La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
Contexto y Ascenso al Poder
La llegada de Miguel Primo de Rivera al poder el 13 de septiembre de 1923 fue la culminación de un largo proceso de crisis del sistema de la Restauración. Desde principios del siglo XX, España atravesaba una etapa de inestabilidad política, social y económica que los gobiernos monárquicos no lograban controlar. La alternancia entre los partidos dinásticos, basada en el turnismo y el fraude electoral, impedía cualquier tipo de regeneración del sistema. El aumento de la conflictividad social, el auge del nacionalismo periférico y la debilidad de la monarquía de Alfonso XIII hicieron que amplios sectores de la sociedad, especialmente la burguesía industrial y el ejército, vieran en una solución autoritaria el único camino viable para restaurar el orden y la estabilidad.
El golpe de Estado de Primo de Rivera se produjo en un contexto de descomposición del régimen monárquico y con el apoyo tácito del rey, quien, en lugar de oponerse, decidió respaldar al dictador con la esperanza de preservar la monarquía. La crisis del sistema canovista se había agravado con la derrota en la guerra colonial de 1898, que había socavado el prestigio internacional de España y generado un profundo malestar en el ejército. Sin embargo, el detonante final para el golpe de Estado fue el desastre de Annual en 1921, en el que murieron más de 12.000 soldados españoles en Marruecos debido a la incompetencia de los mandos militares y a la falta de preparación del ejército. La publicación del Expediente Picasso, una investigación parlamentaria sobre lo ocurrido, señalaba la responsabilidad de importantes figuras del ejército y del propio Alfonso XIII, lo que provocó una crisis institucional de gran magnitud.
Características del Régimen y Represión
Desde el principio, el gobierno de Primo de Rivera adoptó una estructura militarista y autoritaria. Se instauró un Directorio Militar, compuesto exclusivamente por generales y presidido por el propio Primo de Rivera. Se suspendió la Constitución de 1876, se disolvieron las Cortes y se prohibieron los partidos políticos, sustituyendo el sistema parlamentario por un gobierno de carácter personalista. La prensa fue sometida a una estricta censura y se estableció el estado de guerra en todo el país, lo que permitió la represión de cualquier forma de oposición. Se persiguió especialmente a los movimientos obreros, anarquistas y comunistas, así como a los nacionalistas catalanes y vascos, a quienes se acusaba de separatismo. En Cataluña, por ejemplo, se prohibió el uso del catalán en la administración y se disolvieron las organizaciones culturales y políticas nacionalistas.
Política Exterior y Éxitos
Uno de los mayores éxitos de la dictadura fue la solución al problema de Marruecos. Primo de Rivera, en un principio, era partidario de abandonar el conflicto, pero la ofensiva de Abd el-Krim contra las posiciones francesas en el norte de África cambió la estrategia española. En 1925, España y Francia organizaron una operación conjunta que culminó en el Desembarco de Alhucemas, considerado el primer desembarco aeronaval de la historia y un punto de inflexión en la Guerra del Rif. La victoria restauró el prestigio del ejército y consolidó temporalmente el régimen de Primo de Rivera, quien utilizó este éxito como propaganda para justificar su permanencia en el poder.
Política Económica y Fin del Régimen
En el ámbito económico, la dictadura adoptó un modelo de intervencionismo estatal que favoreció el desarrollo de infraestructuras y la modernización del país. Se ampliaron carreteras y ferrocarriles, se construyeron embalses y se creó CAMPSA (Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos), una empresa estatal destinada a regular el sector energético. Sin embargo, estas políticas se financiaron mediante un creciente endeudamiento público, lo que generó un fuerte déficit que se hizo insostenible tras la Crisis de 1929.
En 1925, Primo de Rivera intentó consolidar su régimen con la creación del Directorio Civil, un intento de institucionalizar la dictadura a través de la Unión Patriótica, un partido único inspirado en el fascismo italiano. También estableció la Asamblea Nacional Consultiva, un órgano legislativo sin poder real que debía redactar una nueva Constitución, pero que nunca llegó a aprobarse. A medida que el régimen se prolongaba, comenzó a perder apoyos, incluso entre sus propios aliados. La crisis económica, el descontento del ejército y la falta de respaldo popular llevaron a su dimisión en enero de 1930. Su caída dejó a la monarquía en una situación crítica, ya que Alfonso XIII había estado estrechamente vinculado a la dictadura.
La Segunda República Española (1931-1936)
Proclamación y Contexto
La proclamación de la Segunda República el 14 de abril de 1931 representó un cambio radical en la historia de España. El fracaso de la monarquía, evidenciado por la crisis final del régimen de Primo de Rivera y la incapacidad de Alfonso XIII para restaurar el sistema constitucional, dejó un vacío de poder que fue llenado por el movimiento republicano. Las elecciones municipales de abril de 1931, aunque en teoría no eran un plebiscito sobre la monarquía, fueron interpretadas como tal cuando las candidaturas republicanas triunfaron en las principales ciudades. La abdicación de Alfonso XIII y su exilio permitieron la instauración de un nuevo régimen con amplias expectativas de modernización y democratización del país.
La Constitución de 1931 y sus Principios
El gobierno provisional de la República, liderado por Niceto Alcalá Zamora, convocó elecciones a Cortes Constituyentes, que dieron como resultado la Constitución de 1931, un documento de carácter progresista que establecía una república parlamentaria con un sistema unicameral. Se proclamó el sufragio universal, incluyendo por primera vez el derecho al voto de las mujeres, y se reconocieron amplios derechos sociales, laborales y educativos. Se instauró la separación entre la Iglesia y el Estado, suprimiendo la financiación pública del clero y limitando la enseñanza religiosa en las escuelas. También se estableció la posibilidad de autonomía para aquellas regiones que lo solicitaran, dando lugar al Estatuto de Autonomía de Cataluña en 1932.
El Bienio Reformista (1931-1933)
El gobierno del Bienio Reformista (1931-1933), presidido por Manuel Azaña, impulsó reformas profundas en varios ámbitos:
- Reforma agraria: expropiación de latifundios para distribuir la tierra entre campesinos.
- Reforma militar: reducción del número de oficiales y cierre de la Academia Militar de Zaragoza.
- Reforma educativa: creación de miles de escuelas públicas y promoción de una enseñanza laica.
- Reforma laboral: reducción de la jornada laboral y mejora de las condiciones de trabajo.
El Bienio Conservador y la Radicalización (1933-1936)
Estas reformas generaron una fuerte oposición entre los sectores conservadores, que se organizaron en torno a la CEDA de José María Gil Robles y la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera. En las elecciones de 1933, la derecha obtuvo una victoria aplastante, iniciando el Bienio Conservador (1933-1936), durante el cual se revirtieron muchas de las reformas anteriores. La represión de la Revolución de Asturias en 1934, liderada por socialistas y anarquistas, marcó un punto de inflexión en la radicalización del país.
El Frente Popular y el Estallido de la Guerra Civil
En 1936, la victoria del Frente Popular, una coalición de izquierdas, reavivó el proceso reformista, pero la extrema polarización política y la violencia callejera hicieron que sectores del ejército, encabezados por Franco, Mola y Sanjurjo, conspiraran contra la República. El asesinato del líder derechista José Calvo Sotelo en julio de 1936 fue el detonante del golpe de Estado que dio inicio a la Guerra Civil Española.
Conclusión: Causas del Fracaso Republicano
La Segunda República fracasó no solo por sus conflictos internos, sino porque España se había convertido en un país dividido entre dos modelos irreconciliables: una democracia progresista y una visión autoritaria y tradicionalista que desembocaría en el régimen franquista tras la guerra.