René Descartes: Meditaciones Metafísicas, el Cogito y la Certeza del Conocimiento


Introducción a las Meditaciones Metafísicas de Descartes

Las Meditaciones Metafísicas es una obra fundamental escrita por René Descartes y publicada por primera vez en 1641, en latín, cuatro años después del Discurso del Método. En ella, Descartes profundiza en algunas de las cuestiones allí planteadas, sobre todo las ideas de la cuarta parte, centrándose en las demostraciones de la existencia de Dios y en las cuestiones de la antropología filosófica que habían sido menos desarrolladas en el Discurso del Método.

Es interesante señalar que Descartes, en el prólogo, aborda las objeciones que le hicieron algunos autores como Thomas Hobbes o Pierre Gassendi a lo que ya había expuesto en el Discurso del Método. Descartes contesta a dichas objeciones en el mismo prólogo.

Estructura de la Obra: Seis Meditaciones

La obra consta de seis meditaciones:

  • En la Segunda Meditación, se propone establecer en qué consiste la sustancia pensante (res cogitans), afirmando que es más fácil de conocer que el cuerpo.
  • La Quinta Meditación señala cuál es la esencia de las cosas materiales y contiene una prueba de la existencia de Dios: el argumento ontológico. Además, la existencia de Dios garantiza la verdad de nuestras ideas y nuestra capacidad para distinguir lo verdadero de lo falso.
  • En la Sexta Meditación, Descartes aborda la cuestión de la existencia del mundo material. Tras haber establecido la existencia de Dios y la naturaleza de su propio yo como sustancia pensante en las meditaciones anteriores, ahora busca demostrar la realidad de las cosas materiales que percibimos a través de nuestros sentidos. Se trata expresamente el dualismo alma-cuerpo, al que hace alusión en toda la obra.

El Fragmento y su Contexto: La Segunda Meditación

Este fragmento pertenece a las Meditaciones Metafísicas de René Descartes, publicadas en 1641. En ellas, profundiza en sus ideas sobre la metafísica, centrándose en la existencia de Dios, el alma y las bases del conocimiento. Descartes buscaba establecer un sistema filosófico basado en la razón y la certeza absoluta, eliminando cualquier creencia basada en la mera tradición o en los sentidos, que pueden ser engañosos.

El fragmento transcrito forma parte de la Segunda Meditación, donde Descartes desarrolla su famosa noción del cogito y la distinción entre alma (res cogitans) y cuerpo (res extensa). A través de su proceso de duda metódica, llega a la conclusión de que puede dudar de todo menos de su propio pensamiento.

La Duda Metódica y la Primera Certeza

A lo largo del fragmento, el autor pone en práctica su método de la duda, cuestionando todo conocimiento previo y planteando la necesidad de encontrar una verdad indubitable. Para ello, procede a separar lo que es indudable de lo que es meramente sensible o corpóreo. Al llevar su duda al extremo, se da cuenta de que el simple acto de dudar es, en sí mismo, una prueba irrefutable de su existencia: si duda, entonces está pensando, y si está pensando, entonces existe.

Este razonamiento da lugar a la primera certeza absoluta en la filosofía cartesiana, expresada en la célebre frase cogito, ergo sum («pienso, luego existo»). A partir de aquí, Descartes empieza a estructurar su sistema filosófico, en el que el pensamiento es la base del conocimiento y la existencia.

El Dualismo Ontológico Cartesiano

En este punto, también se configura su dualismo ontológico, ya que Descartes concluye que el alma (res cogitans) es independiente del cuerpo (res extensa). La mente no necesita de lo material para existir, lo que plantea una clara distinción entre la conciencia y el mundo físico. Esta división marcará gran parte del pensamiento filosófico posterior y generará un intenso debate sobre la relación entre la mente y el cuerpo, conocido como el «problema mente-cuerpo».

Problema Filosófico Central: La Certeza del Conocimiento

El problema filosófico central del texto es el de la certeza del conocimiento. Descartes se pregunta si es posible alcanzar un conocimiento absolutamente seguro o si debe dudar de todo. Mediante su método racionalista, resuelve la cuestión aplicando su duda metódica, lo que lo lleva a concluir que el pensamiento es la única cualidad indudable.

Este problema es fundamental en la historia de la filosofía, ya que marca el inicio del racionalismo moderno y el intento de fundamentar el conocimiento en principios evidentes por sí mismos. Su importancia sigue vigente, pues plantea una cuestión clave: ¿qué podemos conocer con absoluta certeza?

Fundamentos del Pensamiento Cartesiano en el Texto

El texto se encuentra en el núcleo del pensamiento cartesiano, ya que en él Descartes expone los fundamentos sobre los que construye su filosofía:

  1. Primero, aplica su método de duda metódica. Todo conocimiento basado en los sentidos es puesto en duda, ya que estos pueden engañarnos. Por ejemplo, los sueños pueden hacernos creer que estamos en la realidad cuando no es así. Esto lleva al filósofo a rechazar la realidad tal como la conocemos, pues no puede distinguir con certeza entre la vigilia y el sueño.
  2. Segundo, establece una nueva base indudable: el cogito. Al darse cuenta de que no puede dudar de su propio pensamiento, concluye que su existencia es incuestionable. A partir de este principio, busca reconstruir el conocimiento sobre bases seguras.
  3. Tercero, el texto marca el inicio de su dualismo ontológico, es decir, la distinción entre res cogitans (sustancia pensante) y res extensa (sustancia material). Descartes aún no ha demostrado la existencia del cuerpo o del mundo exterior, pero sí la del pensamiento. De esta manera, postula que el alma es una entidad independiente de la materia, lo que influirá en la filosofía y la psicología posteriores.

Impacto y Legado del Dualismo Cartesiano

Este dualismo cartesiano tendrá un impacto duradero en la filosofía y en la ciencia, generando debates sobre la naturaleza de la conciencia y su relación con el mundo físico. Problemas como la interacción entre mente y cuerpo, la posibilidad de la inteligencia artificial y la propia esencia del «yo» tienen su origen en las reflexiones planteadas por Descartes.

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