La lírica
1. Características del género
“La poesía lírica satisface la necesidad de expresar lo que sentimos” (Hegel). Esta finalidad no ha variado a través del tiempo.
En Grecia, el género lírico surgió ligado a la expresión de los sentimientos del poeta, pero debía cumplir unos requisitos formales: el empleo de determinados metros (el ritmo yámbico, dactílico o el coriambo) y el acompañamiento musical de la lira, de donde deriva el nombre de lírica.
Desde Grecia, la lírica llegó también a Roma. Aquí perdió uno de sus requisitos formales: el acompañamiento musical. Este género tardó en arraigarse en Roma, de tal manera que comienza a aparecer a finales del siglo II a.C. como resultado de la influencia de los antiguos líricos griegos y, en particular, de la poesía helenística de los alejandrinos. El movimiento poético más importante, destinado a revolucionar totalmente la lírica latina, será el de los llamados poetas neotéricos.
2. Desarrollo cronológico, autores y obras principales
Primera mitad del siglo I a.C.: Los neotéricos
Los neotéricos son un grupo de poetas cuyo ideal poético se inspira, sobre todo, en el poeta alejandrino Calímaco (siglo III a.C.). Tienen como principio el rechazo de la épica tradicional romana y, en general, de toda la poesía solemne y prolija, y defienden un tipo de composición breve, refinada, delicada y con altas dosis de ironía. Los argumentos de sus composiciones son los pequeños detalles de la vida cotidiana. En este círculo se encontraban Valerio Catón, Licinio Calvo o Elvio Cinna, de quienes solo han llegado hasta nosotros fragmentos.
Catulo (87 a.C. – 54 a.C.)
Formó parte del círculo de los neotéricos y para muchos es el más grande poeta lírico de la literatura latina. Su obra poética está integrada por 116 composiciones o Carmina, agrupadas en un solo libro. Desde el punto de vista temático, el grupo más numeroso es el compuesto por los poemas de tipo amoroso y erótico. En estos poemas se expresan, por primera vez en la literatura latina, los sentimientos personales y la experiencia vital.
Época de Augusto (finales del siglo I a.C. – principios del siglo I d.C.)
Horacio (65 a.C. – 8 a.C.)
Las composiciones propiamente líricas de este autor son Los Epodos y Las Odas. Los Epodos son diecisiete composiciones en metro yámbico en las que el poeta imita a los antiguos líricos griegos del siglo VII a.C. En ellos utiliza el sarcasmo y la invectiva, aunque es más moderado que sus predecesores griegos. Las Odas o Carmina están formadas por un total de 103 poemas. Toma como modelo a los líricos griegos Alceo, Safo y Anacreonte. Con los neotéricos comparte su interés por la perfección formal del verso. El contenido presenta una alternancia entre los sucesos de la vida pública romana y los acontecimientos personales del poeta. Su poesía carece de la intensidad y pasión que transmite Catulo; sin embargo, sus Odas superan en equilibrio, exquisitez y perfección formal a cualquier otro poeta latino.
La elegía
1. Características formales del género
En la primitiva tradición literaria griega, la elegía (del griego elegos, “lamento”) era un lamento fúnebre que se entonaba con acompañamiento de flauta. De este primitivo origen deriva el carácter melancólico del género elegíaco. Sin embargo, en algunos poetas griegos encontramos elegías de lamento amoroso.
La elegía latina toma de la griega su carácter doloroso y de lamento y, sobre todo, desde el punto de vista formal, el metro típico de este género: el dístico elegíaco, compuesto por un hexámetro y un pentámetro. A diferencia de la griega, en la elegía romana predomina el carácter erótico subjetivo, el elemento personal y la pasión amorosa.
Podemos decir, pues, que la elegía es una composición poética escrita en dísticos elegíacos y asociada a la expresión del sentimiento personal del lamento y el dolor.
2. Desarrollo cronológico, autores y obras principales
Los precursores de la poesía elegíaca en Roma fueron los neotéricos. Posteriormente, otros tres grandes poetas cultivaron este género: Tibulo, Propercio y Ovidio. Todos estos poetas desarrollaron su obra en la segunda mitad del siglo I a.C.
- Tibulo (54 a.C. – 19 a.C.): Su obra poética está compuesta por tres libros de elegías, cuyo tema principal es el amor romántico.
- Propercio (50 a.C. – 16 a.C.): Su obra se compone de cuatro libros. Los tres primeros son elegías amorosas inspiradas en sus amores con Cintia y el cuarto, tras la muerte de esta, contiene composiciones de carácter patriótico.
- Ovidio (43 a.C. – 17 d.C.): Nace en Sulmona. En Roma ocupa algunos cargos civiles y forenses. Abandonó su carrera de abogado para dedicarse por entero a la poesía. En el 8 d.C. fue desterrado por Augusto y muere en el destierro. De su abundante producción poética, que incluye también otras composiciones de contenido didáctico, mitológico o epistolar, nos centraremos en las de contenido amoroso o elegíaco:
- Amores: Formada por tres libros dedicados a su amada Corina. Son elegías eróticas de carácter subjetivo.
- Ars amandi (El arte de amar): Ovidio se presenta como un experto en la técnica amatoria. Aunque la obra podría encuadrarse dentro de la poesía didáctica, el contenido y la forma (dísticos elegíacos) corresponden al campo de la elegía amorosa.
- Poesía en el exilio: Un carácter marcadamente diferente presentan las dos obras pertenecientes a este período: Tristia (Tristezas) y Epistulae ex Ponto (Cartas desde el Ponto). Son poemas de lamento por su situación presente, llenas de melancolía por un pasado dichoso. Algunas de estas composiciones tienen un carácter adulatorio hacia Augusto con la esperanza del perdón.
La oratoria
1. Características del género
La oratoria se concibe como el arte de hablar bien, con corrección (ars bene dicendi), y, sobre todo, de manera persuasiva y convincente. La retórica es, por otra parte, el arte teórico del discurso, es decir, la oratoria reducida a un sistema susceptible de ser enseñado.
El nacimiento de la retórica y la oratoria está en Grecia, y los primeros profesores de retórica en Roma fueron griegos. Con el tiempo, se produjo una asimilación total de la preceptiva retórica griega, se abrieron escuelas de retórica (la primera en el 92 a.C.) y se compusieron tratados sistemáticos que contribuyeron a la difusión de estas enseñanzas.
Hay que indicar que el ejercicio público de la oratoria va ligado a la libertad de expresión. Así, la oratoria romana florecerá en tiempos republicanos e irá declinando en época imperial, donde proliferarán los tratados de retórica y una oratoria que podríamos llamar “de salón”. En cualquier caso, el arte del discurso y el aprecio de la elocuencia fueron una constante del romano de casi todos los tiempos.
Las cinco facultades del orador
En los tratados de retórica se presentan las cinco facultades fundamentales que un orador debe dominar para construir un discurso:
- Inventio (invención): Es la búsqueda de argumentos apropiados.
- Dispositio (disposición): La ordenación y colocación de los argumentos adecuados.
- Elocutio (elocución): La elección de la forma más elegante para expresar las ideas (el ornato).
- Actio o pronuntiatio (acción o pronunciación): La modulación de la voz y el movimiento del cuerpo, gestos, etc., para que el discurso sea persuasivo.
- Memoria: La capacidad de retener todos los argumentos.
Tipos de discursos oratorios
En estos mismos tratados se habla de tres tipos de discursos:
- Genus deliberativum (discurso deliberativo): El pronunciado ante una asamblea para persuadirla o disuadirla sobre la utilidad o perjuicio de un asunto.
- Genus demonstrativum (discurso demostrativo o epidíctico): Es la alabanza o crítica sobre una persona.
- Genus iudiciale (discurso judicial y forense): Pronunciado ante un tribunal.
Estructura del discurso
Según estos tratados, el discurso ha de estructurarse en una serie de partes:
- Exordium (introducción): La introducción al tema.
- Narratio (narración): La exposición del asunto.
- Argumentatio (argumentación): Tiene dos facetas: la defensa de cada uno de los argumentos a favor del orador y la refutación de los posibles argumentos en contra.
- Peroratio (conclusión): La conclusión final e invocación a los oyentes para conmoverlos.
2. Desarrollo cronológico, autores y obras principales
La historia de la oratoria romana implica hablar de un antes y un después de Cicerón, ya que su producción es inmensa, su actividad oratoria incansable y la calidad de su trabajo insuperable.
a) Oratoria preciceroniana
Muchos de los datos que poseemos se deben a la obra de Cicerón, Brutus, donde traza la historia de la oratoria romana, citando unos 200 nombres.
- Las primeras manifestaciones oratorias no escritas deben buscarse en las Laudationes funebres.
- El primer orador romano del que tenemos noticias es Apio Claudio, el Ciego (siglos IV-III a.C.).
- En el siglo II a.C., la oratoria romana se consolida y aparecen dos importantes oradores: Marco Poncio Catón y Escipión Emiliano. En la segunda mitad de este siglo destacan los hermanos Tiberio y Cayo Graco.
- De comienzos del siglo I a.C. data el primer tratado teórico romano que se conserva, Rhetorica ad Herennium. A lo largo de esta centuria se consolidan dos tendencias o escuelas: la asiánica, representada por Hortensio, caracterizada por el patetismo, la grandilocuencia y la ampulosidad; y la aticista, partidaria de la claridad y sencillez en el estilo.
b) Oratoria ciceroniana (siglo I a.C.)
La época en que vive Cicerón es especialmente propicia para el ejercicio del discurso: la República está en un momento intenso y álgido. En este contexto, aparecen varios personajes que preludian o acompañan a Cicerón. Sobre todos ellos destaca Hortensio, el número uno hasta que Cicerón comienza su andadura.
Cicerón (106-43 a.C.)
El más elocuente de los oradores latinos. Comenzó su actividad como abogado y tuvo una intensa vida política. Su obra se divide en:
- Tratados de retórica: En todos ellos presenta al orador como modelo supremo de humanitas y expone las facultades que debe tener. Destacan De oratore, Brutus y Orator.
- Discursos (obra oratoria): Se pueden dividir en:
- Judiciales (pronunciados ante un tribunal como abogado): In C. Verrem, Pro Murena, Pro Roscio Amerino.
- Políticos (pronunciados en el Senado o en el Foro): Catilinarias, Filípicas.
c) Oratoria postciceroniana (época imperial, siglos I-V d.C.)
La implantación del Imperio implica la supresión de las libertades, y la oratoria decae, refugiándose en las escuelas de retórica y en las salas de recitación, donde se pronunciaban brillantes conferencias o declamationes sobre temas casi siempre ficticios. Estos ejercicios retóricos eran fundamentalmente de dos tipos: controversiae (discursos judiciales imaginarios sobre temas convencionales) y suasoriae (discursos de tipo mitológico).
En el siglo I d.C. nos encontramos con los siguientes autores:
- Quintiliano: En su obra Institutio Oratoria, se preocupa de la formación del orador y de su educación e instrucción.
- Tácito: En su obra Dialogus de oratoribus, se plantea las causas de la decadencia de la oratoria.
En el siglo II d.C., la única elocuencia pública son los panegíricos dedicados a los emperadores. Destacamos en este campo la figura de Plinio el Joven. Esta manifestación de la retórica adquirió un gran desarrollo.
