La Guerra Cristera: Conflicto Religioso y Social en México (1926-1929)
La Guerra Cristera fue un significativo conflicto político y social que se desarrolló en México entre 1926 y 1929. Este enfrentamiento, de profundas raíces religiosas, surgió como respuesta al carácter anticlerical de la Constitución mexicana de 1917, un documento fundamental surgido del éxito de la Revolución mexicana, que marcó un antes y un después en la historia del país.
La Revolución mexicana había logrado la expulsión del gobierno dictatorial de Porfirio Díaz, quien había ocupado el poder del país desde 1876.
Orígenes y Causas del Conflicto
Si bien la Constitución de 1917, particularmente su Artículo 130, sentó las bases para la tensión, el detonante principal de la Guerra Cristera fue la promulgación de la Ley Calles, oficialmente conocida como Ley de Tolerancia de Cultos. Esta ley entró en vigor el 14 de junio de 1926, y su objetivo primordial era controlar y limitar la presencia del culto católico en México.
La Ley Calles debe su nombre al presidente que la promulgó, Plutarco Elías Calles. Esta legislación, que constaba de unos 33 artículos, establecía diversas restricciones y disposiciones, entre las que destacaban:
- La limitación del número de sacerdotes.
- La exigencia de que solo los mexicanos por nacimiento pudieran ejercer el sacerdocio.
- La necesidad de un permiso otorgado por el Congreso para ejercer el sacerdocio.
- La fijación del carácter laico de la educación.
- El establecimiento de penas pecuniarias por incumplir lo dictado por la ley.
- La condena a cinco años de cárcel para los sacerdotes que criticaran al gobierno.
- La prohibición del uso del hábito en público.
- La disposición para la total expulsión de los ministros de la fe.
Debido a la acción anticlerical del gobierno de Calles, se formó la Liga Nacional Defensora de las Libertades Religiosas, una institución dedicada a la defensa del clero católico y la libertad de culto.
Desarrollo de la Resistencia
Como se ha señalado, la Ley Calles fue el origen de esta resistencia armada por parte de los católicos mexicanos. El Vaticano tardó en dar una respuesta oficial, pero finalmente el papa Pío XI condenó dicha ley. En consecuencia, todos los oficios religiosos en México quedaron suspendidos, y se procedió al cierre de iglesias y catedrales, incluida la emblemática Catedral de México.
Los defensores de la libertad religiosa organizaron una recogida de firmas para la derogación de la Ley Calles; sin embargo, el gobierno rechazó esta iniciativa, a pesar de la gran cantidad de personas que la apoyaron. La resolución no llegaría hasta 1929, mediante la mediación entre los Cristeros y el gobierno.
Los católicos intentaron un boicot económico al gobierno para forzar una reacción, y el gobierno, efectivamente, reaccionó. El ejército, obedeciendo órdenes gubernamentales, llevó a cabo masacres y fusilamientos tanto de civiles como de sacerdotes, y destruyó símbolos religiosos. Ante esta represión, los católicos se organizaron en un movimiento conocido como los Cristeros para combatir al gobierno de Calles y restaurar la libertad religiosa en México.
El Ejército Cristero y sus Líderes
El ejército Cristero estaba compuesto por aproximadamente 20.000 hombres, aunque también participaron activamente mujeres y niños, cuyas tareas de mantenimiento de las armas y asistencia a los enfermos y heridos fueron de vital importancia.
Este ejército necesitaba un líder, y esa figura fue Enrique Gorostieta Velarde, quien había participado previamente en la Revolución mexicana. Aunque Gorostieta no creía en la Iglesia, y su esposa, Tulita (Gertrudis Lasaga Sepúlveda), le había expresado su preocupación por luchar por algo en lo que no creía, él combatió por la libertad religiosa. Además, fue debidamente remunerado y se le acordó un seguro de vida en caso de fallecimiento.
Dentro del ejército Cristero también destacaron otras figuras clave:
- José Reyes Vega: Un sacerdote que también fungió como general Cristero.
- Victoriano Ramírez: Un guerrillero de profunda fe católica, quien comandaba a los grupos de rancheros del ejército Cristero.
Contexto Internacional y Consecuencias
El conflicto Cristero tuvo un calado internacional. Estados Unidos, que veía la situación con preocupación (llegando a sugerir la presencia de bolcheviques en México) y tenía intereses económicos (como el petróleo), no intervino militarmente. Sin embargo, su embajador, Dwight Morrow, sí medió con Calles para la finalización del conflicto.
México se vio profundamente afectado por este movimiento religioso. Debido al conflicto, las naciones extranjeras mostraron reticencia a comerciar con México, lo que impactó negativamente en su economía.
Durante el conflicto, el gobierno controlaba las grandes ciudades del país y la red ferroviaria, mientras que los Cristeros dominaban en las áreas rurales. Como se mencionó, el embajador estadounidense Dwight Morrow intentó que Calles se entrevistara con Gorostieta, pero el diálogo fracasó.
Desenlace y Legado
La muerte de José Sánchez del Río, un joven mártir Cristero, influyó notablemente en Gorostieta, quien parece haber recuperado la fe. Sin embargo, Gorostieta sufrió una emboscada y murió, al igual que el Padre Reyes Vega.
Finalmente, el 21 de junio de 1929, pocos días después de la muerte de los dos generales Cristeros, se llegó a un acuerdo que permitió a la Iglesia retomar sus funciones con normalidad en México, dando así por finalizado un conflicto que supuso la muerte de casi 250.000 personas.
Numerosos mártires de esta guerra fueron canonizados, entre ellos José Sánchez del Río y Anacleto González Flores en 2005 por el papa Benedicto XVI.
Desde una perspectiva histórica, la profunda arraigo de la fe católica en México, heredada desde la época de la presencia española, sugiere la dificultad inherente de intentar suprimir o controlar una institución como la Iglesia en un país con tal devoción.