El Uso Informacional del Discurso
A partir de la acotación de un corpus o conjunto representativo de textos en los que los discursos quedan escritos, el cometido del analista consiste en cortar y agrupar palabras a las que se les atribuyen relaciones y significados relacionados con una categoría o campos semánticos. Estos campos son acordados previamente por el investigador, basándose en otros textos ya estudiados, como prensa, cartas, diarios o redacciones escolares. Estos documentos actúan como recipientes o continentes donde localizar y separar la información contenida de interés para el estudio.
Así, este sistema se vincula con los métodos de estudio de contenido, como los desarrollados por Lasswell y Osgood en sus estudios sobre opinión pública durante la primera mitad del siglo XX.
La localización y depuración de un grupo semántico permite comprobar cuantitativamente (mediante el conteo) la frecuencia de la información contenida en el texto. El estudio estadístico se suma como parte fundamental en un proceso en el que la palabra es la unidad básica de un estudio que opera en un texto, considerando qué otras expresiones la acompañan.
En la medida en que las expresiones se repiten a lo largo de un corpus textual seleccionado, el analista puede establecer relaciones, correlaciones o aproximaciones con otros corpus semánticos que respaldan el valor semántico del contenido manifiesto de cualquier texto.
Idea General: El Método de Estudio de Contenido
El método de estudio de contenido es un procedimiento que se podría ubicar a mitad de camino entre lo cuantitativo y lo cualitativo. Por una parte, el método opera necesariamente de forma cuantitativa (cuenta hechos textuales) y, por otra, lo hace sobre un material informacional cualitativo del discurso (comunicativo). Para que dicha información discursiva sea susceptible de ser estudiada cuantitativamente, debe concebirse textualmente como un conjunto de palabras convertidas en señales cuya presencia o ausencia es determinante para adjudicarles un sentido informativo. Esto se traduce en valoraciones binarias (0-1), es decir, si la palabra está o no dentro de la categoría, permitiendo así estudiar las categorías entre sí y también los individuos entre sí.
Las medias tintas entre lo cuantitativo y lo cualitativo, y la manera reductora y simplificadora de entender metodológicamente el discurso, permiten ir entresacando algunas de las limitaciones o problemas de los estudios de contenidos. Por ejemplo, este método omite traer al texto la presencia del sujeto enunciador, que es quien atribuye el sentido intencional.
Por otro lado, aunque no esté presente el enunciador, el texto siempre remite a una instancia de la enunciación (individual, grupal o colectiva) a partir de la cual se establecen relaciones sociales: la familia, los amigos, el trabajo, etc. El estudio de contenidos omite la dimensión comunicativa para fijarse únicamente en la dimensión informacional de dicho proceso. Su cometido acaba en la descripción semántica del contenido textual, olvidando la intencionalidad y el contexto. Así, este tipo de estudio es apropiado para aquellas investigaciones descriptivas donde se busca conocer cierta información estereotipada o normalizada a partir de un conjunto de textos previamente acotados. Por ejemplo: en las noticias, asociar el consumo de drogas a actos delictivos.
El Uso Estructural del Discurso
Para estudiar este uso, vamos a conocer un caso práctico: un estudio realizado por el gobierno mexicano sobre la pobreza estructural y la aplicación del programa Pronasol.
La campaña se realizó y programó durante seis años, y se dividió en cuatro etapas. Cada una de ellas varió el concepto comunicado según los distintos anuncios que se produjeron, fundamentalmente por radio y televisión, y cuyo lema principal era la Solidaridad, de ahí el nombre Programa Nacional de Solidaridad.
En las dos primeras etapas se dio a conocer fundamentalmente el programa y los logros que quería conseguir. Las dos etapas posteriores se centraron en el disfrute y reafirmación de los logros alcanzados y la puesta en marcha de iniciativas espontáneas contra la pobreza.
En la primera etapa se incluyeron:
- La consecución de agua potable y alcantarillado.
- La pavimentación de las calles.
- La mejora de la escuela.
- La regularización de predios.
- La electrificación de los barrios.
Para transmitir el mensaje se utilizaron diversos códigos (verbales y no verbales). Por ejemplo, se empleó el código de color o la ausencia de color, dependiendo de si era en la ciudad o en las áreas rurales, y en función de la existencia o no del mensaje textual que se quería transmitir (por ejemplo, la idea de ‘limpio’ o ‘no limpio’). Un ejemplo ilustrativo es: «¿Quieres una manzana?» (roja, brillante y apetecible), seguido de «¡Pues lávate las manos!». Así, se asociaba el aseo con la obtención de suculentos premios. Esto se aplicaba también a otros códigos, como el de la conducta legalista, deseable para la ordenación territorial, las escrituras de propiedad, el registro, etc.