El Régimen de Franco: Historia, Características y Evolución


Fundamentos del Régimen Franquista

Bases Ideológicas

Francisco Franco estableció una dictadura tras la Guerra Civil (1936-1939), manteniéndola hasta su muerte en 1975. El franquismo no fue solo un gobierno autoritario, sino un sistema político y social con bases ideológicas bien definidas. Las ideas fundamentales del régimen fueron la concentración absoluta del poder en Franco, quien ejercía autoridad sin límites. El nacional-catolicismo convirtió a la Iglesia en pilar del Estado, controlando la educación, censurando la cultura y regulando la vida social con una moral estricta. El ultranacionalismo español exaltó la unidad de España, rechazando el reconocimiento de las identidades regionales e imponiendo el castellano como única lengua oficial. Además, instrumentalizó símbolos históricos, como la Reconquista o el Imperio, para justificar su discurso. El anticomunismo y el antiparlamentarismo justificaron la persecución de cualquier oposición política. El franquismo también incorporó el nacional-sindicalismo, doctrina de la Falange que promovía un sindicalismo vertical, rechazando tanto el capitalismo liberal como el comunismo. El militarismo quedó reflejado en la omnipresencia del Ejército en el gobierno y en la exaltación de valores militares. Para imponer esta ideología, el régimen aplicó un estricto control social e ideológico mediante la censura, la educación y los medios de comunicación. La prensa y el NO-DO exaltaban constantemente la figura de Franco, mientras que asignaturas como Espíritu Nacional y Enseñanza de las Tareas del Hogar inculcaban los valores del régimen. Las organizaciones falangistas como el Frente de Juventudes, la Sección Femenina y el SEU reforzaban este adoctrinamiento. Por otro lado, la Iglesia impuso una moral rígida, censurando expresiones culturales y regulando la vida social. Estas bases ideológicas, junto con la represión sistemática y la ausencia de una oposición organizada, garantizaron la continuidad del franquismo hasta la Transición.

Bases Sociales

Francisco Franco estableció una dictadura tras la Guerra Civil (1936-1939), manteniéndola hasta su muerte en 1975. Su régimen concentró todo el poder en su figura, suprimiendo la democracia y las libertades. Se caracterizó por un fuerte autoritarismo, represión política y control ideológico, sustentado por el ejército, la Iglesia y la Falange. Desde 1939, el franquismo consolidó sus bases sociales. El franquismo no se sostuvo únicamente en la victoria militar, sino en el apoyo de tres pilares fundamentales: el Ejército, la Iglesia y la Falange. El Ejército fue la columna vertebral del régimen. Gozó de privilegios y ejerció un papel central en el mantenimiento del orden público y la represión, con tribunales militares para juzgar delitos políticos. La Iglesia legitimó la dictadura e impuso el nacional-catolicismo, controlando la educación y la moral pública. Su influencia se tradujo en normas religiosas estrictas. La Falange, a través de su ideología y aparato propagandístico, controló la opinión pública y organizó asociaciones juveniles y femeninas para adoctrinar a la población. Sin embargo, tras 1945, su poder se redujo ante el ascenso de otros sectores del régimen. Junto a estas instituciones, el franquismo contó con el respaldo de la élite económica (empresarios, comerciantes y terratenientes), que se benefició del sistema. Las clases medias y bajas, despolitizadas por la represión, se adaptaron al régimen sin margen de acción política. Diversas familias políticas del régimen, aunque compartían su rechazo al liberalismo y la democracia, mantenían intereses distintos y se repartieron los principales ministerios, lo que generó conflictos internos que Franco supo gestionar para equilibrar el poder dentro del Movimiento Nacional. Este entramado social fue clave para la estabilidad de la dictadura hasta su final.

Bases Políticas

Francisco Franco estableció una dictadura tras la Guerra Civil (1936-1939), manteniéndola hasta su muerte en 1975. Su régimen no solo suprimió la democracia, sino que impuso un Estado autoritario sin separación de poderes ni derechos políticos. Para legitimar su dominio, instauró las Leyes Fundamentales, que definieron las estructuras del sistema y garantizaron su control absoluto.

  • En 1938, el Fuero del Trabajo estableció el nacional-sindicalismo, con un único sindicato obligatorio para trabajadores y empresarios. Prohibía las huelgas y garantizaba el control estatal sobre la actividad laboral.
  • En 1942, la Ley de Constitución de las Cortes creó un parlamento sin poder legislativo, cuyo papel era meramente consultivo.
  • Tras la derrota de los países del Eje en 1945, el régimen intentó mejorar su imagen con el Fuero de los Españoles, que solo enumeraba deberes sin reconocer derechos efectivos, y la Ley de Referéndum Nacional, que simulaba participación ciudadana.
  • En 1947, la Ley de Sucesión proclamó a España como Reino y ratificó a Franco como Jefe de Estado vitalicio, con derecho a designar sucesor.
  • En 1958, la Ley de Principios del Movimiento Nacional consolidó el partido único.
  • En 1967, la Ley Orgánica del Estado estableció la separación entre Jefe de Estado y Presidente del Gobierno, aunque Franco mantuvo el control absoluto.

El sistema se definió como una democracia orgánica, donde la “participación” de los ciudadanos se realizaba a través de las instituciones “naturales”. Estas estaban representadas en las Cortes porque los procuradores podían ser elegidos por Franco o seleccionados entre sindicatos, instituciones locales y, desde 1967, jefes de familia. Sin embargo, todas las autoridades clave, desde alcaldes hasta ministros, eran designadas directamente por Franco, garantizando un régimen personalista y sin libertades políticas.

La Oposición y Resistencia al Franquismo

La victoria de Franco en la Guerra Civil (1936-1939) no solo estableció una dictadura, sino que también supuso la represión sistemática de quienes habían apoyado la República. La represión llevó a miles al exilio o a la clandestinidad, mientras el régimen utilizaba la violencia, la censura y el miedo para mantenerse en el poder.

Desde la fase final de la guerra, unos 500.000 republicanos huyeron de España. Muchos de los que se refugiaron en Europa fueron capturados por los nazis y enviados a campos de concentración como Mauthausen. Otros lograron exiliarse en América Latina, especialmente a México. Unos 200.000 exiliados regresaron tras un indulto limitado, aunque fueron represaliados.

Los republicanos que permanecieron en España sufrieron una represión brutal y sistemática, regulada por la Ley de Responsabilidades Políticas (1939) que tenía carácter retroactivo y castigaba cualquier vínculo con movimientos “subversivos” desde 1934. Con cerca de 100.000 presos anuales, se crearon cárceles especiales. Muchos fueron sometidos a torturas, palizas y ejecuciones. Algunos, los “esclavos de Franco”, aceptaron trabajar para reducir sus penas. Incluso los liberados quedaron marginados socialmente. El miedo fue una herramienta de control, evitando cualquier desafío al régimen.

La oposición en el interior estuvo fuertemente controlada por el Ejército y la Guardia Civil, lo que dificultó su organización. No obstante, los maquis, guerrilleros comunistas y anarquistas, operaron en zonas montañosas con la esperanza de una intervención aliada, que nunca llegó. Entre 1951 y 1952 fueron desmantelados por la represión franquista. Mientras tanto, los partidos en el exilio crearon redes clandestinas en España, promoviendo huelgas y movilizaciones estudiantiles a partir de 1945. Estos movimientos, cada vez más activos en los años 50, marcaron el inicio de la resistencia interna contra la dictadura.

La Economía Franquista: La Autarquía

Causas de la Política Autárquica

La autarquía económica fue una política implementada por el franquismo tras la Guerra Civil (1936-1939), cuyo objetivo era lograr la autosuficiencia mediante el control estatal de la economía. Sus líneas generales se establecieron en la Ley de Protección de las Industrias de Interés Nacional y fue impulsada por varias causas.

Entre las causas internas, destaca la ideología del régimen. La Guerra Civil dejó una economía devastada por la destrucción de infraestructuras, la pérdida de mano de obra y el debilitamiento del tejido productivo. Además, influenciado por la Falange, el franquismo rechazaba el liberalismo y apostaba por la autosuficiencia para evitar la dependencia exterior. Como resultado, el régimen impulsó una política económica intervencionista, controlando la producción, la distribución y los precios, para hacer frente a una industria atrasada y poco competitiva y una crisis agraria y alimentaria por la caída de la producción, la falta de incentivos y la anulación de la reforma agraria republicana. Nacionalizó el comercio del cereal a través del Servicio Nacional del Trigo (SNT), en 1941 creó el Instituto Nacional de Industria (INI) para promover el desarrollo industrial estratégico bajo control estatal y promovió una política hidráulica con embalses para suministro eléctrico y almacenamiento de agua.

Entre las causas externas, destaca el aislamiento internacional tras la Segunda Guerra Mundial. España quedó fuera de la ONU y sin acceso a préstamos ni financiación internacional, como el Plan Marshall, lo que impidió su modernización. Además, sufrió restricciones comerciales y escasez de divisas, lo que agravó la falta de recursos. Todos estos factores consolidaron un modelo autárquico, que marcó la economía franquista en sus primeras décadas.

Consecuencias de la Política Autárquica

La autarquía económica fue una política implementada por el franquismo tras la Guerra Civil (1936-1939), cuyo objetivo era lograr la autosuficiencia del país mediante el control de la economía. Aunque buscaba fortalecer la economía interna, sus consecuencias fueron mayoritariamente negativas.

En el ámbito económico, el uso de tecnología obsoleta, la falta de modernización y la baja producción industrial y agrícola llevaron a un estancamiento y retraso económico. La escasez de productos básicos y alimentos obligó a implantar el racionamiento mediante cartillas hasta 1952, lo que favoreció el mercado negro (estraperlo) y encareció los bienes esenciales. La caída del comercio exterior provocó una crisis financiera y escasez de divisas, dificultando la importación de materias primas. El sector público, ineficaz y deficitario, creó empresas estatales poco rentables a través del Instituto Nacional de Industria (INI), endeudando al Estado.

En el ámbito social, la autarquía causó hambre y desnutrición, aumentando la mortalidad. Para paliarlo, el régimen creó el Auxilio Social, controlada por la Falange. Todo esto acentuó la desigualdad entre el campo y la ciudad, impulsando un éxodo rural hacia ciudades o al extranjero.

En el ámbito político, se agravó el aislamiento internacional, ya que la autarquía impulsaba ese aislamiento al que había sido condenado. Así, España fue excluida de los organismos internacionales y del Plan Marshall. Ante el fracaso del modelo, el franquismo inició una liberalización económica en los años 50 con los tecnócratas del Opus Dei, que culminó con el Plan de Estabilización de 1959, marcando el fin de la autarquía y el inicio del desarrollismo.

El Desarrollismo y Cambios Sociales (1959-1975)

Causas del Crecimiento Económico y los Cambios Sociales

La segunda etapa del franquismo (1959-1975) se inició tras dos décadas marcadas por el aislamiento internacional y el fracaso de la autarquía. Esta etapa estuvo marcada por un crecimiento económico y profundas transformaciones sociales. A continuación, se explicarán las causas de este proceso.

El Plan de Estabilización de 1959 marcó el punto de inflexión: eliminó las bases de la autarquía y atrajo inversión extranjera. Esta dinámica fue reforzada por los Planes de Desarrollo que consolidaron la modernización industrial iniciada en los años 50 y permitieron la especialización en sectores estratégicos, reflejada en la creación del Grupo Cooperativo Mondragón. El régimen apoyó la industria vasca con subvenciones y medidas de proteccionismo, además de la modernización energética, asegurando el suministro para el crecimiento. Asimismo, la llegada de mano de obra desde otras regiones, gracias a la migración interna, facilitó la expansión industrial. El contexto internacional favoreció el comercio exterior, apoyado en infraestructuras clave como los puertos de Bilbao y Pasajes, y la herencia de la industrialización previa proveyó una buena base para el crecimiento.

El propio desarrollo económico causó cambios sociales. Se consolidó una sociedad urbana, hubo migración interna masiva, creció la clase obrera urbana y se consolidó el movimiento sindical. Además, la migración y la represión cultural del régimen alteraron las dinámicas sociolingüísticas desplazando al euskera. A ello se sumó la expansión educativa y el mayor acceso a la información y contacto con el exterior, que erosionaron los valores franquistas. Por último, la Iglesia perdió influencia en la sociedad y un sector, tras el Concilio Vaticano II, comenzó a distanciarse del régimen.

Consecuencias del Crecimiento Económico y los Cambios Sociales

La segunda etapa del franquismo (1959-1975) se inició tras dos décadas marcadas por el aislamiento internacional y el fracaso de la autarquía. Esta etapa estuvo marcada por un crecimiento económico y profundas transformaciones sociales que transformaron profundamente el País Vasco. La región se consolidó como uno de los motores económicos de España, generando desigualdades territoriales. El desarrollo se concentró en las grandes ciudades, mientras que las zonas rurales quedaron rezagadas. Además, se creó una dependencia del mercado español y de la industria pesada.

El crecimiento económico provocó un éxodo rural masivo, impulsó la urbanización y consolidó una estructura social urbana e industrial. Sin embargo, la expansión fue desordenada, lo que favoreció la aparición del chabolismo, acentuando aún más los contrastes sociales. Esto consolidó a la clase obrera y al movimiento sindical, especialmente en torno a CCOO. Paralelamente, la llegada de miles de inmigrantes generó conflictos culturales, que unido a la represión política y cultural que percibía el pueblo vasco, impulsó tanto el resurgimiento de un nacionalismo y movimiento cultural vasco pacífico, con la recuperación del euskera a través de las ikastolas, como violento, a través de ETA. Los cambios sociales también modificaron las costumbres y la mentalidad, transformándose el rol de la mujer, desarrollándose una sociedad más urbana y secularizada. En este contexto, creció la oposición contra el franquismo que se manifestó a través de partidos políticos, movimiento obrero, estudiantil y sectores de la Iglesia. Parte de la oposición se radicalizó, como el caso de ETA. Todo ello alimentó la crisis del régimen, sentando las bases para la agitación social y política que marcaría la Transición a la democracia.

El Tardofranquismo y la Transición

Causas de la Crisis del Tardofranquismo

El tardofranquismo (1969-1975) marcó la última fase de la dictadura de Francisco Franco, caracterizada por la decadencia del régimen y la aparición de factores que allanaron el camino hacia la Transición democrática.

En primer lugar, la crisis económica y los cambios sociales debilitaron el franquismo. Aunque España había crecido en la década de 1960, su desarrollo dependía de la construcción y el turismo, sectores vulnerables a crisis externas. Así, la crisis del petróleo de 1973 impactó fuertemente en la economía, afectando a la industria, disparando la inflación, el desempleo y la deuda externa. Este deterioro económico intensificó las huelgas y conflictos laborales, con CCOO y el PCE al frente de la protesta sindical. Paralelamente, la modernización generó una sociedad más urbana y crítica, con una clase media creciente y trabajadores cada vez más influenciados por ideas democráticas.

En segundo lugar, la oposición política y social se fortaleció. Partidos clandestinos como el PCE, el PSOE y los nacionalismos vasco y catalán ganaron fuerza. Aumentaron las huelgas obreras, con UGT y CCOO liderando movilizaciones, y estudiantiles. Además, creció la lucha armada y el terrorismo.

En tercer lugar, el régimen sufrió una crisis interna. Los reformistas (“aperturistas”) chocaron con los inmovilistas del «búnker». El asesinato de Carrero Blanco (1973) dejó un vacío de poder que Carlos Arias Navarro no supo gestionar ante la presión del sector inmovilista. Además, Franco, envejecido, perdió la capacidad de gobernar con firmeza.

Por último, la presión internacional impidió a España integrarse completamente. La ejecución de opositores en 1975 desencadenó sanciones, debilitando aún más al régimen. La muerte de Franco (20 de noviembre de 1975) marcó el fin del franquismo y abrió las puertas a la democracia.

Consecuencias de la Crisis del Tardofranquismo

El tardofranquismo (1969-1975) marcó la última fase de la dictadura de Francisco Franco, caracterizada por la crisis del régimen. Las consecuencias de la crisis fueron decisivas para la transición democrática.

La muerte de Franco (20 de noviembre de 1975) marcó el fin del régimen y el inicio del cambio político con la proclamación de Juan Carlos I como rey. A partir de este momento, se inició la transición a la democracia. En 1976, Adolfo Suárez fue nombrado presidente del Gobierno y se aprobó la Ley para la Reforma Política, que legalizó los partidos y permitió elecciones. También se legalizó el PCE, generando tensiones entre franquistas, se disolvió el Movimiento Nacional y se reconocieron sindicatos como CCOO y UGT.

En 1977 se celebraron las primeras elecciones, con victoria de la UCD, y comenzó la redacción de la Constitución, aprobada en 1978. Esta estableció un sistema democrático basado en la separación de poderes, autonomías, sufragio universal, libertad de expresión y separación entre Iglesia y Estado.

La transición encontró resistencias del “búnker”, sectores ultraconservadores y militares franquistas contrarios a las reformas. Su oposición culminó en el intento de golpe de Estado del 23-F (1981), que fracasó. Además, la crisis económica heredada del franquismo representó otro desafío. La crisis del petróleo de 1973 debilitó la economía, aumentando la inflación y el desempleo. Fue necesario aplicar ajustes económicos para estabilizar el país. Asimismo, la violencia aumentó. ETA intensificó su actividad terrorista, y surgieron grupos de extrema derecha como los Guerrilleros de Cristo Rey.

En definitiva, la crisis tardofranquista llevó al fin de la dictadura y la instauración de la democracia con la Constitución de 1978 como pilar fundamental, no sin conflictos entremedias.

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