La Formación de Estados en América Latina Tras la Independencia


1. La Nueva Organización Territorial Post-Independencia: Herencias y Limitaciones

La construcción de nuevos estados después de la independencia latinoamericana se caracterizó por una serie de herencias y limitaciones, divididas en diferentes periodos que marcaron la evolución política y económica de la región.

Periodización de la Construcción Estatal

En la primera época republicana, que abarca desde 1820 hasta 1850, la generación de la independencia asumió un papel protagónico. Sin embargo, la formación de los nuevos estados se vio afectada por una profunda crisis política y económica. Durante la década de 1820, hubo intentos de instaurar el republicanismo liberal, pero entre 1830 y 1850 predominaron regímenes autoritarios personalistas, marcados por el caudillismo.

En el periodo siguiente, de 1850 a 1875, se produjo el triunfo del liberalismo republicano, con la generación post-independencia tomando las riendas. Se superó el periodo caudillista y se estableció un gobierno de corte federalista, sentando las bases para el despegue económico y una progresiva moderación del liberalismo.

Entre 1875 y 1910, el republicanismo liberal evolucionó hacia un modelo oligárquico, conservador y centralista, bajo el marco ideológico del positivismo cientificista. Esta etapa se caracterizó por la modernización económica y la inserción en la economía mundial, aunque con un énfasis en el control por parte de las élites.

Una propuesta alternativa para periodizar estos cambios podría dividir el periodo en dos fases adicionales:

  • Desde la última independencia, como la de Uruguay en 1830, hasta el despegue económico de América Latina y su inserción en los mercados internacionales, que abarcaría de 1830 a 1870.
  • La segunda fase, de 1870 a 1930, representaría la plenitud del modelo oligárquico hasta su decadencia, coincidiendo con la crisis económica de 1929 y el colapso del modelo agroexportador.

Hacia la Institucionalización Republicana: Retos, Políticas y Economía

En el camino hacia la institucionalización republicana en América Latina, se enfrentaron diversos retos que abarcaron cambios políticos, administrativos y sociales de gran magnitud.

Retos de la Institucionalización

Los principales retos incluyeron:

  • La construcción de nuevos Estados.
  • La búsqueda de estabilidad y legitimidad tras el cambio de estructuras coloniales.
  • La necesidad de articular sociedades complejas y diversas.

Transformaciones Políticas y Desafíos

En términos políticos, el triunfo del liberalismo marcó una transformación significativa, junto con la adopción de formas de gobierno republicanas y un modelo predominante de federalismo, reflejando las tendencias autonomistas y las tensiones territoriales. Sin embargo, la ausencia de identidades nacionales consolidadas representó un desafío, a excepción de casos como Colombia, que adoptó un gobierno presidencial fuerte.

Los nuevos regímenes enfrentaron obstáculos importantes, como la inestabilidad derivada del conflicto, la destrucción de sistemas productivos y relaciones comerciales, la presión ejercida por los ejércitos y las rivalidades entre élites.

Ante estos desafíos, se produjo un cambio de rumbo hacia gobiernos fuertes y el debate entre centralismo y federalismo se intensificó. Se argumentó que la existencia de un ejecutivo débil era la causa de la inestabilidad y la anarquía, lo que llevó al abandono del federalismo en favor del centralismo conservador. Este cambio generó enfrentamientos entre federalistas y centralistas, así como entre liberales y conservadores, que marcaron el siglo XIX.

En este nuevo contexto, las élites capitalinas ejercieron una hegemonía sobre el resto de los territorios, lo que provocó la pérdida de legitimidad y centralidad de las élites provinciales que no aceptaban esta jerarquía, poniendo en tela de juicio los principios de juntas y soberanía popular que habían caracterizado el período colonial.

El Auge del Caudillismo (1830-1850)

Durante el período de 1830 a 1850, se observaron marcadas diferencias entre los antiguos territorios virreinales y los nuevos escenarios políticos emergentes.

En este contexto, surgieron los caudillos como figuras prominentes en la escena política. A partir de 1839, las élites buscaron alinearse en busca de orden, optando por un enfoque conservador, centralista y autoritario. Este período estuvo marcado por transformaciones constitucionales que incluyeron la consolidación del presidencialismo, la supresión de las autonomías provinciales o estatales, y la limitación del sufragio, en alianza con los caudillos, quienes ejercieron un papel crucial en la política hasta 1850.

Los caudillos, de origen militar, ascendieron socialmente en un contexto de inestabilidad política y establecieron vínculos con la élite a través de matrimonios. Basaron su poder en el control regional o provincial, respaldado por fuerzas militares, redes clientelares y estableciendo acuerdos con sectores de la élite tradicional para ascender al poder nacional.

En términos políticos, el caudillismo se caracterizó por su estilo personalista, resolutivo y autoritario, fusionando lo público y lo privado en aspectos económicos y políticos y buscando acabar con la inestabilidad para generar orden. Las alianzas entre caudillos y élites políticas se basaron en una mutua dependencia, dando lugar a pactos autoritarios y alianzas flexibles.

En síntesis, el caudillismo contribuyó a poner fin a la inestabilidad posterior a la independencia, consolidando un orden desde arriba y propiciando el desarrollo económico. Sin embargo, también fortaleció a las élites mediante la apropiación de la tierra, restaurando el orden social preindependencia. A pesar de esto, la oposición liberal persistió en la semiclandestinidad, representando un desafío al orden establecido.

La Institucionalización Republicana: Continuidades y Cambios

La institucionalización republicana en América Latina estuvo marcada por una combinación de cambios y permanencias en diversos aspectos de la administración, la justicia, el ejército y la iglesia.

Continuidades Institucionales

  • Administración: Se mantuvo en gran medida intacta, con una organización local basada en el modelo de Cádiz.
  • Justicia: Prevaleció la continuidad del derecho hispánico.

El Papel del Ejército y la Iglesia

Las instituciones del ejército y la iglesia conservaron sus privilegios anteriores, lo que contradecía la ideología liberal republicana que buscaba abolir tales privilegios. Sin embargo, este resultado fue desigual, ya que países como Colombia, Río de la Plata y Chile lograron una mayor abolición de privilegios en comparación con México y Perú.

La iglesia, en particular, representó una continuidad destacada a pesar de las pérdidas económicas y humanas durante la independencia. Mantuvo su prestigio, con el alto clero actuando como élite ilustrada y el bajo clero participando activamente en los movimientos independentistas. Además, la iglesia mantuvo su proximidad al pueblo y continuó con sus instituciones educativas y de asistencia social, lo que la convirtió en un elemento de continuidad frente al nuevo régimen.

Cambio de Ciclo Político (Desde 1850)

En cuanto a la política, a partir de 1850 se produjo un cambio de ciclo, con el cierre del proceso de formación de las naciones latinoamericanas. Se observó una mejora económica y una consolidación política basada en una élite oligárquica. Surgió un bipartidismo generalizado, con un predominio conservador en la primera etapa republicana. Se establecieron constituciones conservadoras y hubo una apropiación de códigos civiles.

Las transformaciones políticas también incluyeron la modernización del Estado, el crecimiento de las instituciones públicas y el impacto en la estructura social, con un aumento del crecimiento urbano y del sector de servicios.

En este nuevo contexto político, la dirección recayó en una generación posterior a los protagonistas de las independencias. Se superó el periodo caudillista, dando paso a un liberalismo republicano más moderado, influenciado por el triunfo del liberalismo en Europa y Estados Unidos. Este cambio también se reflejó en el traslado del modelo político al territorio americano, con un énfasis en los líderes individuales más que en los partidos políticos.

El cambio de modelo político en América Latina se gestó con el objetivo de superar los costos asociados a la era caudillista. Este periodo, caracterizado por la inestabilidad institucional, financiera y política, así como por la falta de orden en el sistema productivo, no proporcionaba las condiciones necesarias para el crecimiento económico ni la estabilidad social.

El debate entre centralismo y federalismo resurgió con fuerza. El triunfo del liberalismo sobre el caudillismo centralista marcó un nuevo escenario político, en el que surgieron divisiones entre el liberalismo radical y moderado. Esto llevó al surgimiento de gobiernos más fuertes y a la limitación del poder de los caudillos provinciales.

En este contexto, comenzó a consolidarse la noción de Estado-Nación. La generación previa había impuesto la «barbarie» representada por los caudillos sobre la «civilización» liberal, herencia colonial. El anti-hispanismo se convirtió en un elemento cohesionador en la búsqueda de una identidad nacional.

Reformas y Desafíos a la Iglesia

La Iglesia, como representante de la herencia colonial, se vio afectada por estos cambios. Se suprimió el derecho canónico, se llevaron a cabo procesos de desamortización de sus propiedades, se limitó su influencia en la enseñanza y se buscó controlar su papel en la sociedad. Estos cambios reflejaron la voluntad de romper con la influencia colonial y avanzar hacia un nuevo orden político y social.

La desamortización de los bienes de la Iglesia tuvo un profundo impacto social y político en América Latina. En teoría, se llevó a cabo con el propósito de estimular la economía y sanear las cuentas públicas. Sin embargo, sus consecuencias fueron significativas y complejas.

Desde el punto de vista social, la desamortización provocó una concentración de tierras, lo que afectó negativamente a pequeños y medianos propietarios, quienes perdieron sus tierras y se vieron marginados. Por otro lado, contribuyó a la consolidación de una clase terrateniente poderosa y privilegiada.

En el ámbito político, la desamortización fue objeto de rechazo tanto por parte de las clases altas, que defendían el conservadurismo y se oponían a los cambios, como por las clases subalternas, que veían en la pérdida de sus tierras un golpe a su apoyo social y a sus medios de subsistencia. Esta polarización política contribuyó al triunfo del liberalismo moderado, que promovía un modelo conservador, centralista y autoritario. Así, se consolidaron repúblicas oligárquicas que buscaban mantener el orden y el progreso bajo su control.

Profesionalización del Ejército

Además, durante este periodo se inició un proceso de profesionalización de los ejércitos. Se formaron los primeros ejércitos nacionales, sujetos a la autoridad estatal, lo que representó un cambio significativo con respecto al periodo anterior, en el que los ejércitos estaban vinculados a caudillos y milicias locales y provinciales. Esta profesionalización fue impulsada por conflictos bélicos como la guerra franco-mexicana, la guerra de la Triple Alianza y la Guerra del Pacífico, que pusieron de manifiesto la necesidad de contar con fuerzas armadas modernas y eficientes. Para lograrlo, se contrataron instructores extranjeros, principalmente de escuelas francesas y prusianas, lo que contribuyó a mejorar la capacitación y el equipamiento de los soldados.

La Nueva Organización Territorial Post-Independencias: Fragmentación e Intentos de Unión

La desintegración político-administrativa en América Latina ha sido un proceso marcado por importantes cambios en las formas de gobierno, pasando de la monarquía borbónica a gobiernos republicanos y constitucionales. Desde 1830 hasta 1903, se formaron 18 nuevos países, evidenciando una notable atomización en la región.

Causas de la Atomización

Esta atomización tiene varias causas:

  • La presencia de colonias portuguesas e inglesas en América contribuyó a la unidad en algunos territorios, mientras que otros se convirtieron en nuevos estados antes que en naciones plenamente desarrolladas.
  • La herencia colonial dejó razones administrativas y obstáculos geográficos que dificultaron la consolidación de unidades políticas más grandes.

Debate Historiográfico

El debate historiográfico sobre este fenómeno ha sido limitado, pero se han propuesto dos explicaciones principales:

  • Por un lado, algunos historiadores, como G. Vial, argumentan que la diversidad socioeconómica y cultural de la región generó el surgimiento de naciones embrionarias, que solo necesitaban símbolos e instituciones para consolidarse. Esta perspectiva es dominante en la historiografía.
  • Por otro lado, A. Ramos sostiene que la unidad se quebró artificialmente después de la independencia debido a los intereses de potencias extranjeras y minorías cipayas. Según esta visión, la fragmentación fue resultado de intervenciones externas y conflictos internos.

Este problema histórico persiste en la actualidad, con la multiplicidad de Estados-Nación y la perspectiva de integración político-económica en la región. A pesar de ello, se han realizado iniciativas para evitar la fragmentación, como el intento de integración de la Gran Colombia, que refleja los esfuerzos por superar los límites impuestos por la desintegración político-administrativa.

Intentos de Integración Regional

La Gran Colombia (1819-1831)

La Gran Colombia, primera tentativa de integración regional en América Latina, surgió con la intención de preservar la integridad territorial del virreinato de Nueva Granada. Sin embargo, su creación se dio sin un control territorial efectivo. Esta iniciativa fue impulsada principalmente por Bolívar, cuya visión se plasmó en la Carta de Jamaica y se concretó en el Congreso de Angostura.

Los objetivos iniciales de la Gran Colombia eran varios:

  • Establecer un frente unido contra un enemigo común, la Corona española.
  • Aspirar a obtener reconocimiento internacional, especialmente de países como Estados Unidos y el Reino Unido, lo que facilitaría el acceso a créditos e inversores.

El desarrollo de la Gran Colombia incluyó la celebración de un congreso constituyente en 1821, donde se estableció la independencia de los territorios, con la excepción de Quito, y se optó por una organización sumamente centralizada, con autoridades provinciales designadas por el Ejecutivo.

Sin embargo, la crisis política llegó en 1826. La Gran Colombia enfrentó dificultades para pagar las cuotas de los préstamos externos y surgió una creciente tensión entre los territorios debido a la legislación liberal. Medidas como la implementación de políticas antiesclavistas, políticas arancelarias y la abolición del tributo indígena generaron disensión.

En Venezuela, hubo un rechazo generalizado a las reformas liberales consideradas insuficientes. Se cuestionó la legitimidad de la Constitución y se percibió una preeminencia de los neogranadinos. Por otro lado, en Ecuador, el país tuvo un peso menor en los asuntos políticos y una presencia prácticamente nula en la jerarquía militar de la Gran Colombia.

La Rebelión de José Antonio Páez en 1826 marcó un punto crítico en la historia de Venezuela bajo el liderazgo de Bolívar, quien asumió el gobierno del país y designó a Páez como Jefe Superior. Durante este tiempo, se propuso una reforma constitucional que incluía la presidencia vitalicia, lo que generó tensiones en la Constituyente y un enfrentamiento abierto entre Bolívar y Santander.

La alianza entre los santanderistas y los separatistas venezolanos abogaba por una reforma federal y por limitar el poder de Bolívar, quien respondió asumiendo poderes dictatoriales, respaldado por figuras como José Antonio Páez en Venezuela, Juan José Flores en Ecuador y Mariano Montilla en la Costa Caribe Colombiana.

Este período también presenció un giro conservador, con debates sobre la sucesión de Bolívar que incluso incluían considerar la coronación de un príncipe europeo. En 1829, Venezuela se separó de la Gran Colombia, seguida por Ecuador en 1830.

Las Provincias Unidas del Centro de América (1823-1841)

Mientras tanto, en Centroamérica, la caída del Imperio Mexicano llevó a la creación de una estructura política independiente conocida como las Provincias Unidas del Centro de América o la República Federal de Centroamérica. Esta federación se basaba en una organización estrictamente federal, con autonomía interna de los estados y un ejecutivo débil.

Varios factores facilitaron la integración centroamericana:

  • La herencia común de la Capitanía General.
  • Los espacios compartidos de formación en Guatemala.
  • Los circuitos comerciales internos.
  • Motivos geopolíticos como la defensa común contra México y la expansión de la Gran Colombia desde el sur.

Sin embargo, también hubo obstáculos:

  • El particularismo provincial.
  • El comercio orientado al exterior.
  • Las diferencias en la composición social entre países como Costa Rica y Guatemala.

En 1826, estalló la Guerra Civil Centroamericana cuando los liberales decidieron romper relaciones con el presidente Arce. Bajo el liderazgo de Morazán, los liberales lograron una victoria significativa. Sin embargo, la guerra reflejó un choque entre los intereses federales y estatales, especialmente en cuestiones como el monopolio del tabaco y los impuestos aduaneros.

La caída del régimen liberal en Guatemala fue un punto crucial en el conflicto. Luego, en 1837, insurrecciones auspiciadas por el clero y respaldadas por los reyes católicos agitaron aún más la región. Esto condujo a una nueva guerra civil centroamericana entre 1838 y 1840, que exacerbó las tensiones internas.

Finalmente, en 1841, la disolución formal de la federación se materializó con la salida de El Salvador del acuerdo. Este período de guerra civil dejó una profunda marca en Centroamérica, exacerbando divisiones internas y debilitando aún más los intentos de unidad regional.

La Confederación Peruano-Boliviana (1836-1839)

La Confederación Peruano-Boliviana (1836-1839) tuvo como objetivo la reunificación de dos naciones que ya habían seguido caminos independientes, basándose en sus vínculos históricos, culturales y socioeconómicos, que se remontaban al imperio incaico y al proceso independentista.

Anteriormente, se había intentado formar la Federación de los Andes, pero este esfuerzo no tuvo mucho eco ni éxito. En ese contexto, Bolivia, bajo el liderazgo del caudillo Santa Cruz, experimentó cierta estabilidad, mientras que Perú enfrentaba una situación caótica con múltiples conflictos internos.

La unificación en 1836 se basó en varios factores, como el apoyo mutuo en las zonas limítrofes y la necesidad de los liberales peruanos de contar con el respaldo de Santa Cruz para mantener el gobierno. La Confederación fue reconocida por algunas potencias extranjeras, pero no por Argentina y Chile, que temían la pérdida de su influencia.

La disputa territorial y las tensiones internas contribuyeron a los enfrentamientos. Chile y Argentina fueron los principales adversarios externos, preocupados por el equilibrio de poder en la región y los intereses territoriales. Esto condujo a la declaración de guerra de Chile en 1836 y de Argentina en 1837.

Internamente, hubo rechazo en Bolivia a la preeminencia del Perú debido a su mayoría poblacional, mientras que en Perú surgieron tensiones por la presencia de asesores bolivianos de Santa Cruz y el rechazo a las tropas bolivianas en Lima. Estos conflictos internos y externos finalmente llevaron al colapso de la Confederación en 1839.

2. De Súbditos a Ciudadanos: Estructura Social y Conflictos de Poder en la Post-Independencia

La transición de súbditos a ciudadanos en el contexto de la post-independencia conllevó importantes cambios sociales y conflictos de poder en América Latina. La nueva legislación republicana tenía como objetivo incorporar la ciudadanía y el progreso a todos los grupos sociales, especialmente en el territorio nacional, lo que implicaba la delimitación de fronteras y la integración de grupos subalternos, como los indígenas y los afrodescendientes.

Integración y Exclusión de Grupos Sociales

Existían grupos que habían estado integrados al régimen colonial y republicano, así como otros que nunca habían sido integrados, como los que habitaban en los márgenes fronterizos de los nuevos estados o en territorios internos nunca colonizados. Para los nuevos estados, el reto era delimitar sus fronteras en la mayor amplitud territorial posible, considerando los accidentes geográficos e intereses de otros estados, sin tener en cuenta el interés de los pueblos indígenas, que enfrentaban la disyuntiva entre la integración o el exterminio.

Las Guerras Indias y la Ideología del Progreso

Desde las independencias, se desarrollaron guerras indias, especialmente entre 1860 y 1890, en diferentes regiones como la frontera norte de México, las tierras de los indígenas pampeanos y patagones en Argentina, los mapuches en Chile y Argentina, y los chiriguanos en Bolivia.

El marco ideológico de los nuevos estados se basaba en la misión civilizadora del desarrollo económico, lo que implicaba un cambio discursivo que presentaba a los pueblos indígenas como «bárbaros salvajes» opuestos al progreso liberal. Esto condujo a la revisión de las memorias nacionales y a procesos genocidas como la «Conquista del Desierto» en Argentina, que fueron enaltecidos como actos heroicos por figuras como Roca.

Impacto en Indígenas y Afrodescendientes

Para los indígenas integrados, la eliminación de la protección colonial significó la supresión de los bienes comunales y el autogobierno, lo que provocó transformaciones como la apropiación de las tierras comunales, el quiebre del modelo de vida tradicional y la proletarización en las haciendas.

En el caso de los afrodescendientes, la abolición de la esclavitud los integró al sistema de haciendas, al sector informal y artesano en las ciudades.

El cambio de ciclo entre 1850 y 1870 trajo consigo la ascensión de los mestizos a las instituciones y la abolición definitiva de la esclavitud, lo que intensificó el proceso de usurpación de tierras y su concentración en haciendas, afectando principalmente a las comunidades rurales indígenas.

3. De la Crisis Económica Post-Independencia a la Integración al Mercado Mundial

Desde la crisis económica post-independencia hasta la integración al mercado mundial, América Latina experimentó una serie de transformaciones significativas.

La Crisis Económica Inicial

El retroceso en la producción de plata, que había sido el motor de la economía colonial, provocó la huida del capital y una alteración en el sistema socio-laboral. A su vez, el declive de la agricultura, la falta de inversión y la reducción de la mano de obra, especialmente de esclavos, causaron una ruptura en el sistema comercial tradicional y en el régimen de propiedad. Sin embargo, surgió un auge en la ganadería, que requería menos capital y mano de obra y ofrecía tierras sobrantes, resultado de la apropiación de tierras por españoles, indígenas y la desamortización.

Este panorama se vio agravado por la contracción del comercio exterior, debido al estancamiento de la producción y a factores estructurales como las precarias comunicaciones. Los nuevos estados se vieron afectados por un menor ingreso aduanero y una reducida posibilidad de inversión en infraestructuras, lo que llevó al endeudamiento desde los inicios del régimen.

Síntomas de Mejora y el Nuevo Modelo Económico

A pesar del dominio conservador, se observaron síntomas de mejora, como la ampliación de la minería artesanal en el área andina y la apertura de nuevas minas en Chile, así como la expansión de la producción ligada a las haciendas en las regiones tropicales. Además, se destacó la exportación de cueros y carnes desde Buenos Aires.

El cambio de rumbo entre 1850 y 1870 marcó la consolidación de la apertura económica y un nuevo modelo basado en el crecimiento a través de la exportación de materias primas. Si bien hubo grandes beneficiarios entre los núcleos exportadores, también se observaron disparidades en los resultados. Este período estuvo influenciado por los principios del liberalismo económico, que promovían la libre circulación de capitales, mercancías y fuerza de trabajo.

Estímulos para la Integración al Mercado Mundial

Los estímulos tanto externos como internos jugaron un papel clave en este cambio:

  • Estímulos externos: La recuperación económica desde la década de 1840, la revolución industrial en Europa y Estados Unidos, así como la apertura o reactivación de nuevos canales marítimos.
  • Estímulos internos: El aumento de la población, tanto por crecimiento natural como por la apertura del ciclo de inmigración europea, y el abaratamiento del crédito, debido al exceso de capital en Europa, que contribuyó a la financiación de infraestructuras para la exportación.

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