos de la época muestran un crecimiento significativo en sectores como la electricidad y el cemento (duplicando su producción) e incluso el acero (triplicando sus resultados entre 1922 y 1930), lo que indica un fuerte impulso económico global.
  • Creación de monopolios estatales: Como la Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos S. A. (CAMPSA) y la Compañía Telefónica Nacional de España, que permitieron el desarrollo de nuevos sectores, característicos de la Segunda Revolución Industrial, como el petróleo y la telefonía en España.

El éxito de esta política económica se vio favorecido por la coyuntura expansiva internacional de los años veinte y por una escasa conflictividad social. Esta última se explica no solo por la represión, sino también por una política social activa (construcción de viviendas baratas, creación de escuelas) y por reformas laborales basadas en la intervención del Estado y en la colaboración con la dictadura de organizaciones obreras moderadas y reformistas.

Sin embargo, este crecimiento presentó contradicciones. El incremento del gasto público no se acompañó de una necesaria reforma fiscal, lo que obligó a una emisión constante de deuda pública que lastró la economía y a la dictadura una vez iniciada la crisis de 1929.

Declive y Fin de la Dictadura

A partir de 1926, la dictadura comenzó a perder apoyos y arreciaron las críticas y la oposición, de las que no se libró tampoco el propio monarca Alfonso XIII.

Focos de oposición:
  • Militares descontentos: Que cristalizaron en el pronunciamiento de la «Sanjuanada» y en la disolución del cuerpo de artillería, lo que distanció a una parte del ejército de la dictadura y del propio rey.
  • Intelectuales: Entre los que destacaron Unamuno, Ortega y Gasset y Blasco Ibáñez.
  • Grupos políticos: Se evidenció la recuperación de la influencia social de republicanos, nacionalistas y anarquistas.

Todo lo anterior, unido a la crisis económica de 1929, llevó a que, a principios de 1930, Primo de Rivera, en un contexto de crisis económica y social, falto de apoyos (ni siquiera contaba ya con el de los militares) y de la confianza de Alfonso XIII, presentara su dimisión.

La dimisión de Primo de Rivera no salvó al Rey. Con el gobierno del general Berenguer (conocido como la Dictablanda) fracasó el intento de volver a la legalidad constitucional. Posteriormente, el gobierno del almirante Aznar convocó las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, en las que el triunfo de las candidaturas republicanas en las principales ciudades del país significó el exilio del Rey y la proclamación, el 14 de abril de 1931, de la II República Española.

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