Segundo Franquismo: Evolución Política
El Segundo Franquismo se divide en dos etapas:
1. Fase Tecnocrática
El régimen inició la década de los sesenta con las mismas características que veinte años atrás, pero la radical transformación de la sociedad y las exigencias de la nueva vinculación con el exterior le obligaron a buscar una legitimación política más allá de su victoria en la Guerra Civil. Era necesario un impulso legislativo para modernizar las instituciones, apaciguar las nuevas tensiones sociales y canalizar las crecientes discrepancias entre las familias del régimen. Esta fase se caracterizó por la entrada en el gobierno de los llamados tecnócratas, técnicos de formación económica rigurosa cuya única vinculación entre sí era su pertenencia al Opus Dei. Con ellos se inició la modernización de la economía y de la sociedad española. Carrero Blanco fue su valedor. Este grupo apostaba por la continuidad del franquismo a través de una monarquía autoritaria representada por Juan Carlos de Borbón. Los cambios económicos y sociales no fueron paralelos a los cambios políticos. Hubo avances como la Ley de Prensa, que establecía una tímida libertad de expresión, y se promulgó la Ley de Libertades Religiosas. Se aprobó la Ley Orgánica del Estado, en la que se aseguraba la pervivencia del régimen después de la muerte del dictador; la forma de estado era el reino, y se contemplaba la separación de la jefatura del Estado de la del Gobierno, designándose como sucesor de Franco al príncipe Juan Carlos. En el ámbito exterior, España se integró en el FMI, el BM y la OCDE. A pesar del aperturismo, la represión contra toda la oposición al régimen siguió siendo muy dura.
2. Descomposición del Régimen
El paulatino deterioro físico de Franco y la delegación de poderes en Carrero Blanco marcan los primeros signos de descomposición del régimen. A esto hay que añadir el progresivo distanciamiento de la Iglesia y la capacidad movilizadora de la oposición. La aparición de grupos terroristas como ETA y el FRAP apuntalarían la crisis. En el seno del propio régimen también hubo tensiones entre los sectores inmovilistas, que no querían cambiar nada, y los aperturistas, que querían hacer una democracia limitada. En 1973 se abría el proceso contra los dirigentes de la ilegal Comisiones Obreras y ese mismo año se aceleró la parálisis política con el asesinato de Carrero Blanco por ETA. Su sucesor fue Arias Navarro, quien pretendió endurecer la represión, como quedó de manifiesto con la condena a muerte del anarquista Salvador Puig Antich y en las cinco sentencias a muerte ejecutadas contra militantes de ETA y FRAP. Estas ejecuciones produjeron una gran protesta internacional contra el régimen. La reacción fue volver al aislamiento de los años cuarenta. Franco pronunció su último discurso y culpó del aislamiento a los enemigos tradicionales de España. Durante los últimos meses de vida de Franco, el gobierno tuvo que hacer frente al conflicto del Sáhara. El rey de Marruecos, con el apoyo de EE. UU., organizó la Marcha Verde, una invasión pacífica del territorio. Ante el peligro de un conflicto bélico con Marruecos, España firmó el Acuerdo de Madrid, que suponía la entrega del Sáhara a Marruecos y Mauritania. El 20 de noviembre de 1975, Franco muere y concluía la dictadura más larga de la España contemporánea.
Desarrollo de la Guerra Civil Española
A) Primeros meses de guerra (Julio-Diciembre 1936)
Los militares insurrectos llevaron la iniciativa de la guerra y se marcaron como primer objetivo la toma de Madrid. Franco, al frente del Ejército del Sur, atravesó el Estrecho de Gibraltar y desde Sevilla se dirigió a la capital, ocupando toda Extremadura. Mientras tanto, Mola, al mando del Ejército del Norte, ocupaba Pamplona, Irún y San Sebastián, a la vez que desde Galicia se atacaba Oviedo, acabando con la resistencia republicana. Las tropas sublevadas, al mando de Franco, lanzaron en noviembre el asalto a Madrid, pero fracasaron gracias a la eficaz defensa dirigida por Miaja. Los republicanos fracasaron en el intento de ocupar Zaragoza, Mallorca e Ibiza.
B) Fase Central de la Guerra (Enero 1937-Noviembre 1938)
En la segunda fase de la guerra, las tropas insurrectas intentaron de nuevo conquistar Madrid mediante una serie de maniobras envolventes, pero fracasaron de nuevo. Franco centró sus maniobras en ocupar Málaga y en hacer caer el frente del norte. Allí, Mola inició una decisiva campaña militar tras el bombardeo de Guernica por la Legión Cóndor, que supuso la toma sucesiva de Bilbao, Santander y Asturias. Con la caída de Gijón en octubre, toda la Cornisa Cantábrica quedaba en manos de las tropas franquistas. El general Mola murió en un accidente de avión. Para aligerar la presión sobre el norte, los republicanos contraatacaron con escaso éxito en Brunete y Belchite. En marzo de 1938, el Ejército de Franco comenzó una ofensiva contra el frente de Aragón con el objetivo de dividir en dos la zona republicana. Las fuerzas republicanas prepararon una ofensiva para volver a unir de nuevo el territorio, dando comienzo a la Batalla del Ebro, que duró cinco meses y fue la más sangrienta de la guerra. Con una conquista del territorio palmo a palmo, la batalla acabó con la victoria de Franco.
C) Ofensiva Final y Fin de la Guerra (Diciembre 1938-Abril 1939)
A finales de 1938 se inició la ofensiva final contra Cataluña y la ocuparon en los primeros meses de 1939. El Coronel Casado pretendió llevar a cabo una paz con los franquistas, pero Franco se negó, pues solo admitió una rendición sin condiciones. El 28 de marzo, las tropas franquistas tomaban Madrid y el resto de las ciudades se entregaban sin resistencia. El 1 de abril de 1939, la guerra terminó.
D) Violencia y Represión en la Retaguardia
Los procesos revolucionarios en la zona republicana y de reacción en la zona franquista fueron acompañados de una represión violenta contra los grupos políticos y sociales considerados como enemigos. Se calcula que murieron más de 130.000 personas a causa de la represión política. En la zona republicana, la represión se caracterizó por un profundo anticlericalismo, siendo perseguidos católicos practicantes, curas y monjas. Durante la guerra, la práctica religiosa fue prohibida. También fue sospechoso todo aquel que apoyaba la sublevación militar. En la zona insurrecta también se vivió un clima de terror que afectó a todo sospechoso de apoyar a la República, a organizaciones del Frente Popular y a simpatizantes de izquierdas y sindicalistas. Se llevaron a cabo fusilamientos masivos sin juicio. El terror sirvió como método para cimentar la dictadura.