Las Grandes Corrientes Helenísticas: Epicureísmo y Estoicismo para una Vida Plena


El Helenismo: Un Giro Hacia la Ética Individual

El Helenismo abarca el período histórico desde la caída de Atenas (338 a. C.) hasta la conquista de Egipto (30 a. C.). Las filosofías de esta época comparten la circunstancia común de la desaparición de la polis y la conmoción que esto generó en sus habitantes. Surge así una ética más individual, temerosa y a la defensiva ante los poderes públicos. Los filósofos no elaboran grandes teorías, sino que se ofrecen como maestros del arte de ser feliz. Las dos escuelas más destacadas y de mayor influencia son la Epicúrea y la Estoica.

Ética y Moral: Reflexión Crítica y Fundamentación

El conocimiento, por un lado, y la libertad, por otro, permiten hablar de responsabilidad moral. La moral es un hecho y, por ello, requiere justificación. Por ejemplo, si en un país está instaurada la pena de muerte, es porque la sociedad lo considera correcto en defensa de sus ciudadanos; pero en el momento en que las personas comienzan a dudar de dicha justificación, nos encontramos en el plano de la ética. Por lo tanto, esta no es de discusión exclusiva de los filósofos, sino que todos los ciudadanos deben ser capaces de reflexionar éticamente.

La moral es un hecho; en cambio, la ética es una reflexión crítica acerca de la moral. La ética se limita a proponer principios que sirvan de fundamentación de las normas morales. A la ética no le corresponde emitir juicios de valor acerca de las conductas morales de otras sociedades o épocas, pero sí debe exponer las razones de los cambios de la moral.

Epicureísmo: La Búsqueda de la Ataraxia y la Aponia

Fundamentos de la Filosofía Epicúrea

El Epicureísmo es una corriente filosófica fundada por Epicuro de Samos, quien a los 30 años compró una casa con jardín, de ahí la denominación «filósofos del jardín». La escuela de Epicuro fue considerada un círculo de amigos o una congregación de personas maduras que concurrían allí para buscar un asilo de paz y tranquilidad del alma. Su éxito radicaba en la claridad y sencillez de sus enseñanzas, ayudando a conservar la serenidad del alma frente a las perturbaciones externas.

El fin del hombre, según Epicuro, es alcanzar la felicidad en este mundo, evitando el dolor, que es el único mal. El ser humano está compuesto de cuerpo y alma, y a cada uno le corresponden ciertos placeres: los carnales son de más corta duración, y los del alma son superiores y de más larga duración. El ser humano debe elegir entre los placeres, ya que no se trata de entregarse desenfrenadamente, pues esto puede traer un dolor mayor. Conviene controlar los impulsos del cuerpo mediante la prudencia, logrando así el equilibrio del hombre.

La virtud implica aprender a regular los apetitos desenfrenados, tratando de lograr un control de los mismos, y sabiendo que no todos los dolores son malos, sino que a veces son preferibles a los placeres porque pueden generar un bien mayor. No todos los placeres son deseables porque pueden ser causa de dolores. El sabio debe aprender a moderar sus impulsos mediante la templanza, distinguiendo la sensación, duración, intensidad y consecuencia de los deseos. La moral epicúrea busca alcanzar la felicidad no en el desenfreno de las pasiones, sino tratando de alcanzar la paz del alma (ataraxia) superando los temores y las perturbaciones externas.

Superación de los Temores Fundamentales

Epicuro identificó tres temores principales que impiden la felicidad:

  • El temor a los dioses: Epicuro cree que los dioses son seres inmortales y bienaventurados, pero que no influyen en los asuntos humanos ni para bien ni para mal. Por eso, no debemos adjudicarles más atributos de los que poseen.
  • El temor a la muerte: El hombre está compuesto por cuerpo y alma, los cuales están constituidos por átomos. Cuando el alma está unida al cuerpo, poseemos sensibilidad, pero en el momento de la muerte, los átomos se dispersan, dejando de sentir. La muerte es una liberación de los males y dolores. «La muerte no es nada para nosotros porque mientras yo existo ella no, y cuando ella viene yo ya no estoy.»
  • El miedo al destino: Hay que superarlo porque este no existe; solo existe el azar, ya que no hay nada sujeto a ninguna ley inmutable. El futuro no nos es totalmente ajeno, pero tampoco depende enteramente de nosotros.

La Carta a Meneceo: Consejos para una Vida Feliz

La Carta a Meneceo aconseja que ni el joven ni el anciano deben dejar de filosofar, porque nunca es tarde ni muy temprano para hacerlo. Aquel que dice que ya le pasó el tiempo de filosofar o que aún no le llegó, es tan absurdo como quien dice que no le llegó el momento de ser feliz o que ya le ha pasado. Afirma que hay tres temores que debemos eliminar para ser felices: el temor a los dioses, a la muerte y al destino.

Aconseja reflexionar acerca de las consecuencias de nuestros actos para evitar las acciones que perjudiquen la salud del cuerpo y la tranquilidad del alma. Plantea el placer como principio de la vida feliz, siendo necesario dejar de lado ciertos placeres para evitar un dolor mayor, y también transitar por un dolor para alcanzar un placer mayor. Nadie puede ser feliz sin ser prudente, honesto y justo, ya que la felicidad va unida a las virtudes. Meditando continuamente sobre estas cuestiones, podemos vivir como dioses entre los hombres.

Estoicismo: Vivir Conforme a la Naturaleza y la Razón

Introducción a la Filosofía Estoica

El Estoicismo es una escuela o corriente filosófica fundada por Zenón de Citio, que buscaba la felicidad a través de vivir conforme a la naturaleza. Los estoicos consideraban la filosofía como la ciencia de las cuestiones divinas y humanas, la cual se dividía en tres disciplinas: lógica, física y ética. Comparaban la filosofía con un huerto: la lógica representaba los límites del huerto, la física los árboles del huerto, y la ética los frutos del huerto. Tomaban en cuenta el conocimiento sensitivo que proviene de los sentidos y la razón. No aceptaban las ideas innatas, ya que afirmaban que todo conocimiento proviene del exterior mediante el esfuerzo, la observación y el aprendizaje.

Física Estoica: El Cosmos y el Logos Universal

Desde toda la eternidad existen dos principios eternos e indestructibles: la materia y el fuego. La materia es un principio pasivo, sujeto a todas las cualidades y divisible hasta el infinito. El fuego, llamado también logos, Zeus o alma universal, es un principio eterno muy potente que penetra la materia, la vivifica y la determina. Dentro del fuego, existe una ley universal (el logos) que es un principio rector que rige y gobierna todo el universo, ordenándolo y propiciando una armonía. Por lo tanto, de la mezcla de materia y fuego surgen todos los seres: dioses, astros, hombres, animales, plantas, etc. En conclusión, el universo está en constante transformación.

La Condición Humana y el Dominio de las Pasiones

Los animales no tienen moral porque su vida está programada por el instinto. En cambio, el ser humano, aunque al principio tiene conductas instintivas, cuando va creciendo, comienza a utilizar la razón, adecuándola a momentos y situaciones determinadas. El ser humano se ve obligado a elegir en distintas situaciones de la vida, con una amplia variedad de posibilidades, lo que va a hacer, y al hacerlo manifiesta su libertad. La sociedad en la que vivimos nos va inculcando un conjunto de normas, conductas y valores, siendo estos lo que consideramos moral. El hombre pone en práctica ciertos comportamientos morales mediante ciertas conductas que decide realizar.

Los actos morales son aquellos que implican un agente responsable por las consecuencias de la acción. Esta responsabilidad se basa en que la persona no ignore las circunstancias ni las consecuencias de su acción, siendo consciente de su conducta y que la causa de sus actos esté en él mismo y no en otros agentes que lo obliguen a actuar.

Las Pasiones y la Apatheia

Las pasiones tienen su origen en un impulso primitivo del hombre y, cuando ese impulso no es regulado por la razón, se vuelve irracional y va en contra de la naturaleza. Por eso, debemos dominar las pasiones para alcanzar la apatheia, que es la condición para lograr la serenidad del alma y la libertad propia del sabio.

Máximas de Epicteto: La Dicótoma de Control

Epicteto, en sus máximas, plantea que hay cuestiones que dependen de nosotros (deseos, opiniones, acciones) y hay otras que no dependen de nosotros (cuerpo, imperios, riquezas). Aconseja que si deseamos algo, tenemos que tomar en cuenta que a veces es conveniente evitar algunas cuestiones y privarnos de otras por un tiempo. Si deseamos algo con mucha ambición (acumular riquezas), debemos tomar en cuenta que podemos llegar a perder la libertad y la felicidad, y sentirnos frustrados al no poder alcanzarlas.

Afirma que si rechazo lo que depende de mí, debo asegurarme de no caer en ello; pero si rechazo lo que no depende de mí, debo tener en cuenta que no puedo evitarlo. En conclusión, si deseo cuestiones que dependen de mí, debo relacionarme con ellas de tal manera que pueda abandonarlas cuando sea conveniente, teniendo en cuenta que todas nuestras acciones deben realizarse con medida y prudencia. Si quiero ser feliz, no debo detestar lo que no depende de mí.

Libertad y Ética Estoica: Armonía con el Cosmos

La Libertad Estoica: Aceptación del Destino

La libertad estoica es un poder ineficaz para resistirse contra el destino; es decir, es inútil oponerse a él o rebelarse, porque lo que tiene que suceder, sucederá. Si uno se opone a esto, será causa de infelicidad y sufrimiento; por lo tanto, lo mejor es dejarse llevar por el destino sin querer cambiar los acontecimientos. De esta manera, lograremos la paz y serenidad del sabio que aprende a vivir conforme a la naturaleza. El hombre debe ajustar su conducta al orden universal que domina en el cosmos, ya que en este todo es bello y armonioso. Los estoicos distinguen tres cuestiones: las buenas (virtud), las malas (vicios) y las indiferentes (salud).

Principios de la Ética Estoica

El principio supremo de la ética estoica es la virtud, que implica vivir conforme a la naturaleza y, así, vivir conforme consigo mismo. La virtud va unida a la felicidad; por eso, vivir conforme a la razón individual implica vivir conforme a la razón que rige el mundo. Consideran que la virtud fundamental es la sabiduría. Estas virtudes no son innatas, sino que las debemos adquirir mediante el ejercicio constante.

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