Los Austrias Mayores: Hegemonía y Desafíos en la Política Exterior Española


Los Austrias Mayores: Hegemonía y Desafíos en la Política Exterior

Carlos I y Felipe II fueron los protagonistas del apogeo de la hegemonía del Imperio español, donde «nunca se ponía el sol». Reyes de la época más próspera para España, sin embargo, ¿quién les diría que ese momento de gloria encendería la mecha del fin de su dinastía? Todas las victorias cosechadas eran, en realidad, una cortina de humo que les impedía vislumbrar la inminente crisis.

Carlos I de España y V de Alemania: Un Imperio en Expansión

Carlos I de España y V de Alemania heredó por parte de su madre Castilla, Aragón, Navarra, Nápoles y América; y por parte de su padre, los dominios de la Casa de Austria, es decir, Austria, los Países Bajos y la posibilidad de ser nombrado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

Conflictos con Francia

Carlos I involucró a España en una guerra contra Francia por el Ducado de Borgoña. El escenario principal de dicha guerra fue principalmente Italia, donde los franceses fueron derrotados en Pavía (1525) y su rey, Francisco I, cayó prisionero. Este se comprometió entonces a entregar el Ducado de Borgoña y el Milanesado, en el norte de Italia, pero cuando se vio liberado incumplió lo tratado y buscó aliados, formando así la Liga de Cognac en 1527 con el fin de derrotar a Carlos I. Ante esto, las tropas de Carlos I viajaron a Roma y la saquearon, en lo que se conoce como el Saco de Roma (1527). Posteriormente, la guerra continuó hasta que, fruto del agotamiento de ambas partes, se firmó la Paz de las Damas o de Cambrai en 1529. Más tarde, Carlos I intentó invadir Francia, pero fracasó; además, le reprochó a Francisco I su alianza con los turcos. Ante este conflicto, el Papa intervino, dando lugar a la Tregua de Niza en 1538. Finalmente, tras seis años de calma, Francisco I tomó Luxemburgo y casi todo el Brabante, pero al año siguiente Carlos I recuperó esos territorios y llegó a sitiar París, lo que permitió firmar la Paz de Crépy en 1544.

La Reforma Protestante y Conflictos en Alemania

En Alemania, el monje alemán Martín Lutero publicó en 1517 una serie de tesis en las que se oponía al papado. Este fue el origen de la Reforma Protestante y del conflicto entre católicos y luteranos o «protestantes», que fue creciendo paulatinamente hasta que cada bando creó su propia «liga». Por un lado, los protestantes crearon la Liga de Esmalcalda en 1530 y los católicos crearon la Liga de Núremberg en 1538. Tras la creación de la liga protestante, hubo un periodo de paz debido al problema que representaban los turcos para el emperador (Paz de Núremberg). El Papa convocó el Concilio de Trento con el fin de unificar la religión, pero los protestantes lo rechazaron, lo que dio lugar a la Guerra de Mühlberg en 1547. Un año después, el emperador convocó una Dieta donde reconoció algunos de los ideales protestantes. Pero esto no fue suficiente para ellos, que en 1552 se aliaron con Enrique II de Francia y obligaron a Fernando, hermano del emperador, a negociar una tregua con ellos, permitiéndoles practicar su religión (Paz de Augsburgo, 1555).

Amenaza Otomana y Berberisca en el Mediterráneo

En el Mediterráneo, Carlos I tuvo problemas tanto en el norte como en el sur. Los corsarios berberiscos atacaban el comercio español y los pueblos del litoral. El pirata Barbarroja se apoderó de Argel (1532). Carlos I contraatacó conquistando Túnez en 1535, pero fracasó en otro intento de conquistar Argel (1541), que quedó en manos de los piratas, perjudicando así los intereses españoles. En el norte, Carlos I tuvo que enfrentar a los turcos que avanzaban por Centroeuropa, ayudando a su hermano Fernando de Habsburgo a defender Viena.

Felipe II: El Rey Prudente y los Desafíos Globales

La política exterior de Felipe II se centró en cuatro frentes principales: Francia, Inglaterra, los Países Bajos y los turcos.

Conflictos con Francia

El problema francés surgió después de que el Papa reconociera como rey de Nápoles a Enrique II de Francia. Ante esto, el Duque de Alba llegó a Roma y sitió la ciudad, por lo que el Papa se vio obligado a firmar un armisticio; además, Felipe II atacó Francia, saliendo victorioso en la Batalla de San Quintín (1557). El Papa y Enrique II se vieron obligados a firmar la Paz de Cateau-Cambrésis (1559). Tras esta paz, comenzaron una serie de problemas internos en Francia que relegaron este conflicto a un segundo plano.

La Rebelión en los Países Bajos

Los Países Bajos representaban el mayor desafío, ya que el problema protestante heredado de su padre Carlos I seguía latente, bajo el gobierno de su hermana, Margarita de Parma. Para solucionar el problema, Felipe II envió al Duque de Alba, quien tomó duras medidas para contener la revuelta. Esta dura represión no convenció a Felipe II, quien relevó al Duque de Alba, dando paso a un periodo de gobernantes que fracasaron en el intento de conciliar a los protestantes, hasta que Alejandro Farnesio creó la Unión de Arras en 1579, donde se encontraban todos los territorios católicos de los Países Bajos. Paralelamente, los protestantes crearon la Unión de Utrecht, liderada por Guillermo de Orange. En 1581, esta última rompió sus lazos con Felipe II mediante el Acta de Abjuración, haciendo que finalmente en 1598, mediante el Acta de Cesión, Felipe II abdicara el trono de los Países Bajos en su hija Isabel Clara Eugenia y su esposo Alberto de Austria, cansado del constante problema flamenco.

Conflicto con Inglaterra

El problema con Inglaterra se debió a la subida al trono de Isabel I, una reina protestante, la cual trató de boicotear constantemente a Felipe II, quien en 1588 intentó invadir Inglaterra con la «Armada Invencible«, pero fracasó.

La Amenaza Otomana en el Mediterráneo

El problema turco llevó a Felipe II a unirse a la Liga Santa para luchar contra ellos y derrotarlos en la Batalla de Lepanto en 1571. A pesar de la derrota turca, estos continuaron su expansión por el norte de África hasta que en 1581 se llegó a una tregua con ellos, lo que apaciguó el problema en el Mediterráneo.

Conclusión

En conclusión, ambos reinados enfrentaron desafíos significativos con diversas potencias, y aunque a primera vista pareciera que fueron solucionados, esto fue solo el preludio de una etapa que culminaría con la dinastía de los Austrias, dando paso a una dinastía completamente distinta: los Borbones.

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