Figuras y textos esenciales de la literatura española


Emilia Pardo Bazán

Insolación

Emilia Pardo Bazán ocupa un lugar destacado en la narrativa española de finales del siglo XX, a la altura de escritores como Benito Pérez Galdós o Leopoldo Alas ‘Clarín’. Insolación recoge elementos del realismo, de un naturalismo mitigado y de la novela realista rusa. Con ella, Emilia Pardo Bazán inicia una fase espiritualista del sostenido realismo de la autora.

Así pues, la autora se interesa por analizar la sociedad contemporánea con una especial atención al lugar en el que la mujer ocupaba. Una parte también del realismo es el intento de recrear, de forma convincente, el pensamiento de la protagonista; de hecho, gran parte de la novela sucede en su cabeza. En este fragmento desaparece el narrador y se sustituye el pensamiento del personaje por medio de la técnica narrativa del estilo indirecto libre, con el típico ‘borrado de marcos’ entre lo que pertenece al narrador y lo que pertenece a Asís. De modo que, aunque el que está hablando es el narrador, los pensamientos no son suyos.

Otro aspecto claramente realista de la obra es la intención crítica de la autora. Insolación es una novela que destaca por su osadía para la época, que reside en que la protagonista, enamorada del guapo y rico Diego Pacheco, no aparece como víctima de un varón abyecto, o como un ser moralmente reprobable y, sobre todo, en no aplicarle el justo castigo que cualquier lector de la época esperaría para su conducta; por ejemplo, el ostracismo social al que se condena a Ana Ozores, protagonista de La Regenta. En la novela, Emilia Pardo Bazán ponía a hombre y mujer en el mismo plano de igualdad.

La autora denuncia la moral sexual de la época: actos idénticos provocan reacciones opuestas, y sociedad y religión los miden con distinto rasero según quien los realice. La hipocresía de las costumbres y el temor a la opinión de los demás estaban muy arraigados en la protagonista y en el pasado.

La influencia del naturalismo se percibe en las líneas 1 y 2, así como en las líneas 19-22. En ellas podemos observar un resabio naturalista en la explicación de la indigestión de Asís y de las pesadillas, atendiendo a razones médicas: la ocupación del estómago y la acción del calor sobre los lóbulos cerebrales.

Antonio Machado

Yo voy soñando caminos

Yo voy soñando caminos de Antonio Machado es un poema perteneciente a su primer libro, publicado en 1902 como Soledades y reeditado y ampliado en 1907 como Soledades, galerías y otros poemas.

Este poema pertenece a su primera etapa, que era modernista, intimista y simbolista, caracterizada por temas universales humanos (como la vida, el tiempo, el amor, la nostalgia), una lengua sonora y rítmica con atención a lo sensorial (típico del modernismo, pero más sobria que, por ejemplo, la de Rubén Darío) y la presencia de símbolos: la tarde, el camino, el agua, la primavera, el sueño.

Su segunda etapa, con el poema Campos de Castilla (1912), presenta la evocación del paisaje castellano, real y concreto, sobre el que proyecta su preocupación por España (al igual que la Generación del 98). Esta línea continuará en su tercera etapa con Nuevas canciones (1927), convirtiéndose en una poesía más reflexiva, filosófica, esencial y breve. También incluye poemas de amor en los que a veces reflexiona sobre la naturaleza del amor.

Pío Baroja

El árbol de la ciencia

El árbol de la ciencia, escrita en 1911, pertenece a Pío Baroja, uno de los escritores más importantes de la Generación del 98, junto a Machado, Unamuno y Valle-Inclán.

Baroja fue un hombre solitario y amargado que tenía una concepción de la vida inseparable de su temperamento. De ahí que sus obras se puedan incluir en la línea del pesimismo existencial y el escepticismo. Para Baroja, el mundo carece de sentido, la vida le resulta absurda y no alberga ninguna confianza en el hombre, algo que podemos ver reflejado en su obra. Esto se refleja cuando el protagonista Andrés Hurtado encarna el pensamiento de la Generación del 98 (la cual tenía un sentimiento antiburgués, era esteticista, tenía influencia del irracionalismo y una gran preocupación por España y voluntad de renovación literaria), además del malestar existencial propio de las novelas de Pío Baroja.

La obra novelística de Baroja es muy amplia. Algunas de sus novelas se agrupan en trilogías.

La trilogía «La raza»

A la trilogía «La raza» pertenece este texto junto con El árbol de la ciencia. La trilogía incluye La Dama Errante (1908) y La ciudad de la niebla (1909). Esta trilogía fue escrita en su primera etapa, la más creativa.

El estilo de Pío Baroja es coherente. De ahí su tendencia a lo antirretórico, que le lleva a párrafos breves con frases cortas y precisas, escasas imágenes, técnica impresionista, y abunda el sentimiento pesimista, la ausencia de esperanza y la desconfianza en el hombre.

Federico García Lorca

La casada infiel (del Romancero gitano)

La casada infiel pertenece al Romancero gitano (1928, Revista de Occidente) de Federico García Lorca, obra de su etapa neopopularista, en la que fusiona la poesía popular con vanguardias, como hizo Rafael Alberti en Marinero en tierra.

Como figura central de la Generación del 27 (nombre que alude a la conmemoración de la muerte de Luis de Góngora), junto a Luis Cernuda y Vicente Aleixandre, Lorca recupera el romance tradicional con algunos cambios, creando un universo mítico andaluz, influenciado por la cultura popular y el flamenco, donde el pueblo gitano simboliza un destino trágico.

Este poema se caracteriza por un narrador en primera persona, la ausencia de diálogos y variaciones métricas, como la rima en versos impares y un primer verso de niños. La voz narra un encuentro amoroso marcado por la transgresión del código del honor gitano, que castigaba la infidelidad femenina, un tema que también aparece en otras de sus obras como La casa de Bernarda Alba.

Así, Lorca combina lo popular con una visión simbólica del conflicto humano, reflejando las innovaciones de su generación, influenciado por el surrealismo y el simbolismo, como se ve en Poeta en Nueva York.

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