El Franquismo tras la Segunda Guerra Mundial: Aislamiento y Maquillaje (1945-1953)
La derrota del fascismo italiano y alemán llevó a que, a partir de 1945, el régimen franquista procediera a una operación de “maquillaje” que, sin embargo, dejaba intactos los fundamentos de la dictadura. En esta nueva fase, el país fue sometido al aislamiento y boicot internacional, lo que provocó una reacción nacionalista en el interior del país que fortaleció a Franco. Este periodo marcó el principio de las concentraciones en la Plaza de Oriente.
Los aliados impulsaron declaraciones y acciones simbólicas, como la no inclusión de España en la ONU o la retirada de embajadores de Madrid. Solo se mantuvieron los representantes diplomáticos del Vaticano, Portugal, Suiza y Argentina.
Cambios Institucionales y la Cuestión Sucesoria
En 1947 se aprobó la Ley de Sucesión al trono. Paralelamente, Don Juan de Borbón publicó el Manifiesto de Lausana, donde pedía la restauración de la monarquía legítima. En una entrevista posterior con el dictador, Don Juan consiguió que su hijo, Don Juan Carlos, se educara en España.
El Ascenso de los Católicos (1946-1957)
Desde 1946 hasta 1957, el régimen apartó del gobierno a la Falange y llamó a figuras católicas, como Alberto Martín Artajo, y a personas de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, fundada por Ángel Herrera Oria (futuro cardenal obispo de Málaga), para formar el nuevo gobierno.
En líneas generales, el franquismo impuso profundos cambios en la vida cotidiana:
- En primer lugar, se produjo una vuelta al campo de la población, una especie de ruralización de la sociedad, debido a las difíciles condiciones económicas para poder vivir en la ciudad y porque el propio régimen se ocupó de elogiar las virtudes de la vida sencilla del campo.
- Hasta 1957, hubo un equilibrio entre católicos y falangistas. Sin embargo, la disputa entre ambos bandos terminaría al dar entrada Franco en su gobierno a los tecnócratas, casi todos miembros del Opus Dei, una agrupación católica de gran influencia.
- Fue creado el Consejo del Reino y se establecieron las normas de sucesión.
El Fin del Aislamiento: La Guerra Fría y el Reconocimiento Internacional
El comienzo de la Guerra Fría terminó con cualquier esperanza de restituir la democracia en España. El bloque occidental prescindió del carácter fascista del régimen y apoyó su lucha anticomunista.
España fue aceptada en organismos internacionales como la FAO y la UNESCO en 1952, e ingresó en la ONU en 1955. Se consolidó como Estado, aunque no fue admitida en un principio en el Plan Marshall (iniciado en 1947) ni en la OTAN (constituida en 1949).
En 1953, España firmó el Pacto de Madrid con EE. UU., cediendo el establecimiento de bases militares en territorio español (Morón, Torrejón, Rota, etc.) a cambio de ayuda económica y militar. Ese mismo año se firmó el Concordato con la Santa Sede. Con este acuerdo, el Vaticano exigía, a cambio del reconocimiento internacional de la dictadura, el restablecimiento de la confesionalidad del Estado y un estatus de privilegio para la Iglesia Católica.
La Década Prodigiosa y el Aumento de la Oposición (Años 60)
En conjunto, los años sesenta fueron una época de transformaciones culturales e intelectuales, conocida como la “Década Prodigiosa”. En economía, destacaron los Tecnócratas del Opus Dei, que pusieron en marcha el Plan de Estabilización para cortar el proceso de inflación y sanear las cuentas exteriores, así como los Planes de Desarrollo.
El Despertar de la Oposición
A partir de 1962, la oposición al franquismo participó en el Congreso del Movimiento Europeo, para reivindicar la necesidad de una España democrática. Este congreso fue calificado por el franquismo como el “Contubernio de Múnich”.
A finales de la década, aumentó la oposición al régimen: se vivió un periodo de agitación social, de protestas universitarias y de oposición de los partidos nacionalistas.
En esta etapa nació ETA (Euskadi Ta Askatasuna, “País Vasco y Libertad”), que propugnó la lucha armada contra el franquismo a partir de 1968.
El Final del Régimen y la Sucesión (1967-1975)
En 1967 se aprobó la Ley Orgánica del Estado, y en 1969 fue nombrado sucesor de la Jefatura del Estado, Don Juan Carlos de Borbón. En 1973 fue nombrado Presidente del Gobierno Carrero Blanco, asesinado posteriormente por ETA. El régimen agonizaba entre medidas aperturistas e inmovilistas, y escándalos económicos como el de Matesa.
El Gobierno de Carlos Arias Navarro
Tras la muerte de Carrero Blanco, fue nombrado Presidente del Gobierno Carlos Arias Navarro, representante de los sectores del “Búnker”. Presentó un proyecto de gobierno de apertura hacia un mayor pluralismo político, que quedó resumido en el lema “Espíritu del 12 de febrero”.
En el nuevo gobierno entraron figuras clave como Torcuato Fernández Miranda (situado en la presidencia de las Cortes y el Consejo del Reino), Manuel Fraga, José María Areilza, Antonio Garrigues y Adolfo Suárez (ministro-secretario general del Movimiento). Este nuevo gobierno propuso algunas reformas limitadas, pero dentro de los cauces del Movimiento. Muy pronto, el gobierno se mostró incapaz de llevar a cabo cualquier reforma democrática.
La Iniciativa de la Oposición Democrática
Ante esta situación, fue la oposición democrática la que tomó la iniciativa política al impulsar movilizaciones. El primer organismo de la oposición con implantación en toda España fue la Junta Democrática, cuyo núcleo dirigente era el Partido Comunista de España. En 1975 también se había formado, alrededor del PSOE, un organismo conocido como la Plataforma de Convergencia Democrática.
La Proclamación de Juan Carlos I
Una vez fallecido el dictador el 20 de noviembre de 1975, se hizo efectiva la designación de Juan Carlos I como Jefe del Estado, a título de Rey. Su papel fue de gran importancia, pues puso todo su esfuerzo en establecer una monarquía democrática, constitucional y parlamentaria, a la que se llegaría desde un programa de reformas realizado desde la legalidad vigente.