Precursores de la Vanguardia y la Reacción Antirrealista
El teatro, esforzado en conseguir un realismo total o ilusión de realidad, alcanzó ese objetivo a finales del siglo XIX. Este logro dio lugar a una reacción antirrealista. Las vanguardias intentaron sugerir alternativas a la producción y al teatro realista, pues consideraban que el naturalismo ofrecía una visión superficial y limitada de la realidad. Pensaron que podía encontrarse una verdad más importante en lo espiritual y en el inconsciente, y que el teatro había perdido el contacto con sus orígenes, quedando reducido a mero entretenimiento para la sociedad moderna. Por ello, se dio un giro hacia lo ritual para revitalizar el teatro.
Richard Wagner: La Obra de Arte Total
El principal impulsor de esta renovación fue Richard Wagner. Para él, el trabajo del dramaturgo era crear mitos, presentando un mundo ideal en el que el público compartiera una experiencia común. Intentó representar el interior de los personajes. Wagner estaba descontento con la falta de unidad entre las artes que constituían el teatro. Su propuesta fue una “obra de arte total” (Gesamtkunstwerk), que integraba todos los elementos dramáticos bajo un único creador artístico.
Se le atribuye haber reformado la presentación dramática con su Teatro del Festival en Bayreuth (Alemania) en 1876. Sustituyó los palcos y, en su lugar, dispuso una zona de asientos en forma de abanico sobre un suelo en pendiente, lo que garantizaba una visión óptima del escenario para todos los asistentes.
El Teatro Simbolista: Espiritualidad y Desteatralización
El Teatro Simbolista surgió primero en Francia hacia 1880. Los simbolistas buscaban la “desteatralización” del teatro, es decir, desnudarlo de todas las trabas tecnológicas y escénicas del siglo XIX, sustituyéndolas por la espiritualidad del texto y la interpretación. Los textos se caracterizaban por una simbología de difícil interpretación y un ritmo lento, similar al de un sueño. La intención era provocar una respuesta inconsciente más que intelectual, y retratar aspectos no racionales del personaje.
Figuras Clave e Influencias
- Maurice Maeterlinck y Paul Claudel fueron muy conocidos entre la última década del XIX y el siglo XX.
- Se encuentran elementos simbolistas en las obras de Chéjov, Ibsen y Strindberg.
- La influencia simbolista se extendió a las obras estadounidenses de Eugene O’Neill y Tennessee Williams, e incluso a Harold Pinter (teatro del silencio).
Adolphe Appia y Gordon Craig
Influenciados por Wagner, Adolphe Appia y el diseñador Gordon Craig propusieron un nuevo avance en la escenificación y la iluminación. Se opusieron a los decorados pintados para proponer, en su lugar, una decoración abstracta que creara la ilusión de un lugar real.
Rupturas Tempranas en Europa
Alfred Jarry y la Provocación Francesa
En Francia, en 1896, Alfred Jarry estrenó Ubu rey, una obra desconcertante y provocadora. Basada en Macbeth, presenta a unos personajes títeres en un mundo indecente. La obra utiliza un lenguaje escatológico. Su relevancia reside en que rompe las normas y tabúes del teatro contemporáneo, dando al autor libertad de exploración en cualquier dirección.
Valle-Inclán y el Esperpento Español
En España, Ramón María del Valle-Inclán crea el “esperpento”. Para Valle-Inclán, el teatro debe ser ambiguo. Su técnica consiste en tomar un argumento de la vida social contemporánea y, mediante la exageración y el grotesco del tema y los personajes, deformarlo todo de una manera irónica sobre la realidad histórico-social de su época. El público es forzado a reflexionar sobre el discurso crítico y artístico expuesto. Obras destacadas incluyen Luces de Bohemia (1920), Los cuernos de Don Friolera (1921) o La hija del capitán (1927).
El Teatro Expresionista: La Distorsión de la Mente Humana
El Teatro Expresionista tuvo su apogeo en las dos primeras décadas del siglo XX en Alemania. Exploraba los aspectos más violentos y grotescos de la mente humana, creando un mundo de pesadilla. Se caracteriza por la distorsión, la exageración y por un uso sugerente de la luz y la sombra.
Las obras de autores como Georg Kaiser y Ernst Toller eran episódicas y empleaban un lenguaje entrecortado y de imágenes intensas. Los personajes individuales eran reemplazados por tipos de repertorio y figuras alegóricas, y las obras giraban en torno al tema de la salvación de la humanidad. O’Neill, influido por Strindberg y los expresionistas, empleó muchas de sus técnicas en algunas de sus obras, como El emperador Jones (1921) y Extraño interludio (1928), para explorar la mente de sus personajes.
Federico García Lorca: Síntesis de Vanguardias
Otros movimientos de la primera mitad del siglo XX, como el futurismo, el dadaísmo y el surrealismo, buscaban llevar al teatro nuevas ideas artísticas y científicas. Federico García Lorca fundió simbolismo, surrealismo, lirismo, realismo y populismo en un teatro cuyo eje es la libertad del autor para expresarse. Lo grotesco domina en la tragicomedia Don Cristóbal y la señá Rosita (1923), lo simbólico en Así que pasen cinco años (1931) y lo rural lírico en Bodas de sangre (1932) o Yerma (1934).
Bertolt Brecht y el Teatro Épico
Bertolt Brecht reaccionó contra el teatro realista. Creía que el teatro podía instruir y cambiar a la sociedad, por lo que debía ser político. El teatro eficaz, según Brecht, debía conducir al público hasta el punto de decidir y pasar a la acción. Escribió obras épicas (o didácticas) que resaltaban aspectos teatrales con el objeto de romper la ilusión de realidad, lo que se conoce como efecto alienante o distanciador (Verfremdungseffekt).
Para lograr este efecto, utilizaba un escenario desnudo, la visibilidad de los elementos técnicos y la iluminación, escenas cortas y la yuxtaposición de realidad y teatralidad. Ejemplos notables son Madre Coraje y sus hijos (1941) y La ópera de cuatro cuartos.
Antonin Artaud y el Teatro de la Crueldad
La colección de ensayos de Antonin Artaud, El teatro y su doble (1938), tuvo una gran influencia en el panorama teatral después de la Segunda Guerra Mundial. Artaud diagnosticó que la sociedad estaba enferma y necesitaba curación. Rechazaba el drama psicológico y buscaba en su lugar una experiencia teatral religiosa que llevara a cabo esa curación.
Artaud contraponía su concepto del teatro “puro” con la peste, con el fin de destruir las viejas formas y propiciar la aparición de algo transformado y nuevo. Hizo una llamada para crear un nuevo lenguaje teatral: el Teatro de la Crueldad. Este debía sacudir a los espectadores reduciendo al mínimo las palabras y utilizando sonidos puros, gestos y movimientos, redefiniendo la frontera entre actores y espectadores.
La Consolidación de los Grupos Teatrales (Años 70)
Durante los años 70 se consolidaron diversos grupos teatrales, como el Laboratorio de Teatro Polaco de Jerzy Grotowski, el Taller del Teatro de la Crueldad de Peter Brooks y el Théâtre du Soleil. En España, destacaron el TEI (Teatro Estable Independiente), el Teatro Tábano y Los Goliardos (Madrid), y Esperpento (Sevilla).
La característica fundamental de este teatro reside en que no son autores de textos, sino creadores de espectáculos. Las producciones descansaban sobre el movimiento físico, un lenguaje y sonidos no específicos, y sobre una organización poco común del espacio. La producción más importante de esta época fue Marat-Sade (1964), de Peter Weiss, cuyo estilo de producción hacía uso de muchas técnicas inspiradas en las ideas de Artaud.
El Teatro del Absurdo: La Inutilidad de la Acción Humana
El Teatro del Absurdo, con su apogeo entre 1950 y 1970, tiende a eliminar gran parte de la relación causa-efecto en los episodios y a negar el poder de comunicación del lenguaje. Reduce los personajes a arquetipos, los lugares donde se desarrolla la acción no son concretos y muestra el mundo como alienante e incomprensible. Los dramaturgos vieron, en palabras de Eugène Ionesco, al “hombre como perdido en el mundo, todas sus acciones se revelaron sin sentido, absurdas, inútiles”.
Obras y Autores Representativos
- El rinoceronte (1959) de Eugène Ionesco.
- Esperando a Godot (1952) de Samuel Beckett.
- Fernando Arrabal (teatro pánico).
Las primeras obras de Edward Albee fueron clasificadas como absurdas debido a los elementos, en apariencia ilógicos e irracionales, que definían las acciones de sus personajes. Harold Pinter también ha sido incluido en el grupo de autores del absurdo. Sus obras, como El regreso al hogar (1964), parecen oscuras, impenetrables y absurdas, aunque muy realistas.
El Teatro Contemporáneo: Realismo Psicológico y Fotorrealismo
El teatro realista continuó vivo en el ámbito comercial, especialmente en Estados Unidos, donde el objetivo era el realismo psicológico, aunque se usaban recursos dramáticos y escénicos no realistas. Las obras de Arthur Miller y Tennessee Williams utilizaban escenas basadas en la memoria, sueños, personajes simbólicos y proyecciones. Incluso los trabajos tardíos de O’Neill incorporan diálogos poéticos y un fondo sonoro. La escenografía era más sugerente que realista.
Tendencias Postguerra y Documental
- Inglaterra (Años 50): Mirando hacia atrás con ira (1956) de John Osborne, fue el estandarte de la protesta de los “jóvenes airados” en la posguerra.
- Vietnam: En 1970, David Rabe escribió una trilogía sobre Vietnam que expresaba la ira y la frustración.
- Teatro Documental: Influenciados por Brecht, muchos dramaturgos alemanes escribieron obras documentales basadas en hechos reales, como El vicario (1963), de Rolf Hochhuth, que provocó gran polémica.
El Retorno al Naturalismo y el Fotorrealismo
Entre 1970 y 1990 se produjo un retorno al naturalismo, conocido como fotorrealismo. Un ejemplo es American Buffalo (1976) de David Mamet, donde la acción es mínima y el centro de interés son los personajes mundanos. El lenguaje es fragmentario, reflejando la conversación cotidiana. Los escenarios no se distinguen de la realidad. El énfasis sobre fragmentos de realidad en apariencia sin significado propicia una cualidad de absurdo, semejante a la pesadilla.
Lo más destacado de estos años es la consolidación de los grupos teatrales que aparecieron en los años 70. El grupo español La Fura dels Baus se inició con espectáculos sorprendentes en los que la música cumplía un papel fundamental, ya que no hay texto oral y el espectáculo se monta en grandes espacios sin separación entre actores y público.