Definición y Perfil del Puesto de Trabajo
El proceso de definición del puesto de trabajo es fundamental para comprender las necesidades de personal de una empresa. Consiste en identificar qué roles son realmente necesarios y qué tareas específicas debe realizar cada trabajador para asegurar el buen funcionamiento organizacional.
Para empezar, es crucial definir los puestos necesarios, así como las funciones y responsabilidades de cada uno. Esto evita la indefinición de tareas o la falta de cobertura de necesidades clave en la empresa.
Posteriormente, es crucial determinar el perfil idóneo para cada puesto. Esto implica dos dimensiones:
- Perfil personal: Engloba habilidades blandas como la comunicación, el trabajo en equipo o la resolución de problemas.
- Perfil profesional: Centrado en la formación académica y la experiencia laboral requerida.
La formación y la experiencia son factores esenciales en el proceso de contratación. Según el puesto, pueden requerirse estudios específicos, certificaciones o, simplemente, conocimientos prácticos adquiridos con el tiempo. Asimismo, es vital considerar la experiencia previa necesaria para un desempeño óptimo.
Aspectos Administrativos en la Contratación
Adicionalmente, resulta útil analizar aspectos administrativos. Se debe considerar el régimen de Seguridad Social aplicable, es decir, la afiliación y los derechos laborales del trabajador. También es imprescindible calcular el número de personas requeridas en cada área y el coste total de su contratación, incluyendo salarios y beneficios.
Finalmente, es crucial seleccionar el tipo de contrato laboral más adecuado. Existen contratos indefinidos, temporales, de formación, entre otros. La elección dependerá tanto de las necesidades de la empresa como de la estabilidad que se desee ofrecer a los empleados.
Régimen de la Seguridad Social según el Tipo de Sociedad
El régimen de la Seguridad Social en España varía significativamente según el tipo de sociedad y el rol que cada individuo desempeñe en ella. En función de si se trata de autónomos, sociedades mercantiles o cooperativas, los trabajadores y socios estarán sujetos a diferentes cotizaciones y normativas.
Autónomos
Las personas que trabajan por cuenta propia deben estar dadas de alta en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA). Esto abarca tanto a profesionales independientes como a empresarios individuales.
Sociedades Mercantiles (S.L., S.L.N.E., S.A.)
En estas sociedades, los socios pueden desempeñar distintos roles que determinan su régimen de cotización:
- Socios trabajadores: Si poseen el control efectivo de la empresa (normalmente con más del 50% del capital social), deben cotizar en el RETA. Si no tienen control efectivo, cotizan en el Régimen General como cualquier trabajador por cuenta ajena.
- Administradores: Si poseen más del 25% del capital social de la sociedad, cotizan en el RETA. Si su participación es menor, se incluyen en el Régimen General.
Sociedad Colectiva
Al tratarse de una sociedad en la que todos los socios tienen responsabilidad ilimitada, los socios colectivos deben cotizar en el RETA, dado que actúan como empresarios individuales.
Sociedad Laboral
En este tipo de sociedad, los trabajadores son también propietarios de la empresa. Su cotización depende de su rol específico:
- Administrador: Si posee más del 25% del capital social de la sociedad, cotiza en el RETA. En caso contrario, en el Régimen General.
- Socios trabajadores: Se incluyen en el Régimen General, siempre que no ostenten un control mayoritario de la empresa.
- Socios con 50% del capital social: Si dos socios poseen a partes iguales la propiedad de la empresa, se considera que ejercen el control de la sociedad y, por tanto, deben cotizar en el RETA.
Cooperativas
Los socios trabajadores de cooperativas pueden optar por cotizar en el Régimen General o en el RETA, en función de los estatutos y el acuerdo interno de la cooperativa.
Sociedad Comanditaria
Este tipo de sociedad se caracteriza por contar con dos tipos de socios:
- Socios colectivos: Poseen responsabilidad ilimitada y deben cotizar en el RETA.
- Socios comanditarios: Solo aportan capital y no participan en la gestión, por lo que no están obligados a cotizar si no desempeñan una actividad laboral dentro de la sociedad.
Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA)
El RETA es el régimen de la Seguridad Social al que deben afiliarse los trabajadores por cuenta propia en España. Ofrece diversas coberturas a cambio de una cotización mensual.
Acción Protectora del RETA
Los autónomos reciben diversas prestaciones, entre ellas:
- Asistencia sanitaria, igual que los trabajadores por cuenta ajena.
- Prestaciones económicas en caso de incapacidad temporal por enfermedad o accidente.
- Prestación por cese de actividad, similar a la prestación por desempleo para asalariados.
Cotización y Tarifa Plana para Autónomos
Para facilitar el inicio de actividad, existen bonificaciones en la cuota de autónomos, conocidas como Tarifa Plana:
- Primeros 12 meses: 60€ mensuales (80% de reducción).
- Meses 13-18: Reducción del 50% sobre la cuota normal.
- Meses 19-38: Reducción del 30%.
Importante: Esta tarifa no incluye la cotización por cese de actividad ni formación profesional. Si se desea incluir, se debe abonar un 0,9% adicional. Si el autónomo reside en un municipio con menos de 5.000 habitantes, puede acceder a una tarifa específica, aunque esta varía según cada localidad.
Tarifa Plana para Autónomos Societarios
Los autónomos que constituyen una sociedad mercantil tienen bonificaciones diferentes:
- Meses 12-18: Reducción del 50%.
- Meses 18-24: Bonificación del 30%.
Requisitos para Acceder a la Tarifa Plana
Para beneficiarse de la tarifa plana, el autónomo debe cumplir con:
- No tener deudas con la Seguridad Social ni con Hacienda.
- No haber estado de alta en RETA en los últimos 2 años (o 3 años si anteriormente se disfrutó de alguna bonificación).
- Darse de alta en RETA por primera vez.
Coste del Trabajador por Cuenta Ajena
El coste de un trabajador por cuenta ajena no se limita únicamente al salario que percibe. Existen una serie de gastos adicionales que la empresa debe asumir, lo que incrementa el coste real. Estos costes pueden dividirse en tres grandes categorías:
- El salario.
- Las cotizaciones a la Seguridad Social.
- Los costes adicionales.
El Salario y sus Complementos
El salario es la remuneración base que recibe el trabajador por su labor. Puede incluir diferentes complementos, como pluses por antigüedad, productividad u horas extras. Además, en muchos casos, el trabajador tiene derecho a pagas extraordinarias, que pueden estar prorrateadas en su nómina mensual o abonarse en momentos específicos del año.
Cotizaciones a la Seguridad Social
Las cotizaciones a la Seguridad Social representan otra parte significativa del coste laboral. Estas cotizaciones incluyen aportaciones obligatorias para cubrir contingencias comunes, desempleo, formación profesional y el Fondo de Garantía Salarial (FOGASA). Tanto el trabajador como la empresa contribuyen a la Seguridad Social, pero la mayor parte de la cotización es asumida por el empleador.
Costes Adicionales y Beneficios Sociales
Además del salario y las cotizaciones, existen una serie de costes adicionales que pueden incrementar el gasto total. Entre ellos se encuentran los costes derivados de la selección y formación del trabajador, el material y las herramientas necesarias para desempeñar su labor, y posibles beneficios sociales, como seguros médicos, tickets de comida o ayudas al transporte.
Proceso de Selección y Formación
Para contratar a un trabajador adecuado, las empresas utilizan diversas herramientas de selección, como la revisión de currículums, la realización de pruebas psicotécnicas o de conocimientos, dinámicas de grupo y entrevistas individuales o colectivas. Este proceso puede ser costoso, pero es fundamental para asegurar la contratación de la persona más capacitada para el puesto.
Una vez incorporado el trabajador, es recomendable que reciba un plan de formación para adaptarse a su puesto y mejorar su rendimiento. Esta formación puede ser interna, impartida por la propia empresa, o externa, a través de cursos especializados.
Organización Empresarial
La organización de una empresa puede estructurarse de diferentes maneras y tiene un impacto directo en las relaciones individuales y colectivas dentro de la compañía. Además, influye en la comunicación interna, el estilo de liderazgo y la cultura empresarial.
Existen dos tipos principales de organización empresarial: formal e informal.
Organización Formal
La organización formal es la más común en las empresas y se basa en una estructura definida con jerarquías y normas establecidas.
Dentro de este tipo de organización, encontramos diferentes modelos que han evolucionado con el tiempo:
Modelos Clásicos
- Modelo lineal: Se organiza en una estructura jerárquica de arriba hacia abajo, similar a una pirámide. Cada puesto de trabajo está claramente definido y las órdenes se transmiten de los niveles superiores a los inferiores.
- Modelo divisional o de segmentación: En este modelo, una decisión tomada en un área puede afectar a todas las demás. Se basa en la división de la empresa por productos, mercados o funciones específicas.
Modelos Modernos
- Estructura en trébol: Se asemeja a un trébol, donde el núcleo representa la dirección de la empresa y los pétalos simbolizan diferentes áreas de negocio:
- Profesionales altamente cualificados.
- Empresas subcontratadas.
- Trabajadores temporales.
- Autoservicio (clientes o empleados que gestionan ciertas tareas por sí mismos).
- Modelo en red o en estrella: Es una evolución de la estructura en trébol que refuerza las relaciones entre las distintas áreas de negocio, permitiendo una mayor flexibilidad y colaboración.
- Modelo Just in Time: Se basa en una gestión eficiente del tiempo y los recursos. Todo debe producirse en el momento preciso, reduciendo costes y mejorando la eficiencia del proceso productivo y la satisfacción del cliente.
Organización Informal
Por otro lado, la organización informal no sigue una estructura establecida y se desarrolla de manera natural entre los individuos de la empresa. Se basa en las relaciones personales y la comunicación espontánea entre los trabajadores. Aunque no esté definida en un organigrama, puede influir significativamente en la cultura organizativa y en la forma en que se toman las decisiones dentro de la empresa.
Tipos de Contrato Laboral
La elección del tipo de contrato laboral es una decisión estratégica para cualquier empresa. A continuación, se describen los principales tipos de contratos en España:
- Contrato indefinido: Es el contrato más estable, ya que no tiene una fecha de finalización establecida. Puede ser a jornada completa o parcial, y su objetivo es ofrecer estabilidad laboral tanto para el trabajador como para la empresa. Los empleados con este contrato tienen mayores indemnizaciones en caso de despido.
- Contrato temporal: Tiene una duración determinada, que puede ser por obra y servicio, eventual por circunstancias de la producción o de sustitución. Se utiliza cuando la empresa necesita trabajadores por un tiempo limitado debido a un aumento de trabajo o para reemplazar a otro empleado.
- Contrato de formación y aprendizaje: Está dirigido a jóvenes de entre 16 y 25 años (hasta 30 años si la tasa de desempleo es alta). Combina trabajo con formación, permitiendo que el empleado adquiera experiencia y conocimientos mientras trabaja. La duración mínima es de 6 meses y la máxima de 3 años.
- Contrato en prácticas: Está diseñado para recién titulados que deseen adquirir experiencia en su sector. La duración mínima es de 6 meses y la máxima de 2 años. Además, el salario no puede ser inferior al 60-75% del sueldo de un trabajador con el mismo puesto.
- Contrato fijo-discontinuo: Se utiliza para trabajos estacionales o intermitentes, como en turismo o agricultura. El trabajador tiene derecho a ser llamado cada vez que la empresa necesite cubrir ese puesto, pero solo trabaja en los periodos de actividad.